Parte única

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La guerra había hecho añicos la mayoría de construcciones que se encontraban cerca de Hogwarts, todo era caos y aún así parecía no haber un fin o algún punto límite.
Todo estaba siendo destrozado.

Los Malfoy eran conocidos por ser fieles seguidores del señor tenebroso, a decir verdad hasta el líder de esta familia, Lucius Malfoy, se consideraba uno.

La realidad era muy poco contada, la única que apoyaba aquellos ideales fuera del miedo y con total lealtad era Bellatrix, la Black más temida hasta el momento, la misma que intentó que su hermana se uniese a los mortífagos oficialmente.

Aún así, Narcissa no cedió e intentó mantenerse lo más alejada posible de aquel tema, principalmente para proteger a Draco, su hijo.

El pequeño Draco tan solo tenía 17 años, aún así, buscaba desesperadamente complacer a su padre, intentando enorgullecerlo y apoyar los mismos ideales que éste. Esta vez simplemente era incapaz.
¿Cómo podría apoyar a los mortífagos si sabía que su victoria equivaldría a perder cualquier oportunidad o capacidad de voz y voto?

Lo cierto es que el pequeño estaba asustado, realmente aterrado.
Lo peor es que sabía que no había nadie que pudiera ayudarlo.

Nadie lo había ayudado cuando tuvo que asesinar a Dumbledore, y nadie lo ayudaría ahora.

En su sexto año intentó parecer lo más obvio posible así alguien, cualquier persona, notaba su pésimo estado y se decidía por ayudarlo.

Nadie lo hizo.

A nadie le importaba el gran heredero de los Malfoy.
Aún así él no podía culpar a nadie. En esos seis años se había encargado de ser despreciado o temido por cualquier persona que no perteneciese a su muy reducido círculo de amigos.

Oh, cómo se arrepentía.

Tan solo bastaba ver a los demás ser felices y tener apoyo para sentir el peso de sus malas decisiones.

Era hilarante el hecho de haber tenido el mundo a sus pies, y cómo ahora éste simplemente lo ahogaba, sobrepasándolo sin piedad alguna.

El ardor de la marca todavía se sentía latente, como un metal caliente permanentemente apoyado sobre su muñeca. Le dolía de sobremanera, sabía que lo merecía, pero aún así no podía aceptarlo.

La marca tenebrosa era el recuerdo punible de las malas decisiones que había tomado en su vida, la prueba de su falta de voto y el poco control que tenía sobre si.
El fin de todo atisbo de felicidad que podría ser capaz de merecer.

Aún así eso no era lo único que lo destrozaba, no era la razón principal y la fuente de su estúpida actitud sardónica y su porte estoico.

Ese mérito debía atribuírselo a su no tan querido Harry James Potter.

El gran salvador del mundo mágico.
El-niño-que-vivió.
El héroe de la historia.

Harry Potter era la primera persona en la que pensaba al despertar, y la última antes de dormir.

Odiaba que fuese él la persona alabada por el mundo.
¿Qué tenía Potter que él no?

Draco era millonario, era sangre pura y ante todo, tenía clase.

Por ello se sorprendió cuando el primer día en Hogwarts nadie parecía querer acercarse a él, todos parecían evitarlo.
Pero era todo lo contrario hacia el querido Potty-Potter.

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2020 ⏰

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