El Palacio de Congresos de Sevilla era más antiguo de lo que parecía. Las instalaciones estaban adaptadas a la última tecnología y nadie habría apostado porque el edificio se había inaugurado en 1989.
Cuando finalizó la Gala y sobre todo, cuando lo hizo la retransmisión en directo, los invitados fueron, valga la redundancia, invitados a un cóctel nocturno que se había organizado en una gran sala con el techo acristalado que dejaba ver que, afuera, había empezado a llover. Al acceder a esa parte del Palacio, Samantha pudo ver incluso cómo un par de rayos atravesaban el cielo; el sonido de miles de conversaciones cruzadas y de la música que amenizaba la noche no le permitía oír que también había truenos y que se había formado una buena tormenta.
Se dirigió a una de las barras que había distribuidas por la sala, que más bien parecía una discoteca de verano, y pidió una cerveza para ella y otra para su hermana. Sabía que estando donde estaban quizá debería haber pedido un cóctel más sofisticado, algo que tuviera mucho renombre y que después supiese a agua de fregar, adornado con una aceita para matar el horrible sabor, pero ella era feliz pidiendo su buena Alhambra aun estando en Sevilla.
- Tenemos Cruzcampo - le dijo el camarero.
- Ya, ya lo sé, por eso.
El chico ocultó un gesto de inquina contra ella aunque no era tonta y pudo darse cuenta. Lo que más le gustó de aquello fue no tener que pagar. No es que fuera mal de dinero, ni mucho menos, pero no llevaba encima más que el teléfono: no llevaba cartera, ni llaves ni nada. Su hermana sí que portaba un pequeño bolso en el que un paquete de kleenex y el labial que las dos llevaban esa noche ya ocupaban todo el espacio.
Durante unos minutos, ambas se dedicaron a entablar conversaciones con, básicamente, todo el mundo. Si algo las definía, sobre todo a la pequeña, era su capacidad de hablar hasta con las piedras. Además, era la gente la que quería acercarse a ella.
Se había ganado un lugar en lo que pudiera considerarse como el mundo del famoseo español, y estaba infinitamente orgullosa de haberlo hecho a base de trabajos relacionados con la música, la escritura y la publicidad. Le habían ofrecido miles de veces participar en programas del corazón, entrar a casas para convivir con gente y cobrar una millonada cada semana, ir a islas desiertas a pescar truchas y ponerse morena por todavía más dinero. No quería dinero si iba a ser así, y todo lo que había conseguido había sido gracias a sus cuerdas vocales y no a su cuerpo o su relación con los hombres que la rodeaban.
Al salir de Operación Triunfo, los primeros meses habían sido los más intensos. Los escasos conciertos que pudieron hacer a modo de compensación para los fans y para ellos mismos no habían sido suficiente. Entre ensayos y conciertos en sí, había sido como vivir la experiencia de la Academia otra vez, pero después de aquello se había hecho más plausible que nunca que cada uno iba a seguir su camino, y desde ese momento, el suyo no se había cruzado en diez años con el de algunos de sus compañeros. A algunos como Eli, Nick o Ari llevaba perfectamente siete años sin verlos en persona. La última vez que vio a Jesús fue en la boda de él, y ya habían pasado cinco años. A Hugo le vio las pasadas Navidades, y a Maialen, Eva, Anajú y Gèrard esperaba verlos en su cumpleaños. Siempre habían dicho que el vínculo que se crea en Operación Triunfo iba a ser para siempre, pero ella había sabido desde el minuto uno que no iba a ser así, y el tiempo le había dado la razón. Había gente muy distinta a ella, y con el paso de los años, esas diferencias no se habían limado, se habían acrecentado. Era totalmente lógico y lícito que cada uno dirigiera su carrera donde quisiera, y a veces, simplemente, la vida no te vuelve a cruzar más con algunas personas.
Por su parte, si volvía la vista diez años atrás, sentía que le quedaban muchas cosas por hacer aún, pero estaba muy orgullosa de las que ya había hecho. Los tres cd's en diez años, el poemario, las cuatro giras por España y la complementaria por Latinoamérica. Las decenas de miles de campañas publicitarias que eran lo que realmente le habían llevado a tener la solvencia económica que tenía: empezando por alguna campaña pequeña de H&M para pasar a promocionar la línea de mujer de Massimo Dutti y acabar sin saber cómo y con toda la ilusión del mundo siendo embajadora española de sellos como Balenciaga y Swarowsky.
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UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.
FanfictionHan pasado diez años desde que finalizó la edición más surrealista de Operación Triunfo y la vida no ha sido igual de dulce para unos que para otros. Diez años después del boom que supuso su paso por el programa, Samantha se reencuentra con un Flavi...