El indigente

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Fría noche, calido ambiente. La oficina estaba de fiesta, se celebraba el ascenso de un compañero de trabajo. El asunto fue repentino pero la fiesta se montó casi enseguida, con decoraciones sacadas de la bodega y comida casera que una de las oficinistas siempre llevaba para el almuerzo. Todos festejaban al ascendido, se llenaban de bocadillos y disfrutaban de la música; todos excepto Lester. Sentado en su escritorio, no hacía mas que terminar de copiar documentos en su ordenador y dar pequeños mordiscos al sándwich que se había llevado para almorzar.

Nunca fue un hombre que destacara. Su apariencia era común, su desarrollo en el trabajo aceptable y su personalidad sosa. Sabiendo que todos pensaban eso no se esforzaba por cambiar, pero ese día deseaba haberse impuesto contra su jefe. Esa misma tarde había acabado un trabajo que le llevó ocho meses y medio, estaba satisfecho y lo entregó orgulloso. Fue totalmente ignorado, la carpeta de su informe quedó a un lado mientras su jefe mencionaba asuntos sobre la fiesta y halagaba a su compañero, Lester solo asintió con una sonrisa falsa y dejó la oficina.

En mitad de la fiesta, alguien tropezó con el cable cerca de su escritorio y el ordenador se apagó, justo cuando acababa de copiar el último documento de 35, documentos que no llegó a guardar. Puso un puño en sus labios, respiró profundo y se puso de pie; sin decir nada tomó sus cosas y abandonó las oficinas. En la calle se puso su abrigo brillante, lo único colorido en su vida, y caminó con paso desganado.

No había recorrido dos calles cuando tropezó con algo y su maletín de trabajo cayó sobre la basura, al menos eso creyó que era. Lo recogió murmurando barbaridades y le quitó la mugre, pero algo lo sorprendió tomándolo por el hombro y haciéndolo voltear. Era un vagabundo con aliento nauseabundo.

-Ese era mi pie

-¿Disculpa?

-Chocaste con mi pie

-Oh,lo siento. Tal vez deberías intentar dormir mas metido en el callejón para evitar accidentes

El hombre lo tomó de la ropa y se acercó a su rostro, Lester contuvo la respiración.

-Y luego me golpeaste con eso

-Creí que era basura

Eso pareció ofenderlo, alzó el puño y lo último que supo Lester fue que un indigente le dio un fuerte golpe que rompió su nariz y luego escupió en su rostro una mezcla de saliva y sangre proveniente de una posible enfermedad. Cuando el hombre se fue, Lester se levantó del suelo y llevó una mano a su cara adolorido. Vio su maletín en el suelo, lo pateó frustrado y lo dejó abandonado. Caminó tres calles hasta encontrar un lugar donde caer muerto, si tenía esa suerte. Ingresó al bar y tomó asiento en la barra donde pasó dos horas admirando lo miserable que era.

Relatos de un bar (Lestrick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora