• Capítulo 13

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Nina

— ¡ES UN MAMA-MA-MANIPULADOR! — exclamé frustrada recordando que estoy en una historia family friendly.

— Ese no prende un cerro porque le da flojera subir — dijo Daniel sentado en el sofá riendo mientras se acomodaba su moño —.

Me puse de mala gana unas curitas por encima de los talones para que no me molestaran los tacones. Tengo la manía de comprar zapatos que terminan lastimándome en esa área.

— Bueno, ya está — concluyó mi mamá tratando de calmarme para que no matara a Louis —.

— ¿Ahora qué hizo? — preguntó la Nonna entrando a la sala para así pasar a la cocina a servirse un té — ¿Qué haces ahí? — le preguntó a Louis que se escondía tras el sofá.

— Uno nunca sabe cómo actuará una joven caprichosa — respondió imitando un falso acento inglés —.

Antes de poder abalanzarme contra él, mi madre me sujetó y me dio una charla breve sobre comportarme como una dama y no hacer caso a los comentarios amenazantes de Louis.

— ¡Me va a dejar en ridículo! — exclamé molesta.

— No puedes ponerte así por algo que aún no pasa, Nirvana Elena — dijo abriendo levemente los ojos como amenaza —. Si Louis se porta mal, yo me encargo. Ahora cálmate que arrugas el vestido.

Le terminé de lanzar una mirada de odio a Louis y me senté junto a Daniel para terminar de ajustar mis zapatos altos.

— No te estreses, Julian quedará encantado con ustedes — me aseguró —.

Oh, pero Nina se estresa.

El lugar era sensacional. La sala donde se llevaría a cabo el recital estaba llena de mesas perfectamente ordenadas, candelabros y balcones VIP. En el escenario descansaba un Chelo de madera oscura, atrás un piano de cola, una silla estaba situada detrás del chelo y se podría decir que eran los únicos objetos ocupantes del escenario.

Nuestra mesa estaba situada en el centro de toda la sala junto a otras más, puestas de manera salteada para no chocar ni trancar el paso de los meseros que iban y venían. Me fijé en el centro de mesa y acaricié un laurel que formaba parte del florero.

— ¿Y todas estas personas vinieron por Julian? — le pregunté a Daniel con interés.

— Realmente vinieron por el pianista, es un buen amigo mío, con buen reconocimiento en la música clásica. De vez en cuando ofrece recitales con jóvenes músicos destacados — explicó —.

— Y Julian es uno — concluí y él asintió —.

¿Nunca han sentido esa sensación extraña de nerviosismo y hormigueo cuando conocerás a alguien por primera vez y todo apunta a que pueden terminar bien? Una sensación que te da a entender que están destinados. Como si todo se alineara a tu favor.

Los aplausos llenaron el auditorio cuando el pianista, un hombre bajo regordido, moreno, de lentes de pasta y cabello perfectamente peinado hacía atrás, se puso de pie junto a piano e hizo reverencia.

¿Nunca han sentido que el momento está destinado a pasar?

— ¡Bienvenidos al cierre de mi serie de recitales "Nueva Generación"! — dijo con voz solemne.

 — Con razón tanta gente — observó mi madre en voz baja, arreglando disimuladamente un mechón rebelde del pelo de Louis —.

¿Nunca han sentido la ansiedad de conocer desesperadamente a una persona?

Argenzuela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora