Las pequeñas gotas de sudor que caen de mi frente se congelan rápidamente por el frío aire de Helheim.
La entrada a la ciudad principal de este submundo es imponente, es un gran arco hecho de piedra y cubierto por gruesas capas de nieve y de hielo.
El piso también de piedra se encuentra congelado, debo tener mucho cuidado al pisar o me resbalaré.
La niebla de color esmeralda que cubre gran parte del Inframundo está presente aquí también, pero es mucho más fina, lo que nos permite tener un mejor campo de visión.
Helheim no parece ser un lugar bullicioso, hay pocas personas deambulando con la mirada perdida de un lugar a otro. Observo que aquí hay muchas casas fabricadas de piedra sólida ubicados en este camino principal que nos llevará directo al templo de la Diosa Hela.
Nuevamente, el viento resopla nuestros rostros.
— ¿Éstos son todos quienes viven aquí? — Pregunto a Vördr al ver a una mujer con sus ropas desgarradas caminar libremente con bastante desequilibrio.
— No, la mayoría se encuentran dentro de esas casas, sufriendo una gran agonía, replicando la horrible sensación de la muerte.
— ¿Y entonces que hace esa mujer aquí? — Camino sin despegar la mirada de él.
— Solo a algunos pocos se les permite caminar libremente por este extenso Reino.
— Como aquel hombre — Señalo a un hombre adulto que camina delante de nosotros — ¿Qué los diferencia de los demás?.
— Al igual como lo harás tú, ellos firmaron un pacto con Hela. Te puede parecer injusto, pero además de los mercenarios, las brujas, entes, demonios y todo aquel que haya ofrecido su alma a Hela se les permite su libertad aquí. Es una suerte de privilegio por servirle.
No puedo evitar sentirme culpable y molesta a la vez. Finalmente la única forma de sobrevivir aquí después de morir es realizar un pacto con Hela, mientras todos aquellos quienes vivieron como personas decentes, con una vida tranquila están condenados a revivir sus sufrimientos una y otra vez.
— Es una estupidez, no importa lo que hagas en vida, la única forma honorable en que podrás encontrar la calma eterna es morir en batalla — Digo sin percatarme de que lo dije en voz alta.
— También lo creo así, es una estupidez. Dentro de los nueve mundos que existen solo a los que fallecieron en guerra gozan de un lugar preferencial en el Valhalla y los demás están condenados a sufrir aquí. A veces pienso que los Dioses son egoístas, que no les importan los humanos, que solo buscan su capricho. Imagínate Iduna, que aquellas almas puras como los niños pudieran pasar la eternidad en un lugar como Alfheim, junto a los duendes de luz y su hermoso bosque o sus increíbles cascadas, seguro que serían felices allí y no extrañarían su vida en el mundo mortal.
— Eso es muy cierto Vördr, no puedo imaginar que dentro de éstas estructuras de piedras hayan niños también — Una sensación de angustia surge en mi pecho al mirar nuevamente las casas — No quiero que Mamá y Papá terminen en este lugar. Ellos no merecen este sufrimiento, ellos han sido muy buenos con todos, sería injusto que terminaran en un lugar como éste.
— Te entiendo Iduna, a mí también me produce una amarga sensación de que mi mejor amigo y el amor de su vida estén aquí. Pero no te preocupes, yo estaré con ellos cuando mueran, yo los cuidaré, conmigo su sufrimiento será un poco más agradable, te lo prometo.
— Gracias Vördr — No puedo evitar soltar algunas lágrimas — Los maldigo...maldigo a cada uno de los Dioses...no se merecen el amor y el respeto que les entregan los humanos.
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💀 Vιαʝҽ αʅ Iɳϝɾαɱυɳԃσ 💀
AdventureIduna, hija de Elsa y de (Y/N) decidió marcharse a los 18 años del Bosque Encantando la cual ella llamaba como su hogar. Ya han pasado 3 años desde aquel entonces y ahora deberá viajar al Inframundo para unirse a la antigua organización llamada Los...