Capítulo 18

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Capítulo 18:

-Jefe, vengo del hospital. Ya tengo la declaración del zorro fennec. –dijo el tigre entrando a la oficina de Bogo. -

- ¿Qué tienes oficial Jackson? -

-Según refiere la víctima, un zorro fennec de cuarenta y cinco años, huía de un puercoespín que se volvió "salvaje", señor. –dijo extrañado.

- ¿Qué? – Bogo no podía creerlo. Se supone que los casos habían disminuido.

Un momento.

- ¿Acaso dijiste puercoespín? -

-Sí señor. Un macho de unos veinte años aproximadamente según la descripción dada por la víctima. – informó el tigre.

-Oficial Jackson, avise a su equipo y rastreen la zona de Distrito Forestal en busca de ese puercoespín. Es de vital importancia que lo encuentren, ¿quedó claro? - El tigre asintió, sacó su celular y se retiró apresuradamente.

El jefe Bogo entrelazó las patas y reflexionó.

"Algo raro está pasando aquí".

Hasta entonces todos los mamíferos que se habían vuelto "salvajes", eran depredadores. Una de las hipótesis que los científicos tenían era el ADN de los mismos, que habían vuelto a ceder a sus más primitivos instintos.

Es más, los artefactos de la alcaldesa Bellwether fueron ideados para combatir posibles salvajismos de los depredadores.

Pero...si una presa podía volverse salvaje.

¡Eso indicaba que nadie en Zootopia estaba a salvo! Eso causaría pánico en la población, ante un posible salvajismo sin cura.

Seguían trabajando en ella, pero los científicos no habían encontrado nada.

Eso quería decir que, de ahora en más, ¿todos los animales debían usar "collares domesticadores"?

Se tocó su cuello, imaginándose a sí mismo usando ese artefacto.

Se estremeció.

Pensó en la estrategia a ejecutar. Esto era grave.

Tenía que moverse y rápido.



Judy hablaba con Francine en la sala de conferencias, muy asombrada.

"¿Presas salvaje?" Eso era impensado...hasta ahora.

La sala de conferencias quedó sumida en el más completo silencio cuando Bogo ingresó. Les dirigió una mirada dura, que luego suavizo al ver los rostros expectantes y preocupados de sus agentes.

El equipo Delta había recuperado con éxito al puercoespín salvaje. La habían llevado al hospital de manera discreta para que lo evaluaran, luego de haber informado a sus familiares y pedido que fueron discretos.

Pero era una información difícil de mantener en secreto, sobre todo después de siete ataques esa misma semana. Tres en Tundratown, dos en Distrito Forestal, uno en Plaza Sahara y uno en Sabana Central.

-Presten atención. –vociferó sin necesidad, todos estaban atentos a lo que iba a decir. –La información es correcta. Los mamíferos salvajes son presas. -reconoció. –Les asigné un distrito a cada uno, tendrán que repartirse en grupos de dos y patrullar cada rincón del distrito, ¿queda claro? Necesito sus ojos y orejas en todos lados. Esta no va a ser una semana fácil, agentes. -

Judy lo miró con pesar, se lo notaba muy cansado. Les asignó sus distritos y salieron.

Judy fue agrupada con Savage. A su equipo le habían asignado Sabana Central, es decir, donde se encontraba la jefatura.

Tamborileaba las patas contra su regazo mirando atentamente los alrededores.

"Todo parece tranquilo". Tal vez demasiado.

El terror había vuelto a Zootopia, no había visto la ciudad así desde los depredadores salvajes unos años atrás.

Si bien había algunos animales en las calles, eran pocos a comparación de lo que era Sabana Central a las cuatro de la tarde. Los animales habían optado por evitar salir lo menos posible, con temor a que un nuevo ataque pueda darse o ... peor.

Que ellos mismos se convirtieran en salvajes.



Un zorro se presentó en recepción y pidió indicaciones para ir a una habitación en específico.

Llevaba un ramo de flores blancas en la pata.

Golpeó y espero que respondieran del otro lado.

- ¿Cómo es que dicen? -reflexionó en voz alta al entrar a la habitación. Se sobó la barbilla, reflexivo. Su interlocutor elevó una ceja. - ¡Ah sí! Hierba mala nunca muere. –

-Maldito zorro. -gruñó, sonriendo de lado.

-Estas son para ti, madame. -dijo Nick caballeroso intentando contener la carcajada al ver la expresión del otro.

- ¡Bésame el culo Nicholas! –vociferó el zorro fennec, enseñándole el dedo del medio.

El zorro reprimió un escalofrío y acomodó las flores en un jarrón que se encontraba en la habitación. Se sentó.

-Hoy por fin te darán el alta, Finnick. -

-No estaría mal quedarme un día más o dos. La comida es buena y las enfermeras están...-hizo un gesto obsceno que Nick hizo como que no vio.

- ¿Qué piensas de los casos de presas salvajes? -preguntó Nick con seriedad. Al zorro le había sorprendido mucho enterarse que su amigo estuvo siendo perseguido por uno, antes de caer al agua aquella tarde.

El otro lo evaluó, antes de responder.

-La ciudad, mi querido amigo, quedó en un fuego cruzado entre dos animales egocéntricos. -declaró ante la sorpresa del otro. –Dos animales que poco les importa las vidas que se pierdan con tal de lograr sus objetivos. –escupió con desagrado.

- ¿A qué te refieres? -frunció el ceño.

- ¿Quién crees que está volviendo salvajes a las presas? Es más, ¿cómo piensas que lo hacen? -preguntó.

Nick lucía confundido.

Bellwether fue el primer nombre que se le vino a la cabeza. Pero no cuadraba. Si su odio era hacia los depredadores, ¿por qué convertir en salvajes a simples presas?

No tenía sentido.

El cómo era algo que estaba más allá de sus conocimientos.

-Garra de Hierro sí que lo sabe. -El zorro lo miró sorprendido.

- ¿Qué insinúas? -dijo cruzándose de brazos. - ¿Con qué propósito mi padre haría esto? -lo fulminó con la mirada.

- ¿En serio eres tan ingenuo? Si recuerdas que yo trabaje en la organización antes de que tú llegarás, ¿no? -

Sí. Lo sabía. Había sido la mano derecha de su padre por años, antes de que decidiera dimitir.

Finnick continúo: -Vamos Nick. Eres inteligente. -alentó. - ¿Cuántos agentes piensas que dimitieron de la organización? -preguntó. Nick parpadeo. Jamás lo había pensado. -Cero. Ninguno, chico. Porque no se puede dimitir. O mueres por causas naturales o mueres en una misión. No tienes otra alternativa. -

Lo tomó del hombro como un gesto de cariño.

-Tú intercediste por mí esa vez. Me salvaste la vida. - Nick lo miró. –Pude llevar una vida fuera de la organización gracias a ti. – Su agradecimiento era genuino. –Pero tengo que advertirte que no puedes confiar en Garra de Hierro. Sólo somos simples peones en su jugada. Cuando ya no nos necesita nos elimina. Él fue quien envío esa presa a eliminarme. Tu padre no deja piezas al azar. -

Nick estaba shockeado.

Era verdad. Recordó lo furioso que estaba su padre cuando Finnick le presentó su renuncia de la organización.

Garra de Hierro evaluaba bien su jugada antes de realizarla.

Jamás dejaba piezas al azar.

Amor y Venganza (Zootopia).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora