idiota

535 34 8
                                    

Era medio día y las gotas de lluvia caían con ligereza sobre la ventana mientras que los árboles se movían de manera desapacible de un lado hacia otro golpeándose entre si

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era medio día y las gotas de lluvia caían con ligereza sobre la ventana mientras que los árboles se movían de manera desapacible de un lado hacia otro golpeándose entre si.

Manuel dormía cual bebé y no tenia ni la más mínima intención de despertarlo, había estado todo el día ayudándome a ordenar mi cuarto moviéndose de un lado a otro y terminamos bastante agotados. Su respiración era calmada, sus rosados labios estaban entre abiertos y su mejillas y nariz estaban pintadas de una tonalidad carmesí. Estaba rodeando mi cintura con sus brazos mientras que mis piernas estaban entrelazadas con las suyas. Sus manos se posaban en mi espalda por debajo de mi camiseta ofreciéndome calidez en esta zona.

Un fuerte estruendo hizo que Manuel abriera sus ojos y pegara un pequeño brinco.

—Joder —se quejó mientras intentaba ocultar su rostro de la poca luz de la habitación como si esta quemara sus ojos—. ¿Dormí mucho?

—No, si quieres puedes seguir durmiendo —comencé a acariciar su cabello mientras él escondía su rostro en mi cuello.

—No puedo quedarme mucho tiempo, tengo que ayudar a Víctor con algo —su cálida respiración chocaba contra mi cuello haciéndome estremecer.

—No quiero que te vayas —susurré. Me hacía demasiado bien tenerlo a mi lado.

Su mirada se conectó con la mía. Sentía una familia entera de mariposas revoloteando en mi estómago, aún después de meses me seguía sucediendo lo mismo cada vez que nos mirábamos a los ojos.

—Te amo tanto —susurró juntando nuestras frentes y rozando nuestras narices formando un tierno beso esquimal.

—Te amo más —dejé un casto beso en sus labios y hundí mi rostro en su cuello—. Hueles tan bien.

Soltó una pequeña risita y me estrechó entre sus fuertes brazos. Ese era mi refugio.

—No sabes lo bien que me hace pasar tiempo contigo —su mano acarició lentamente mi cabello liberando una sensación de paz por todo mi cuerpo.

—Pero me pone mal saber que al volver a tu casa pelearás nuevamente con tu tía por haberte escapado —lo miré e hice un puchero—. Manuel no quiero causarte más problemas.

—Entonces terminemos, acabemos con esto de una vez y listo —dijo sin un poco de tacto.

—Si es lo que tu quieres —sin darme cuenta mi voz sonó entrecortada.

—Joder, era una broma ven acá —me abrazó y sentí que me volvió el alma al cuerpo.

—Idiota —sentí en mi oído la vibración de su pecho al soltar una pequeña carcajada.

Acariciaba mi espalda lentamente de arriba hacia abajo con llema de sus dedos. Estos pequeños momentos en donde podíamos ser nosotros sin que nadie nos dijese lo que estaba bien o no eran los que más disfrutaba. Estábamos en silencio, no hacían falta las palabras. Con una de mis manos palpaba suavemente su pecho buscando su corazón, quería saber si latía igual que el mío. Calmado. A un ritmo tan lento que parecía detenerse por unos segundos. Pareció notarlo y tomó mi mano para ponerla en el lugar correcto. Sonreí inmediatamente.

—Al contrario de traerme problemas haces que me olvide de ellos. Contigo me siento en paz.

—No dudes en acudir a mi cuando estés mal. Sabes que mas que una novia también soy tu amiga y siempre daré lo mejor de mi para que estés bien —musite cerca de sus labios.

—Lo mismo digo, en mi siempre encontrarás alguien en quien confiar —dicho esto cortó la poca distancia entre nosotros y estampó sus labios en los míos.

Una característica única de Manuel era su forma de besarme, tan suave y lenta pero a la vez con ese toque de pasión que me hacía tocar las estrellas en una milésima de segundo. Sin dudas estaba completamente enamorada de este chico. 

one shots binuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora