OneShot

2.2K 114 11
                                    

Como era de costumbre la morena corría a gran velocidad llena de paquetes. Comenzaba a entender después de unos largos 22 años que siempre llegaría tarde a cualquier cosa y especialmente a su trabajo. Mientras se criticaba a ella misma por ser tan despistada. –“A este paso mi casa será la casa del reloj, no sirvo con las horas” –Inesperadamente algo de gran fuerza choco contra ella produciendo que botara cada paquete que cargaba, también cayendo junto a sus cosas.

“Aich… disculpe no me di cuenta de que venía cargada… estaba distraída viendo unos…”

“En serio no se preocupe, lo que menos me interesa es tener problemas con alguien más que no sea mi jefe” Repuso evitando el comentario que podría llegar a ser muy largo, aún sin volver su vista a la persona con la que había chocado.

“¿En serio se encuentra bien?” Pregunto extrañada arreglando los paquetes de la morena.

“Sí, estoy bien pero… ¿qué está haciendo?”

“Supongo que debería ayudar a la empleada de mi padre para que no la regañe tanto.” Inquirió deleitándose con una suave risa. La otra chica luego de haber estado estática por el comentario, alzo su vista verificando detalladamente las cosas que decía la joven. “Demonios no puede ser que me topara con su hija” Pensó alarmada, mirando en la tarjeta que cargaba su nombre ‘Jung Sooyeon’ Lentamente ascendiendo hasta el rostro de la joven y sintió como su cabeza le enviaba una descarga eléctrica hasta sus pies, y toda la sangre que podía tener en el cuerpo se le subía hasta el rostro que quedo rojo como un tomate, solo rogaba que la joven no lo notara.

“…La hija… ¿de mi jefe?” Pregunto atontada, teniendo en cuenta de que lo sabía perfectamente, mientras la joven le esbozaba una dulce sonrisa, noqueando a la pobre morena que ya estaba infartada por lo hermosa que era la joven. “¿Y cómo lo hago ahora?”

La chica frente a la morena era de tez blanquecina, totalmente a su piel bronceada, y su cabello ondulado era color chocolate igual que sus ojos, la morena acababa de creer que se encontraba con un ángel de ojos bastante gélidos porque esa mirada era algo contrariada a ese esplendor dulce que desbordaba por todo su ser. No obstante la morena no podía negar que era hermosa. Suavemente la castaña oscura carraspeo devolviendo a la morena al mundo, para que se diera cuenta que esta le extendía su mano y así al sentir el leve contacto que tenían al tomarse de la mano, una nueva descarga fue enviada hasta el cuerpo de la morena quien no paraba de aturdirse. Era la primera vez que pensaba que otra chica podía tener la piel tan tersa y delicada.

“Supongo que si te acompaño a donde mi padre no te causara problemas ¿cierto?”

“Es que yo…”

“Vamos, yo también tenía que ir a verlo de todas maneras” Le agarro del brazo y comenzó a arrastrarla junto a ella hasta el despacho del hombre. Cuando este miro a la morena de manera enfadada cruzándose de brazos.

“Espero tengas esta vez una buena excusa por la cual no debería despedirte” Sentencio el hombre volviendo a poner sus manos sobre el escritorio mientras no quitaba su mirada de la morena.

“…No señor… no tengo excusa por mi retraso… yo estaba…”

“Estaba acompañándome a hacer unas diligencias…” Interrumpió la castaña, provocando que la mirada de la morena volviera hasta ella sorprendida de su mentira, y la mirada del hombre se cargo en la de su hija. “Papá, perdónala, hoy en la mañana ella venía llegando temprano y yo simplemente la agarre del brazo y me la lleve a ver el lugar en donde se tomarían las fotografías de la próxima sesión… es por eso que llego tarde, fue por mi culpa… no sabía que tenía que entregarte unos informes, papi perdón” Repuso con un tono dulce mientras le lanzaba una de sus miradas de cachorrito que aquel hombre no podía evitar adorar de su hija. Soltando un largo suspiro, asintió brevemente.

You Know I Love YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora