;; cero tres

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Kirishima caminó por el pasillo con Kaminari siguiéndolo de cerca, mientras murmuraba una extraña maldición por no haber conseguido lo que quería. El camino del quinto al tercer piso había sido corto.

— ¿Estás bien? – Dijo Iida cuando vio que el pelirrojo lo acababa de pasar por alto ignorando su presencia.

Kirishima parecía exaltado, aunque no quería saber de más, de todos modos tomó su brazo, ejerciendo un poco de fuerza para que detuviera sus pasos.

— No, no estoy bien.– Kirishima pausa apenas reconoció la voz y se detuvo.— Dime que tienes información.– Suplicó.

— Solo un poco.– Admitió.

— Supongo que es suficiente, dime.

Iida lo miró en silencio antes de encogerse de hombros. Kirishima era inestable de vez en cuando.

— Este hospital es demasiado perturbador, esconde secretos.– dijo Iida.— He espiado las conversaciones de las enfermeras y no es una buena idea continuar aquí, debemos irnos.

— Concéntrate.– Kirishima respondió, acercándose a Iida para poder escucharlo mejor.— Dime lo que descubriste.

— Lo más abrumador fue lo que sucedió allá arriba.– Kirishima suspira cuando Iida levanta su dedo con miedo indicando algo.— El ... quinto piso.

— ¿Qué hay en el quinto piso? – Preguntó con curiosidad.

— Dicen que hace muchos años, justo en ese lugar ocurrieron muchos asesinatos e incluso más que eso, y que quien los cometió fue uno de los pacientes, lo apodaron "muñeco de porcelana" debido a su hermosa apariencia y quién sabe por qué más. Es estúpido.

— Mierda... creo que ordenaré para dormir más de un analgésico hoy.

— Tengo que averiguar más... y buscar los archivos de los otros pacientes, tenemos que saber sobre ellos y sobre ese muñeco de porcelana.

Cuando terminó la conversación con Iida, Kirishima regresó a su habitación después de despedirse. Estaba oscureciendo, así que caminó hacia su cama y se acostó sobre ella, pero no podía dormir, no importaba cuánto intentara hacer realidad el sueño. Había algo ahí arriba, en el quinto piso, y él estaba completamente seguro, tan seguro como de que no estaba loco.

El pelirrojo puso todo su cuerpo debajo de las sábanas blancas tratando de cerrar los ojos una vez más, pero nada. Todo estaba demasiado tranquilo, Todoroki estaba sedado, por lo que hubo un silencio inquietante, un silencio que permitió escuchar la respiración de todos los internos en el pasillo. Una pesadilla total.

Era cuestión de tiempo para cuando se durmiera, pero los rayos del sol entraban por las ventanas protegidas de su habitación y sin más opciones tenía que levantarse. Aunque Kirishima no piensa demasiado y se levanta, se fue como siempre.

Se dirigió al baño para cumplir con su rutina, pero su cuerpo pesaba y tenía problemas para mantener los ojos abiertos. Su mente todavía estaba un poco perturbada, pero lo dejaría pasar, lo cual era una mala idea.

Se puso en fila sin prestar atención a su entorno, otra mala idea, y de un momento a otro sintió un ligero suspiro en el cuello y cómo se retorcía hasta con el más mínimo toque.

— Hola, Eijiro.– Susurró el culpable.— ¿Dormiste bien?

— Sero... Sero Hanta.– Respondió aturdido.— ¿Qué estás... haciendo?

— Huele bien.– El chico golpeó la nariz en el cuello de Kirishima haciéndole temblar.

— Por favor para...– Sus manos eran puños en la tela de sus pantalones y un gemido salió de sus labios cuando los dientes de Sero fueron inscritos e incrustados directamente en su piel.

hospital psiquiátrico; bhnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora