Negociación

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La muy anciana yegua yacía en su lecho, en una especie de letargo, de sueño muy profundo. El pelaje que en sus tiempos de juventud fuera de color amarillo ahora estaba casi pálido, como el color de los huesos viejos, y cruzado por cientos de arrugas. A los costados de la cabeza senil colgaban mechones lánguidos y canosos, que habían perdido por completo su tonalidad rosa. Respiraba tan suavemente que daba la impresión de estar muerta, sin embargo aún había vida en ella. Unas cobijas descoloridas cubrían su cuerpo esquelético y debilitado. De hecho, hacía semanas que ya no se levantaba de la cama, ni hablaba o emitía sonido alguno.

El guía emitió un ronquido de disgusto.

—Es uno de los estados más lamentables a los que se puede reducir a una criatura. Realmente es una crueldad que la dejaras marchitarse así, ¿y se supone que eres su mejor amigo?

Discord no respondió, sino que fue al lado de la cama, y se quedó allí, acariciando la frente de la pegaso con mucha ternura, como si fuera una potrilla, sin asco de tocar una frente que tenía la textura de las pasas de uva. Hasta cierto punto, parecía que la poni hubiese permanecido demasiado tiempo en un sauna.

—Mira, el trato que te ofrezco es el siguiente: yo dejo que tú la lleves, pero yo iré también. Así, cada vez que Fluttershy vuelva a reencarnar, yo regresaré con ella. — dijo el Señor del Caos, haciendo aparecer una pizarra en donde ilustraba todas las fases.

Pero el enviado de los espíritus negó con la cabeza rotundamente, y contestó de forma tajante:

—No, Discord, no puedes ir con ella. Lo siento, son las reglas.

Enojado, Discord dio un chasquido con su garra de águila, y ambos aparecieron de nuevo en la sala.

—¿Y por qué no? — preguntó indignado, cruzándose de patas y agregando un ceño fruncido negro sobre sus cejas — Prometo que me portaré bien, y causaré el menor caos posible... Agh, ¡es increíble que haya reglas hasta para los muertos!

—Reglas son reglas, señor draconequus. Yo no las hago, me aseguro de que se cumplan.

—Pfff, eres más aburrido que Celestia... — chilló Discord, poniéndole al guía la característica crin cuatricolor de Celestia, y hasta su corona.

—Tu función aquí, Discord — lo interrumpió el guía, con un tono más grave en su voz, y desvaneciendo los adornos—, en tanto tú eres lo opuesto al Orden, es mantener el equilibrio esencial de fuerzas. Tu magia es parte de una de las corrientes que fluye en este mundo, la otra es la corriente de la Armonía, de cuya magia es subsidiario, por ejemplo, el Árbol de la Armonía.

—¿Entonces si yo dejo este mundo, la balanza de la magia se desequilibrará y todo se descontrolará?

—Hmmm, más o menos... Tendría un poco de influencia, sí, aunque no para provocar un gran desastre.

—Así que de todas formas no soy imprescindible para el mundo de los vivos... — comentó Discord, decepcionado.

—Es que el problema principal es cruzar la barrera, en la dimensión intermedia, algunos la llaman "Limbo".

—Oh, sí, he oído del Limbo y de la historia de siete ponis que estuvieron atrapados por mil años allí, y luego, gracias a nuestra inteligente princesa Twilight, regresaron al mundo de los vivos. ¿Y cómo es posible eso? ¿No habrían podido cruzar al Érebo sin problemas?

—Ah... ese no es mi tema. Sí es problemático yacer en cuerpo y alma en una dimensión inmaterial, cortando irremisiblemente los ciclos de encarnación de las almas. Pero como dije, ese no es mi asunto.

No es un adiós... [MLP:FIM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora