Capítulo 1

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Desaparición

Ya era mucho más de media noche

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Ya era mucho más de media noche.

El soldado ya llevaba más de una hora caminando pero no podía encontrar algún indicio de lo que el aldeano mencionó. Observó todo a su alrededor pero todo se veía igual: grandes árboles, algunos frondosos, caminos de hierba y arbustos y el cantar de los animales nocturnos. No veía nada fuera de lo usual.

Siguió caminando en línea recta y poco a poco el camino se hacía más estrecho. Pero era el único cambio. Nada de lamentos ni ruidos extraños. Sólo un bosque común y corriente.

-Creo que tenían razón al decir que sólo eran historias de personas pasadas de tragos.

Suspiró aliviado y dio media vuelta para regresar a la Torre de Vigilancia pero por el rabillo del ojo pudo ver un brillo inusual en el suelo que llamó su atención. Caminó hasta él creyendo que sería algún cristal roto, pero su sorpresa fue tal al ver que no era así.

Era una espada.

No era de muy buena calidad pero había una joya de un verde intenso junto a ella que brillaba aún más que la espada. Ese fue el resplandor que lo llevó hasta ahí. Miró a sus alrededores por si lograba ver quién pudo dejarla pero no vio nada. Se acercó para tomar la inmaculada pieza, pero se detuvo de repente al notar que la espada tenía sangre, y no solo la espada, el camino frente a él también tenía rastros hasta cierto punto frescos.

Dudo en tomar la espada así que sólo tomó la piedra y se adentró en el camino de sangre. No es que su puesto como soldado fuera mal pagado, era sólo que en ningún lado había visto una joya tan impresionante y quedaría bien como un regalo para aquella mujer que estaba tratando de cortejar.

El bosque era tranquilo. Hasta cierto punto. La historia que le contó su superior antes de que decidiera salir fue más para asustar y divertirse que porque realmente sucediera. Ni los animales que vivían ahí mataban a los humanos, siempre preferían evitarlos o correr al verlos. Las Torres de Vigilancia solo fueron colocadas por el capricho del hijo bastardo favorito del rey con la excusa de que así estarían más cerca de sus habitantes si algún día necesitaban su ayuda. Aunque los demás reinos debían decir que habían funcionado hasta cierto punto. Los crímenes bajaron considerablemente al saber que había soldados rodeando las aldeas y ciudades. Los habitantes podían denunciar más fácil y ya no tenían que esperar a que el reporte llegara hasta los palacios correspondientes, eso luego llegaba a tomar días por lo que la excusa para construirlas no era tan descabellada.

Por ese mismo motivo los soldados que eran mandados a esas torres no eran menos fuertes ni menos entrenados que aquellos guerreros y soldados que brindaban sus servicios más cercanos a la realeza. Servir a su pueblo era un trabajo aún más grande que el de cuidar a sus reyes. Recibían el mismo entrenamiento tanto físico como mental así que estaban preparados para cualquier cosa. Al menos así lo creían.

La Melodia del Bosque Yiling | WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora