Café, embriagante sin alcohol, desvela,
provoca sueños, hace que el pensamiento se pierda como en una enciclopedia, mareos, alucinaciones, producen aquellas invenciones que el loco sueña.
Rojo, como el vino, con un toque fuerte, y dulce a su vez, en exceso sus efectos son variados, un poco más atrás resguardan perlas, blancas como nubes, siendo la combinación perfecta en dosis controladas.
Un lienzo, con pequeños rasgos, que a su vez convinan perfectamente, se mezclan, produciendo un arte que pocos aprecian, arte que la vista de los ciegos no aprecian.
Hilos, algo enredados, bailan a la par con el viento, un destello de luz, permite ver colores, que se esconden a la simple vista, se convierte en algo nostálgico,
que recuerda el tiempo de días mejores.
