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Min Yoongi, un hombre de 26 años dedicado a la escritura, con un buen nivel de popularidad, ha publicado cinco libros, siendo tres de ellos los más vendidos. Recientemente decidió mudarse a un pequeño departamento alejado del centro de la ciudad, ubicándose en una zona más tranquila pero concurrida en días laborales. Suele mudarse seguido para cambiar de ambiente y obtener inspiración, actualmente se encuentra frustado por no saber cómo darle un final a su sexto libro tan ansiado por sus lectores. No tiene un sueldo de lujo pero intenta abastecerse con lo que obtiene, elegir ser escritor como un trabajo fijo era complicado sin tener a nadie quien financie sus obras. Claramente varios de sus escritos fueron rechazados por algunas editoriales, hasta que conoció a Namjoon con quien luego formó un estrecho lazo de amistad. Kim Namjoon fue su pequeño salva vidas para darse paso entre el mundo de las letras y amplia imaginación como pasión. Gracias a él tuvo su primera paga de sus libros y ahorró lo suficiente para poder mudarse las veces que desee.

Yoongi nunca había tenido un balcón, por lo que en su nuevo departamento lo aprovechó a su gusto; colocó una pequeña mesa junto a una silla, algunas macetas con flores que cuidaba si no las olvidaba, y luces blancas para decorar su acogedor espacio al aire libre. Todos los días a la tarde se apoya sobre la barandilla de metal y toma su café, viendo el sol esconderse lentamente y a las personas volver a sus hogares. La calle estaba repleta de personas que habían terminado su horario laboral, caminaban desesperados, impacientes o con suerte había unos cuantos que iban a paso lento. Fue un día, luego de una semana de haberse mudado, que tras imaginar la clase de vida que tenían todos los que pasaban por esa calle, notó a un joven chico parado en la puerta del edificio de en frente. Tenía un ramo de flores que sujetaba con ambas manos y mantenía al frente, cabello bien peinado y casi perfecto, una chaqueta amarilla junto a una remera blanca y jeans celestes. Su mirada iba a todos lados, parecía observar a la gente con una pequeña sonrisa, que solo si lo veías atentamente lograbas notarlo, pero nadie volteaba la vista. Quizás todos estaban lo suficientemente ocupados pensando en volver a sus hogares que no percibían su presencia. Sin embargo ahí se encontraba sin moverse en lo absoluto y dejando el tiempo pasar como si fuera eterno. Yoongi se había acostumbrado a verlo cada día que salía al balcón con la misma ropa, misma posición y mismas flores. Comenzaba a preguntarse qué esperaba allí tan pacientemente, por qué no utilizaba otras ropas y si se había dado cuenta de su mirada fija en él. No quería entrometerse en vidas ajenas, prefería jugar con su imaginación y divertirse con los resultados que tenía de la gente que observaba. Pasaron días en los que tocaba su piano, pensaba en su libro, se frustraba y salía a ver el sol irse del cielo. El cuidado de las plantas no ayudaba a su pequeño estrés ya que algunas estaban marchitando, otras eran comidas por insectos que no conocía y las demás se morían por mucha exposición al sol.

Un 31 de Agosto Yoongi fue a hacer las compras y el inicio de una gran lluvia mojó parte de su pelo y ropa. Se quedó dentro de su hogar e intentó cocinar un pastel, no sabía como hacerlo y las recetas en internet eran confusas. Algunos agregaban ingredientes que no conocía y dudaba si era importante para que el postre tuviera forma. Tuvo algunos percances durante el proceso como la salpicadura que hubo en la cocina tras batir los huevos, pero pudo obtener una consistencia parecida al del video. Lo metió al horno y buscó algún programa que logre entretenerlo hasta la espera, no tenía muchos canales y las películas baratas que había comprado hace años lo aburrían.

Un pequeño pensamiento cruzó por su mente, ¿Estará el chico de las flores parado en su sitio habitual?

Dudó mucho que aún en aquella tormenta siguiera en la calle, sin embargo se levantó del sillón y se asomó por las pequeñas ventanas de sus puertas al balcón. De puntitas vio toda su mesa mojada, las plantas con agua sobrepasando la maceta y las luces, que con suerte seguían encendidas y no habían provocado un corte de luz. Alzó su mandíbula y logró ver una prenda amarilla sobresaltar entre las oscuras calles. El chico seguía con las mismas flores en sus manos y no parecía preocupado por las gruesas gotas de lluvia caer sobre él, no se movía ni tenía intenciones de abandonar su puesto. Yoongi se preguntó qué clase de pasatiempo le daría aquella fuerza de voluntad como para inmutarse ante una tormenta.

My Little Firefly ▪︎YoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora