Acepto.

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Mo Guan Shan se levantaba de un sueño reparador, la luz grisácea del día tocaba su piel blanca, sus ojos estaba desconcertados, miraba a su alrededor y su cuerpo se mantenía débil, de seguro la droga seguía bailando con elegancia en su sistema, miro su cuerpo, estaba desnudo, solo un pequeño boxers cubría su zona noble y tan solo girar un poco lo observó detenidamente, cabello negro, piel blanca, excelente altura y malicia digna.

—Sigues siendo el mismo bastardo, solo que ahora más loco. — Expreso con voz cansina y débil el desorientado Pelirrojo.

—Loco y obsesionado por ti, en teoría es tu culpa, te metes en el sistema de las personas y cuando estás se quieren apoderar de ti, huyes. — Respondió con frialdad mientras sacaba un cigarro— Eres un vil cobarde.

—Al menos yo no vivo bajo las faldas de mi padre, tengo un trabajo digno, soy libre de amar y mis padres están orgullosos de mi. — Rebatió con odio, el también era capaz de soltar veneno.— No engaño a las personas, yo si soy hombre.

—Bien por ti, que no tienes que matar por obligación, vender drogas, prostituir personas y huir toda tu vida de la ley. — Argumentó con sequedad y levantándose para dejarlo solo. — Puedes estar libre por aquí, una vez se calmen las aguas regresarás a tu sucio barrio.

Lo miró con dolencia, decepción y frialdad, aquello le había dolido, es cierto Mo era feliz, a el más que nadie le fuera gustado tener eso que el pelirrojo tenía, pero lastimosamente solo se tenía a el mismo y su hijo, porque a quien más anhelaba la había demostrado que lo había perdido. 

—Tian.. Quédate. — Shan miraba las sábanas vino tinto que cubrían sus piernas, estaba arrepentido. — Por favor. — Le había rogado después de tanto tiempo, y se sentía extraño, porque en el fondo de manera desesperada necesitaba una caricia de quién algún vez fue su amante.

—Todo lo que quieras— Se acerco poco a poco, sujetó su barbilla, cruzando miradas. — Pero que me asegura a mi que tú lo harás.

Momo trago con dificultad, evadiendo la mirada, era difícil decidir, de un lado de su vida tenía un trabajo estable con un posible ascenso, un novio educado y amable, una familia orgullosa, estabilidad física y emocional, un hogar, gente que lo quería, junto a He Tian tenía futuro de ser criminal sin el decidir, huir, estar en constante alerta, sin un hogar seguro, al lado de una persona que era inestable en muchos aspecto, rodeado de una familia con antecedentes penales y posible viaje a la cárcel por solo ser el amante de un mafioso, era difícil porque nunca lo había dejado de amar y el sabía que Tian lo necesitaba más que nadie, pero era difícil, era una vida muy estable la que tenía, el no quería volver a ese mundo, pero amar a ese chico, a ese hombre, implicaba volver.

—¿Qué debo hacer para que me creas?— Era la pregunta detonante, era la que firmaría la sentencia entre dos mundos, cielo e Inferno.

—Se mi pareja de nuevo, cásate conmigo, olvídate de tu vida, de tu pasado y quiénes te rodean, vuélvete un He. Forma parte de mi vida hasta el final. — Lo miró con seriedad, está vez sujetaba su cuello y con ansias esperaba una respuesta.

—Acepto..

Cutt Buzz era de sangre latina, el lo sentía, también era chino pero más que todo eran lo genes de su madre los cuales predominaban, era por eso que su familia por parte de padre lo odiaban, lo llamaban mestizo, poca cosa y bastardo, su cabello siempre iba rapado por el simple hecho de que cuando crecía eran rizos cenizas como los de su madre, le daban un aspecto aún más extraño pero sensual, y su progenitor solo por saber eso le hacía ese corte militar extremo, Cutt era acomplejado, mucho, no le gustaba su tono de piel bronceado, no le gustaban sus ojos expresivos, no le gustaban sus manos, no le gustaba nada de el, y en la actualidad si antes se sentía menos por su nacionalidad, ahora era mucho más, quería desaparecer, estaban ayudando a su padre acabar con su amigo, y a la vez estaba ayudando a la policía acabar con su amante, el motivo. Los dos bandos lo tenían amenzado, su papá con su madre y amante, el otro meterlo a la cárcel por tener dos propiedades pertenecientes a un criminal.

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