Capítulo 19:
Judy entró corriendo al hospital, esquivando a la manada de animales que huían despavoridos del lugar.
Se dirigió corriendo a los ascensores del establecimiento, seguida de Savage. Sostuvo con fuerza su pistola tranquilizante mientras inhala profundo intentando regular su respiración.
Primer piso.
Segundo piso.
¡Tercer piso! ¡Ahí era!
Ambos se colocaron en posiciones de ataque y cuando las puertas se abrieron ambos salieron disparados.
Había restos de sangre en el piso y unas pisadas que continuaban hacia el final del pasillo y doblaban a la derecha.
Las siguieron con cautela. Ambos con las armas listas.
Judy se pegó a la pared y espió.
Dos enormes toros negros se encontraban en el lugar con restos de sangre en sus patas y en sus cuernos.
Judy hizo un gesto a Savage que guardara silencio.
Después de un conteo con las patas, arremetieron contra ambos con los dardos tranquilizantes, dando en el blanco.
Chocaron patas.
-Capitán Savage al habla. Los dos animales salvajes han sido neutralizados. –dijo satisfecho.
-Jack, según la llamada que recibimos son tres animales salvajes. -respondió Garraza del otro lado del comunicador.
De pronto, ambos irguieron las orejas en busca de ese extraño sonido, se miraron y sin decir nada corrieron hacia las escaleras en busca del tercer mamífero.
Nick había lanzado todo tipo de objetos contra la puerta, en un intento por evitar que el animal entrara.
- ¡Te dije que tu padre no deja nada al azar! -le gritó Finnick empujando una mesa contra la puerta.
La mente de Nick iba a mil, tenía que encontrar una forma de sacar a ambos de allí.
Dirigió su vista a la habitación.
"¡La ventana!"
Indicó a Finnick que saliera por la ventana.
- ¿Qué hay de ti, chico? - dijo, haciendo nudos con las sabanas.
-Lo distraeré. No te preocupes. –Le mostró una granada que llevaba en el bolsillo.
Cuando Finnick bajó por la ventana, Nick dejó de sostener la puerta.
El inmenso animal entró con todo a la habitación, llevándose los objetos que inocentemente intentaban impedir su ingreso.
Nick tomó el jarrón y se lo estrelló con fuerza en la cabeza, dejándolo mareado unos minutos, mientras él se escurría hacia el pasillo.
Oyó al mamífero correr tras él.
Con unos metros de ventaja y con la granada en la mano, miró al animal de frente y esperó que se acercara.
"Te voy a hacer volar, maldita sea"
Estuvo a punto de quitar el seguro, cuando una granada aturdidora fue lanzada delante del animal.
Sintió unas patas jalarlo y meterlo en un depósito.
- ¿Nick? -dijo Judy mirándolo con sorpresa. - Miró de reojo por la cortina. Como el animal no los había escuchado, dijo entre susurros: - ¿Qué haces aquí? -
-Vine a ver a Finnick cuando esa bestia intentó atacarnos. –
El zorro se felicitó mentalmente por haber guardado la granada justo a tiempo antes que la coneja lo viera.
-No hay tiempo, tengo que sacarte de aquí. -
- ¿Qué? -dijo anonadado. –De ninguna manera vas a enfrentarte a ese salvaje tú sola. -
-Nick. Es mi trabajo. –Como si él hubiera olvidado que era policía.
-Escucha Pelusa. -dijo armándose de paciencia. Judy podía ser muy testaruda cuando quería. –Hay una clara diferencia de tamaños. Va a herirte. - Intentó hacerla entrar en razón.
Judy continuaba mirando por detrás de la cortina.
- ¡Tengo una idea! -dijo sonriente observando unos tarros con pintura.
-Esas orejas al parecer son de adorno-dijo Nick a regañadientes. -Lo que sea que hagas, cuenta conmigo. -Conocía las locuras que podían pasar por esa diminuta cabeza y no iba a dejar que saliera herida.
Judy lo evalúo unos segundos y aceptó. Pasó a explicarle el plan detalladamente.
- ¡Oye campeón! –gritó al mamífero, captando su atención. –Ven aquí. –dijo ondeando una sábana roja.
El toro lo miró enfurecido, bufó y se lanzó contra él.
El zorro aparentaba tranquilidad, aunque por dentro sentía puro terror.
Un segundo antes que arremetiera contra él, se arrojó hacia un costado.
El toro con la sabana sobre los ojos, se dio de llenó contra la pared. Lo aturdió unos pocos minutos antes de levantarse con dificultad y mirar con odio al zorro.
Ese fue el momento para que Judy actuara.
La coneja rebotó contra las paredes para ganar velocidad y ante el despiste del animal, le dio un fuerte golpe en el rostro con sus patas traseras, dejándolo noqueado.
- ¡Pero qué hembra! -dijo Nick con admiración.
Una voz intervino detrás de él.
-Con qué esa es la famosa "patada Hopps" que tanto dicen en la jefatura. –
El zorro, al voltearse colocó, automáticamente, una mueca de desagrado.
Era ese maldito conejo nuevamente.
-Jack, ¿dónde estabas? -regañó Judy.
El conejo levantó ambas patas, tranquilizándola. –Vi que lo tenías bajo control y decidí no intervenir. - Miró a Nick con una ceja levantada. - Qué coincidencia, ¿no? - dijo dirigiéndose a Nick. –Siempre estás ahí cuando hay problemas, ¿eh? Primero el festival y ahora con estos mamíferos. – señaló al inconsciente toro. -
Se miraron fijamente retadores. La tensión era palpable en el aire.
Judy intervino.
-Los equipos vendrán en cualquier momento, junto con la ambulancia para llevar a los mamíferos. ¿Podrías encargarte? - Savage asistió.
Judy escoltó a Nick fuera del hospital.
-Si ven que estuviste aquí, te tomarán de testigo. -explicó. -Además, puse en riesgo a un civil, el jefe me regañará si se entera. Tienes que irte, Nick. -
-Si...acerca de eso Pelusa...-empezó Nick con nerviosismo.
Después de lo que Finnick había revelado sumado al ataque de los toros, no podía volver al cuartel.
Su padre había mandado a matar a Finnick.
Dos veces.
Y poco le importaba si él hubiera salido herido en el proceso.
Inventó un posible ajuste de cuentas de unos mamíferos contra él y como su vida posiblemente estaba en peligro. Judy ante ello, le dijo que se quedara en su departamento el tiempo que necesitara.
-Te juro que será sólo un tiempo hasta que los matones se tranquilicen. - Prometió Nick.
-Está bien, ¡ahora vete! -apuró Judy divisando a lo lejos las patrullas.
Le entregó las llaves de su casa y le dio el número de su apartamento.
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Amor y Venganza (Zootopia).
RomanceJudy es una joven conejita, quien abandona su más grande sueño y no sólo eso, abandona una parte de sí misma. Después de ser herida por Gideon, siente un enorme rencor hacia los zorros. ¿Podrá un pequeño y astuto zorro hacerla cambiar de opinión? E...