Capítulo 1

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     Me coloco el último toque de rímel en el espejo. Escucho sonar la bocina del exclusivo Aston MartinOne-77 de Alice mientras lo hago. Doy un saltoy sin pensarlo tomo rápidamente unas sofisticadas zapatillasde Chanel color platino del walk in closet, las cuales inesperadamente dan un toque de elegancia a mi ceñido vestidoblanco del mismo diseñador. Corro y salto por el pasillo en unintento por colocármelas y llegar rápido al recibidor, dondemamá y papá me esperan para despedirse. Mi madre me pasami bolso Cleopatra de Lana Marks que va en completo acordecon mis zapatos, luego me abraza y yo de inmediato la correspondo, abrazo también a papá, él me besa la frente y salgo porla puerta como una bala. Ellos aún me observan mientras meintroduzco en el auto y aprovechan el momento para saludar aAlice desde la puerta, y ella en retorno les guiña un ojo con suhabitual picardía, para luego lentamente conducir hasta atravesar el portón y entonces olvidar por completo el habitual límitemáximo de la velocidad. 

     Avanzamos dos calles y Alice toma una ruta ajena a la acostumbrada e intuyo que se desvía para evitar que en el caminonos detengamos a saludar a mi adorado Poli White.

 —Vamos Alice, no le he visto en los últimos tres días, papáno me lo ha permitido.

—Lo siento Amanda, le he visto en la mañana y no lucíamuy bien, no quiero que se nos arruine la noche. 

—¿Tan mal le has visto? 

—Vamos Amanda, si quieres verlo entraremos en el camino 10de regreso, por ahora no quiero que pienses en ello, mira queno permitiré que nada nos arruine la noche. Es mi cumpleañosy lo vamos a celebrar en grande. 

—¡Pero...! 

—Pero nada, no acepto negativas, por qué mejor no me hablas de tu queridísimo Erick Smith. 

—Que quieres que te diga, he perdido las esperanzas, no lehe visto en los últimos tres años. 

—¡Entonces aún no estás enterada!

 —¿Enterada de qué?

 —Se suponía que sería una sorpresa pero no me la aguanto,Erick regresará para tu cumpleaños, planea sorprenderte enplena fiesta invitándote a bailar la primera pieza. ¿Qué te parece? 

—Me parece que dices puras estupideces. Ni siquiera creoque me recuerde y tú ya construyes castillos en tu mundo imaginario. 

—Pues lamento contradecirte, pero es de fuente oficial, sumadre se lo ha dicho a la mía y no creo que estuviera jugando,con un poco de suerte te pedirá matrimonio esa misma noche.

 —Tú siempre exagerando —le dije nublando los ojos—,supongamos que realmente regresara para mi fiesta, no sabríaqué hacer, han pasado tres años desde que se fue, ni siquiera sési aún me gusta. 

—Pues deberías darle una ojeadita a la web, ya sabes, paraque se te vayan las dudas. Te aseguro que la terapia será muybuena para tus ojos —expresó con una pícara sonrisa. 

    Finalmente llegamos al bar. Emma y Christine también acababan de llegar y se dirigieron hacia nosotras tan pronto nosvieron. Al notar lo que traigo puesto y estando más al tanto dela moda y de su costo que cualquiera en aquel lugar, Christinehace un comentario que nos obliga a carcajear. 

—Bolso de cien mil dólares, pendientes, collar y brazaletede diamantes; nada mal para un asaltante —expresó arqueandolas cejas.

 —Que puedo decir, hago un esfuerzo para estar a su nivel. 

   Todas carcajeamos y prontamente nos dirigimos a la entrada del más que lujoso bar, para darle comienzo a la noche.

    La crema y nata del país se encontraba allí esperando porla festejada y tan pronto el excéntrico maestro de ceremoniasanunció su llegada y la de sus tres acompañantes, al compás deun aplauso un sinnúmero de miradas se enclavaron sobre nosotras, desmenuzándonos de pies a cabeza, sin lograr dar cabidaa un único comentario negativo sobre las exóticas maravillasque los más distinguidos diseñadores del momento nos habíancreado exclusivamente para aquella ocasión. 

   Los comentarios acerca de las grotescas cantidades de dineroque según ellos debíamos haber gastado en nuestros ajuares eranincontables, mas no eran molestos, porque ellos no decían másque la verdad, lo cual satisfacía en un noventa y nueve puntonueve por ciento el ego de al menos dos de nosotras. 

   Bajo un ambiente exquisito la noche se tornó extraordinariay una vez más Alice consiguió sorprender a todos con sus sofisticadas pero extremas ocurrencias.

    Al final de la noche, George, el chofer personal de mi padre,tuvo que pasar a recogernos, ya que ni Alice ni yo nos encontrábamos en condiciones para conducir, y durante el camino deregreso a casa, aunque se me dificultaba incluso levantar la cabeza del asiento, conseguí mantenerla erguida por un instantey me percaté de que justamente pasábamos frente a la mansiónde mi adorado Poli White. Prontamente le pedí a George quese detuviera, pero a pesar de que no dudó en hacerlo, mientrasintentaba salir del auto, este me hizo crear conciencia acercade lo que pensaba hacer. 

—Disculpe mi intromisión señorita Brown, pero no considero prudente que entre a verle bajo sus condiciones, tampococreo que a él le siente bien verla así. Debería esperar a mañanay visitarle en compañía de la sobriedad, probablemente algúndía agradezca mi consejo.  

—Tienes razón George —le contesté arrastrando la vozmientras me incorporaba nuevamente al auto, para luego ordenarle continuar. 

   Con la ayuda de George, mi madre nos introdujo a la casapor la puerta trasera para evitarme los posibles regaños de mipadre y mi hermano por la mañana, y una vez entramos en mihabitación nos depositaron en la cama y finalmente se marcharon.

LA EXQUISITA VENGANZA DE DAVID WHITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora