6 | Transparencia es conveniencia

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Calor. Demasiado calor. Trechiv sintió que su mente era desgarrada. Su cuerpo sufría por las constantes punzadas cerca de la columna y el estómago. Había vomitado, luego Netarim lo había ayudado a que se tumbara en la cama a descansar.

No había hecho desarreglos alimenticios, no se había enfermado o algo por el estilo. Trechiv había amanecido mal luego de que su cabeza diera vueltas. Ese cuaderno, la anotación que había hecho, y esa carta.

No tenían sentido. Eran estupideces que parecía había inventado en un momento de poca lucidez.

Por la letra, no había duda de que lo había hecho él. ¿Pero cómo y por qué?, ¿Por qué no tenía sentido, y al mismo tiempo le había hecho delirar y enfermarse?

Sentía asco.

Había un bulto negro en su camino. Ya no era difuminado, sino vacío.

—¿Hermano? —murmuró, antes de caer en otra pesadilla.


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Por la tarde, ya estaba mucho mejor. Su piel ya no parecía una tetera hirviendo, y el dolor físico había menguado hasta casi extinguirse.

Trechiv salió de su pieza y en el comedor encontró a Netarim. El sastre estaba leyendo un libro.

—¿Te sientes mejor ya?

—Me duele la cabeza, pero el cuerpo ya no.

—En ese caso, te serviré una taza de té.

No puso impedimentos. El viejo le trajo su bebida, y sorbió con lentitud. Después de que terminara, dejó la taza junto a la otra loza.

Trechiv estaba molesto consigo mismo. Se sentía como un niño que no se tomaba las cosas en serio. Tenía impotencia de no ser capaz de actuar mejor.

«Parece que solo vine a molestar al viejo», pensó.

Pero eso que había escrito, ¿eran las respuestas a su búsqueda?

Ni siquiera era capaz de confiar en su propia letra.

—Viejo, lo siento por ser un estorbo.

Netarim estaba viéndolo con serenidad.

—¿Por qué dices eso? Yo estoy bastante feliz con tenerte de visita. Nadie me viene a ver, y tú eres un muchacho al que conocí de mocoso.

—Bueno, es que, realmente no sé a qué vine. No logro entender por qué mi memoria actúa así.

Fuera del edificio, la posición del sol marcaba la cuarta hora.

—No lo sé. Yo también sé que algo no anda bien. Pero dudo que se me ocurra cómo solucionarlo.

Trechiv no respondió de inmediato, luego, tan solo asintió.

Crónicas de HayinashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora