Capítulo 27 ~ Lo intrincado es amado.

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Lo fácil es una amenaza a tu lado.
El delirio es un suspiro contra tus besos.
Mirarte a los ojos es la muerte de mil concepciones.

Lo esperado es mediocre.
Lo extraño se anhela.
Y el entendimiento es deshecho.

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Al despertar, lo primero que sintió Feng Xin fue un dolor de cabeza que amenazaba con matarlo.

Quien sea que controle la vida, ya llévatelo, mucho tuvo que soportar anoche y ni hablar de lo que seguro tendrá que enfrentar en la mañana.

Sabe que no está en su casa cuando abre los ojos y se encuentra dormido en un sillón, mira con ojos perezosos a su alrededor y nota los detalles neutros de una cocina minimalista.

Demonios...

Los recuerdos de la noche anterior se entremezclan de manera ridícula y no puede formar una idea clara.
Se encuentra aún más desorientado cuando mira hacia la barra de la cocina y mira a alguien de espaldas, silbando alegremente y moviendo unas ollas y un par de platos, como si estuviera cocinando algo. Cuando Feng Xin nota el cabello castaño oscuro y la silueta de Pei Ming, quiere volver a caer en el sillón y desmayarse.

Ay, no. ¿Ya murió?

Ver a Pei Ming en una cocina, frente a la barra de la estufa, es quizá una visión demasiado extraña sólo digna del mundo después de la muerte. Definitivamente tiene que estar muerto.
"Maldita sea..." pero si está muerto, ¿Por qué carajos le duele tanto la cabeza?

Pei Ming da un salto en su lugar al oír el susurro y hay un estruendo entre ollas y el lavadero, se da la vuelta y lo único que mira es a un casi cadáver masajear sus sienes mientras se queja de dolor.

Pei Ming solo resopla de modo burlón, mientras sonríe y busca algo en un pequeño cajón de la alacena, conoce bastante bien la casa de los Shi ya que cuando aún era amigo de WuDu, los visitaba muy seguido, así que definitivamente sabe dónde están las aspirinas.

"Al fin despertaste, bella durmiente" Pei Ming le da una mirada burlona mientras le tiende un vaso de agua y una tableta blanca. Feng Xin está demasiado fuera de sí como para preguntar cualquier tontería, toma el vaso y ni siquiera lo piensa antes de tomar la pastilla y dar un trago de agua.

Dioses, alguien podría matarlo al solo ofrecerle una pastilla en medio de la resaca y él ni siquiera se daría cuenta.
Bueno, en su defensa, ese alguien es Pei Ming y aunque es un idiota, sabe más sobre resaca que Feng Xin en ésta y su siguiente vida.

"¿Estabas cocinando?" maldita sea, su voz se oye rasposa. Demonios, no volverá a tocar el alcohol de nuevo en su vida.

"¡¿Que?!" Pei Ming exclama, haciendo que aquello suene más a un grito para la cabeza de Feng Xin. ¿Por qué se siente como una completa mierda? "¡Por supuesto que no!"

Claro, Pei Ming no le dirá que estuvo acompañando a la ama de llaves cuando hacía el desayuno, mientras ella le contaba que la comida que no podía faltar en el desayuno del hijo mayor de la señora de la casa, eran el congyoubing* con un toque especial y acompañados de salsa de aceite de chile, y aunque al principio la mujer se mostró reacia a decirle cuál era el bendito toque especial, logró que se lo dijera gracias a sus incomparables encantos, (y también porque le ayudó a cortar la cebolleta, dónde por cierto, Pei Ming casi se corta un dedo) por supuesto que no le contará eso a Feng Xin, aunque acepta que saber cuál es la comida infaltable en el desayuno de WuDu, podría considerarse una ventaja a futuro.

Feng Xin lanza un gruñido y le devuelve el vaso a Pei Ming, si tiene que ser sincero, en ese momento solo quiere morir. Toma su teléfono y lo enciende, al principio no reconoce los caracteres, pero después nota que están a punto de dar las once de la mañana.

Tu perfume entre la nieve (Tian Guan Ci Fu) (Fengqing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora