Capítulo II.

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Víctor es un hombre elegante, nació en cuna de oro y lo sabía, desde su crema para el cuerpo hasta los accesorios que lleva siempre tienen que ser de reconocidas marcas y de la mejor calidad sin importar el precio. Así que será un poco difícil camuflarse en la universidad donde estudia la niñera.

Pero no solo su forma de vestir era atrayente, su físico también, Víctor medía ciento ochenta y siete centímetros, dos más que Alexander, de piel canela oscura, cabello negro lacio y ojos verdes avellana, se esforzaba en mantener en forma sus músculos. Aunque eso no era lo mejor, pues tenía una sonrisa preciosa que iluminaba cualquier día triste.

Venía de una familia grande y amorosa, tenía dos hermanas y dos hermanos mayores, pero si le daban a escoger entre sus hermanos y Alexander, sería al último quién ganaría.

Alexander y Víctor se conocían desde pequeños, tenían la misma edad, se amaban como hermanos, siempre cuidaban el uno del otro, cuando nació Nathan para las dos familias era el sobrino amado, en especial por las circunstancias en las que había llegado a sus vidas.

Alexander solo tenía a su hermana mayor, quién aunque estaba lejos siempre se preocupaba por él. Y sus padres por supuesto, aunque estos dedicaban más tiempo a su trabajo que a sus hijos, no significaba que no los amaran, estos vivían en la misma ciudad, pero pocas veces se podían ver, así que de cuando en vez se comunicaban en línea. Al final eran familiares ejemplares con algo característico en común, sus decisiones y su vida estaba llena de amor.

Para todos, las circunstancias en las que Nathan había llegado a sus vidas era impactante y dolorosa... Para muchos otros podría tratarse de una cuestión humillante, pero ninguno de ellos lo veía así, más bien consideraban el doloroso futuro que le esperaba al nuevo integrante de las dos familias.

Con esos pensamientos en mente Víctor se fue en busca de la chica, sabía que Alexander no era solo un buen chico que creía en cualquier mujer, ni el joven inocente que es usado constantemente por una y otra vagabunda, pero la anterior en su vida había sido cruelmente mentirosa e hipócrita, sin mencionar que entre sus cualidades estaba atemorizar al demonio y que él mismo podría ser su aprendiz.

Cuándo ambos estaban en la universidad, habían tenido amores y juegos que habían terminado bien, pero esa mujer con cara de niña buena y les había causado tanto mal en sus vidas, que Víctor no permitiría otra igual ¡Nunca!

Antes de llegar a la universidad donde estudiaba la nueva niñera, el moreno entró al centro comercial más cercano, compró unos vaqueros azules, una camisa de algodón gris y una camisa a cuadros en tonos azules, una mochila donde llevar el traje que antes vestía antes, y para completar el outfit unas zapatillas deportivas y una gorra de costosa marca, aunque la universidad a la que se dirigía era pública, su esencia y fascinación por comprar y usar productos costosos no podía faltar.

Llegó al campus donde se supone que estarían la niñera y Nathan, pero había tardado tanto que ellos ya no estaban allí, pasó a buscarlos al aula de clases y allí los halló. Claro primero tuvo que hacer una parada en la oficina de información para recabar información, aunque no consiguió mucho con el arte de su coquetería, apenas pudo averiguar en qué posibles salones se dictaba alguna clase de psicología, al menos eso fue lo que Álex dijo que la chica estudiaba.

Al principio solo miraba desde las afueras, pero luego de ver al menor en la zona delantera con una hoja de papel y lápiz en la mano tan concentrado como los demás, decidió entrar.

El grupo estaba presentando un exámen en ese momento y Nathan no era la excepción al parecer. Se dirigió a preguntar algo al profesor, aunque solo era por fijarse mejor en ella, quién estaba concentrada en su hoja, solo se distraía para fijarse en lo que el pequeño a su costado escribía en su propia hoja.

Una madre para Nathan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora