"Crush" Drabble

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—¡Vamos, Arendelle!— escuchó la voz del coach al lejanía, justo sobre las burbujas de agua. Dio otra brazada, aprovechando el momento para boquear por aire. Cuando llegó a la otra punta, palmeó ligeramente la superficie del borde de la piscina mientras sacaba la cabeza. —4 segundos menos que tu último record, ¿qué pasa?.

Con los labios morados por el frío, miró hacia arriba en busca de la cara de su entrenador. Como buscando compasión.

—Vamos, afuera.— le tendió la mano, ayudándola a salir. Se quitó el gorro y los lentes de la cabeza. —¿Dónde tienes la mente?, la semana pasada parecías quere comerte a ese estilo mariposa y ahora él parece comerte a ti... temo que....

Las puertas del coliseo acuático se abrieron y dejó de escuchar. Ahora, la voz de su entrenador sonaba como minutos atrás, amortiguada por capas y capas de agua que en esta ocasión eran remplazadas por desconcentración. 

Ser la capitana del equipo de natación de tu escuela no era algo sencillo, al ser un deporte renegado, o bueno, no tan conocido o presupuestado en su escuela como lo eran el equipo de soccer o béisbol, se veían en la obligación casi implícita de incrementar su popularidad. Lo que conllevaba que todas las expectativas estaban sobre ella. 

La natación no era algo que le apasionaba, pero sí le agradaba, le entretenía y se veía bien en su currículum para la universidad. Ella realmente no era una promesa de la natación, solo era alguien veloz que adquirió una buena técnica debido a la práctica, nada más. Le encantaba ser competitiva y ganar, era ambiciosa.

El problema radicaba en algo mucho más superficial, digno de la edad que tenía.

Elsa tenía un crush.

Era de esos que no entiendes de dónde salió, si tan solo hablaron un par de veces. A ciencia cierta ella tampoco conoce el motivo, supone que un día solo levantó la cabeza y por primera vez en los 6 años que llevaba estudiando con él, se dio cuenta de lo hermosos que eran los ojos de Jackson Frost. 

Alumno de 4B, de los primeros en los listados y de popularidad media, con una cantidad considerable de admiradoras a sus pies. Inteligente a morir y tan agradable que te dan ganas de abofetearlo.

Ese mismo chico que a veces intercalaba entre usar lentes de contacto o gafas de montura estilizada a lo largo de la semana, era el que había entrado al coliseo justo en ese instante, desviando su atención del sermón del coach. Aquel día no tenía gafas, por lo que sus ojos azul marino estaban brillando más que nunca, las facciones atractivas iluminadas por una sonrisa dirigida a Mérida Dumbroch, su mejor amiga y compañera de Elsa del equipo.

—¡Arendelle! ¿Me está escuchando?— la voz de Phil, estremeció a todo el presente en la sala, rebotando por los altos techos y amplias paredes del complejo. Eso atrajo miradas a la situación, entre esas la del peliblanco.

Roja hasta las orejas, Elsa asintió.

—Bien...— el bajito asintió, no muy convencido. —Como sea, te digo que si para el fin de semana, este récord no está superado, tendré que suspenderte los entrenamientos personales y no quiero hacerlo, ¿entendido?.

—Entendido, coach.— dijo quedita, consiente de las miradas curiosas del resto del equipo.

—Bien, ¡a las duchas!— se dirigió a todas las bañistas.

—Sí, coach, lo siento, coach.— El respeto que Elsa tenía por ese hombre era real.

Tomó su toalla y chupó disimuladamente aire al pasar de largo junto a Frost, perdiéndose en la puerta de los vestidores.


—¿Táctica nueva?— le preguntó Mérida secando su cabello crespo, luego de las duchas.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora