Definitivamente no era lo que tenía en mente. Sí, ella quería regresar a casa tomando el viejo camino que conocía, con el fin de disfrutar su soledad y seguir reflexionando sobre sus sentimientos. Por ello, la singular presencia de Elián alejaba la tranquilidad que anhelaba. ¿Cómo terminó así? Por más que tratara de recordarlo, era como si el suceso se hubiese esfumado de su mente, simplemente debía asumir que las cosas sucedieron de tal manera que Elián estuviera a su lado.
Arleth exhaló intentando no llamar la atención, la jovencita observó por un momento a Elián, sintiendo nostalgia al rememorar el día que inició la historia entre ambos pues era algo similar ya que ambos caminaban sin dirigirse la palabra solo que el jovencito no usaba su celular, miraba al frente con expresión ausente, Arleth imaginó que estaba tan metido en sus pensamientos como ella.
Leth se concentraba en el nerviosismo que tenía, su corazón latía rápido, sus manos transpiraban provocando que más inquieta se encontrara, siendo honesta consigo misma sabía que no era una sensación bonita, se sentía mal, muy diferente a lo que alguna vez representó que el muchacho provocará ese rápido latido de su corazón o la intranquilidad.
Cuando llegaron a la entrada del parque, Elián por fin la miró. Parecía tan serio y calmado que Arleth creyó ser la única con un malestar, sin embargo, pronto descubrió que el chico estaba en el mismo bote que ella pues vaciló para abrir la conversación.
— ¿Entramos? —Dijo finalmente, la niña lo vio crear una mueca dándole la impresión de que eso no era lo que quería decir.
— Sí. —Ella tampoco quería utilizar únicamente los monosílabos. Pero ¿Qué le iba a hacer? Solo así su voz no temblaba.
Los dos jovencitos avanzaron al interior del jardín, Arleth bajó la mirada concentrada en sus zapatos, las jardineras, el alrededor o todo aquello que no fuese Elián. Siguiendo al chico, se sentó en una de las sillas de las mesas fuera del local, era aquella cafetería que los unió.
La primera vez, su curiosidad por el jovencito era tal que no paraba de mirarlo, no obstante, esta ocasión era algo que no se atrevía a hacer. Cuando sus miradas se encontraron, la señorita velozmente giró el rostro para buscar refugio en las personas que pasaban por ahí. Elián estaría mintiéndose si decía no importarle la acción de la niña, el joven exhaló y para su suerte el camarero llegó.
— ¿Desean ordenar? —Elián asintió.
— Un americano, un cappuccino de vainilla y una tartaleta de frutos rojos. —Pidió, el mesero repitió la orden y se retiró luego de confirmarla. Antes de regresar su vista al frente, el jovencito volvió a exhalar.
Se impresionó de encontrar a Arleth mirándolo, tenía una ligera sonrisa en el rostro casi pasaría por desapercibida. Debía admitir que le sentaba bien saber que no lo estaba evitando a toda costa, Elián pareció sumergirse con ella.
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La esencia de Aurora
Roman d'amourArleth Bennett se consideraba un experimento jugando a ser normal. Sí, probablemente fuese así. Jugaba a ser alguien, a no ser una mentira, sin embargo, su juego terminó. Luego de que su identidad fuera revelada a las nuevas personas que más quería...