Yo soy tuyo, tú eres mío

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En un prado lleno de campo verde y flores blancas dos amantes juegan entre sí, uno sigue al otro, la atmósfera es realmente tranquila se siente el amor en el aire, como si la diosa Afrodita estuviera conspirando para que ese día fuera perfecto, Spiros un joven soñador con alma de niño y cuerpo de hombre, corría al compás de su amante Peder un hombre maduro en la extensión de la palabra, inteligente, atractivo y amoroso, qué más podría desear el joven de melena rubia y ojos verdes que por cierto poseía una belleza única tanto así que podría ser el hijo de un Dios.

Ambos hombres se posaron en un manzano que estaba cerca de ellos, Peder estaba exhausto pero satisfecho al ver feliz a su amante, el joven Spiros al contrario estaba lleno de energía y más por estar al lado del hombre que amaba y que podía jurar que era su alma gemela, descansando un poco y disfrutando el escenario cálido y armonioso de la naturaleza, entre tanto Spiros se levanta y coge una manzana, Peder lo ve y sonríe al ver tal acción, le causaba ternura al ver a su joven amante actuar como un niño, Spiros regresa a lugar, sentándose al  lado de Peder a la vez que pone su cabeza en el hombro de aquel hombre.

¿Estás cansado? -pregunta Spiros-. No, estoy bien, me siento bien, se podría decir que estoy más que feliz .-responde  Peder-.
Me gusta estar a tu lado, adoro las veces que tenemos nuestro momento, lastima que no pueda ser así siempre.-comenta Spiros con una mirada triste y una voz vacía-.
-.Lo sé, pero sabes que no tenemos otra alternativa, yo tengo el compromiso con Temis y no puedo romperlo.
¡Es tan injusto!, ¿por qué lo haces?, ¿Por qué me lastimas?, ¿ No me amas?-. Habla Speros en un tono reprochan te y con un nudo en la garganta-.
-.Te amo más que a nada pero también tengo la responsabilidad con mi familia-. Responde Peder en un tono frío-.
-. No sé que debo hacer, yo en verdad te amo y me duele el hecho de que esto sea secreto, odio esto pero por ti puedo soportarlo... aún así no puedo evitar que me duela el corazón.- Habla un Speros al borde del llanto-.

Al ver la situación Peder decide abrazar a su pareja, Spiros empieza a sollozar lentamente, Peder lo abraza con más fuerza, a la vez que le da un ligero masaje en su espalda, por un momento Spiros deja el sollozo para voltear a ver a Peder, acercando se cada vez más hasta terminar en los labios de su amado, así es como empieza una de las escenas más románticas y prohibidas que puede existir.

Dos hombres fundiéndose en el amor de Eros, besos, caricias acaloradas, palabras de amor al aire,suspiros, jadeos, todo era jodidamente bueno, todo era tan único tan irreal, hasta que todo llega a su fin y la realidad golpea de la manera más fría posible, la noche había llegado y Peder tenía que volver al lugar donde en pocas horas tendría un compromiso que no deseaba.

Por favor huyamos-. Habla Speros en tonos suplicantes-. No puedo....

Sin más Speros entiende todo, con la mirada triste y al borde del llanto, se levanta del lugar donde se encontraba y con el corazón en la mano responde...

Está bien...   

La ceremonia se había llevado a cabo, Peder y Temis ahora estaban casados, una joven castaña y piel nivea vestida con una túnica blanca y una corona floral, tomaba del brazo a un hombre de cabellos azabaches con barba del mismo tono acompañado de una piel apiñonada salían del templo a la vez que las personas invitadas daban sus bendiciones y felicitaciones. 

Todo era observado a lo lejos por un joven de ojos verdes y piel nivea con un aura de tristeza y decepción.

Por favor, recuerda que yo soy tuyo, tú eres mío...

Te amo

Fue lo último que dijo aquel joven al viento al irse de ese lugar con un corazón roto y una alma desecha.


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