Donghae despertó a las siete de la mañana, se levantó como la mayoría de los días dirigiéndose a la cocina para comenzar a preparar el desayuno, unos minutos después Hyukjae salió de la habitación a lado de la suya, se estiro por completo avanzando entre bostezos a la cocina para poner la mesa, el rubio ve de reojo como el recién llegado empieza a colocar los cubiertos sobre la mesa como si nada, como si eso fuera normal, que llevaran dos años de casados, tres meses sin tener relaciones, un mes durmiendo en habitaciones separadas y tres días sin dirigirse la palabra. A Hyukjae simplemente parece que no le molesta ese distanciamiento entre ambos, como si lo reconfortara.
Con un suspiro agotado y el tarareo del otro se sentaron a comer en la mesa, esta era de vidrio, redonda y pequeña solo para cuatro personas, había un arreglo de flores en medio, estaban sentados frente a frente pero no se veían, ya casi no lo hacían.
En ocasiones Donghae creía que era su culpa, que el apenas tenía veintitrés años y a veces se comportaba de forma inmadura, qué tal vez Hyukjae en sus treinta se estaba dando cuenta de que fue un error casarse con él tan pronto, la mente del joven vagaba entre pensamientos y posibilidades absurdas, mientras insertaba el tenedor en la comida y se lo llevaba a los labios sin mucho ánimo. Últimamente el apetito se le iba y solo había un nudo en su estómago, como si siempre tuviera este revuelto o con ganas de vomitar.
—Regresaré a las once, tendré una junta importante y después una pequeña celebración. No me esperes despierto.- Se pone de pie, lleva sus trastes al fregadero, los lava y sin una palabra más se va a su habitación, la que antes era de ambos, para arreglarse e irse al trabajo.
Hyukjae no espera una respuesta de él, Donghae creyó que lo invitaría, qué tal vez esa sería una forma de arreglar todo pero el mayor solo le avisa sin más. A estas alturas ya aprendió que si se auto-invitaba todo sería mucho peor. Llegar de sorpresa a los eventos nunca resultó bien, mucho menos ahora que tenía el cabello teñido de rubio, su esposo afirmaba que era demasiado informal e infantil para su trabajo.
Se puso de pie, metió la silla en la mesa, fue hasta el fregadero, recogió los trastos, los lavo, seco y guardo. Limpio todo y se fue ha la habitación de invitados que ahora era suya, cerró la puerta tras el y se metió a bañar, se vistió y estaba atándose las agujetas cuando escucho a Hyukjae salir, sin un adiós, un nos vemos o hasta luego. Ni una palabra de despedida.
Se acercó al espejo y con un poco de maquillaje cubrió las enormes ojeras bajo los ojos y trato de darle color a su tez pálida. Tomó sus cosas, el abrigo, las llaves y salió de la habitación, camino hasta la puerta del departamento cerrándola a su espalda. Donghae se dirigió a su trabajo, a su editorial, la que su esposo le regaló cuando se graduó de la universidad hace un año y la que lo hace sentir tan culpable, como un mantenido. La sensación de que sino fuera por Hyukjae el no habría logrado nada.
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Hyukjae llegó a su empresa, saludó a su recepcionista con una sonrisa mientras entraba al despacho. Ese día cerraría un trato tan lucrativo que solo imaginarlo lo hacía saltar de gusto. En realidad todo iba realmente bien para el y la empresa, su matrimonio estaba en un pequeño bache pero no de gran importancia.
Sunhee, su secretaria y amiga le había aconsejado no ceder ante los berrinches de Donghae, al principio no estaba muy seguro de si era buena idea. Pero se había ahorrado tanta discusiones además de qué tenía más tiempo para concentrarse en los proyectos, sin los pucheros o necesidad de atención del rubio.
Había ocasiones que éste podía ser tan exasperante, queriendo que el mundo girase alrededor de él, Hyukjae también necesitaba su tiempo, su momento. No entendía a su esposo, era bastante joven apenas comenzaba en la vida, para el rubio todo era fácil, con un puchero, unos cuantos besos y lo tendría comiendo de su mano pues no. Donghae debía aprender que su actitud mimada tenía consecuencias.
—Buenos días, señor Lee.- Saluda Sunhee, su cabello negro cae en cascada alrededor de su rostro, una dulce sonrisa estaba en sus labios rosados y un brillo interesante en los ojos oscuros.
—Buenos días ¿Está todo listo?- Pregunto el moreno tomando asiento tras su escritorio.
—Todo está perfecto, éste trato nos llevará a la vista de las empresas internacionales. Será maravilloso.- Afirma la mujer con una gran sonrisa.
Ambos continúan charlando, dejando la platica profesional cada vez más de lado, comienzan con comentarios casuales que se van volviendo íntimos y terminan en una de esas platicas sobre su vida. Sunhee habla de sus cosas y Hyukjae de las suyas, la cercanía entre ambos se va cerrando un poco más en cada ocasión, en cada día. Una amistad se forja mientras un corazón se rompe poco a poco. Pero nadie pone atención en los detalles o ve más allá de lo que quiere hasta que es demasiado tarde, hasta que todo está perdido.
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Hola, vengo con otra historia espero les guste como las demás. He tenido cierto conflicto para plasmar la historia a pesar de que ya la tengo toda resuelta en mi mente.
Les quiero mucho, no olviden votar y comentar.
💙❤️🥰🌺🥰❤️💙
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El final de un corazón roto
FanfictionLee Hyukjae de treinta y tres años se casó con Lee Donghae de veinticinco, ambos perdidamente enamorados. Pero... ¿El amor podría superar la gran diferencia de edad y un poco más?