Capítulo #3

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—¿Todo bien? —pregunta Demián asustado.

Trato de hacerme la enferma y miro a todos lados: —¿Qué paso? No recuerdo nada.

—Escuche un gran ruido y quise venir a verte. Te encontré ida —comenta y asiento.

Me observa detenidamente, yo hago lo mismo y por impulso o lo que sea me acerco con rapidez y lo beso. Él continúa el beso, no se resiste. En ese momento el placer y la locura de apoderó totalmente de nosotros, enviándonos a un vaivén de pasiones.

Demián chupa mi labio y trata de introducir su lengua, lo permito y nuestro beso comienza a ser cada vez más explosivo.

Demián se levanta y cierra la puerta con seguro. Sea lo que sea ahora pasará.

Demián se acerca con rapidez y retira mi blusa. Continúa besando mi cuello y dándole pequeños besos húmedos.

Besa todo mi cuerpo y me siento exitada por el momento.

Sin esperar más me quita el sosten, como si supiera lo que hacía.

—Eres muy bonita —y no se si se refiere a mis pechos o a mi, pero no me importa.

Me recostó en la cama y se puso encima de mi, comenzo a lamer mis pezones, dándoles pequeños círculos con la lengua.

—Sigue —le pedí entre gemidos. Ocasionados por el placer que me provocaba.

Demián de inmediato comenzó a bajar sus manos hasta llegar a mi cadera, donde no dudo ni un segundo en quitarme los pantalones. Luego comenzó a besar por encima de mi pelvis.

No podía dejar de gemir, trataba de no ser ruidosa pero me era imposible.

Luego sus dedos comenzaron a masajear mi sexo por encima de la tela, estorbosa en estos momentos.

—Quiero que me hagas tuya —le suplique sumamente exitada.

Él retiro sus dedos y me me miró.

—No tan deprisa pequeña, ahora es tu turno —comprendí al instante.

El momento me aterraba, jamás lo había hecho y quería no ser una tonta al hacerlo. Así que solo me dejé llevar.

En cuestión de minutos él ya estaba debajo de mi, de igual manera desnudo. Mis manos tomaron su miembro, haciendo que este se pusiera erecto.

Di pequeños lenguetazos en su pene y después suavemente lo introduje en mi boca.

Él tomó mi cabello con fuerza y de inmediato comencé a chupar su pene con rapidez.

—Lo haces tan bien —comento extasiado.

Sin embargo no iba a dejar que se corriera tan rápido.

Saque su miembro de mi boca.

—Ahora es mi turno —le dije.

Nuevamente Demián se coloco encima de mi, retiro mis bragas y de manera cuidadosa -al principio- comenzó a introducir su miembro dentro de mi. El dolor y una mezcla de gusto se volvió a mi. Dolía, pero aún así me encantaba. Cada vez comenzó a ir más rápido.

Demián comenzó a bajar la velocidad, ambos ya estábamos exhaustos, pero era tan placentero que aún no quería que acabará. Después de unos minutos me coloque encima de él y comencé a mover mis caderas suavemente. Poco a poco aumente de velocidad.

Él comenzó a gemir.

—Sigue —gimió— lo estás haciendo muy bien.

Después de un rato más todo terminó. Nos tumbamos en la cama, estábamos cansados, no tenía remordimiento alguno. Sabía que esto era malo, pero me seguía atrayendo.

—Esto fue maravilloso —comentó ya un poco más tranquilo— pero...

Mis latidos comenzaron a ser rápidos.

—¿pero? Dime —le pregunté nerviosa.

—Creo que no me atraen las mujeres —lo observe un rato, sin entender— lo siento.

Mi corazón dolía, ya sabía que algo andaba mal, solo no quise tomarlo en cuenta.

—Mañana vienen mi mamá y tu padre —le dije seria— yo me iré un tiempo. Para rehacer mi vida, no puedo seguir aquí y menos con lo que hice —cualquier pizca de ternura me había abandonado— espero y no le hagas esto a ninguna otra chica. Acostarte y después confesar tu sexualidad, solo lo hace un patán. No comentaré esto y me iré sin problemas.

Me levante de mi cama y comencé a vestirme con rapidez. Salí de mi habitación, tratando de asimilar todo.

Dándome cuenta de lo estúpida que fui al entregarme a un hombre que no iba a darme nada mas.

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