Capítulo único

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Una pequeña luz se filtra haciéndome despertar por vez primera. Quiero ver más, así que lo golpeo, quiero salir, lo derribarré.                                  
                            
El frágil cascarón  cedió rápidamente, haciendo que caiga bruscamente. Ahora podía observar mejor, mis patitas y mi pecho. Pero no tenía equilibrio y sentía frío.                     
                       
Lloré y lloré, pero nadie respondió. Estuve solo en un pequeño lugar. Cada cierto tiempo algo invadía mi espacio, abría forzosamente mi pico aplastándolo de los lados para luego introducir comida en ella, empujando hasta mi garganta.                                                               
                                
Así pasó el tiempo, no se cuanto. Pero cambié, podía caminar con equilibrio, mis patitas estaban un poco más grandes, mis cuerpo estaba envuelto en algo esponjoso.

Cierto día, algo sujetó mi cuerpo y me traslado a otro lado. Caminé muy poco para darme cuenta que no estaba solo.

Otros como yo se acercaban igual de confundidos, poco a poco nos fuimos amontonando, ya no había espacio para acomodarnos. Los otros me pisaban o golpeaban.

—Disculpa, es que me empujaron —dijo alguien en alguna parte.

Siento que me ahogo, no puedo respirar. No sé a dónde ir.

De pronto se abre una enorme puerta, salen seres gigantescos que nos guían adentro. Tengo miedo, ellos son tan altos que no puedo ver hasta dónde termina su cuerpo.

Al ingresar el camino se hacía cada vez más delgado y se iba dividiendo.

De todos los cruces que encontré fuí hacía la derecha, pero todo tiene un final, y lo ví. Al entrar a ese espacio, pude ver a otros nueve como yo. Todos juntos en un rincón.

La puerta se cerró a mis espaldas, me acerqué a mis ahora compañeros de cuarto.

La malla bajo mis patas me lastimaba es difícil andar y mantener el equilibrio.

—Hola —inicié, pero no respondieron, solo se oía murmullos —¿Saben que lugar es este? —se miraron entre ellos.

—Estamos igual de confundidos, nos acabamos de conocer —explicó.

No hablamos más, no hubo silencio, nunca lo hubo. Se escuchaba el llanto de otros, sus dudas lanzadas al aire esperando ser respondidas.

Así nos quedamos un rato, sin decir nada, total todos sabían lo mismo, muy poco.

Se abrió un lado de las paredes dejando ver los barrotes, colgando de esos barrotes estaba una fuente. Ésta estaba llena de comida, no podía evitar acercarme, mi hambriento estómago me guiaba.

Para dormir calentitos, nos acurrucamos unos a los otros. Noté recién que tenían detalles en su aspecto que los diferenciaban.

Al día siguiente decidimos nombrarnos, pues todos éramos iguales en el exterior. Pero por más parecido que seamos no somos iguales.

—Haremos un círculo, cada uno le pondrá nombre a quien esté a su izquierda —explicó alguien —empecemos.

—Uhm... —decidía la primera — Hit —pronunció finalmente.

—Tano.. —continuó— Jul... Pac... Mun... Blas... Dem... Ten... Bam... — me nombraron —Gud —nombré a mi compañero de la izquierda.

Ese día, no fue como otros, nos sentíamos alegres, al tener un nombre éramos alguien, como nunca antes.

Pac y Mun eran los más animados, el primero tenía el plumaje más largo que el resto y el otro tenía un lunar en la cresta.

Comer lo mismo todos los días, hostiga. Amanecer todos los días en el mismo lugar, agota. No ver ni sentir la luz natural, desespera.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2020 ⏰

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