│• El Regalo • │

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La noche había caído en su totalidad y luego de una ducha relajante me encontraba nerviosa mirando los dos atuendos que Hans y William me habían regalado

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La noche había caído en su totalidad y luego de una ducha relajante me encontraba nerviosa mirando los dos atuendos que Hans y William me habían regalado.

Los nervios me carcomían a tal punto de desprender pequeños temblores y presentar dolores por tener tensa la mandíbula todo el tiempo.

Aspiré profundo y me desnudé por completo optando por el babydoll rojo - El que había escogido Hans -. La prenda en sí, solo llegaba hasta por debajo de mis nalgas, y para colmo no cubría absolutamente nada porque era transparente y de encaje.

La ropa interior consistía de unas bragas de encaje que cubrían solamente lo necesario al frente, el resto eran tiras moldeando mis caderas y otras cuatros más, - de adelante y atrás - que se unían a las medias finas que llegaban hasta más arriba de la mitad de mis muslos. En cuanto al sostén también contenía mucha gaza transparente y solo dos rosas cubriendo específicamente mis pezones.

En su totalidad era color roja, no contaba con otro color que no sea el carmesí, quedaba muy lindo con mi piel rosada y blanca, pero no estaba segura de nada ahora mismo

¿por qué no se me hacía fácil lanzarme y disfrutar nada más? ¡¿Por qué?! Era super tonto cuando sabía que lo iba a gozar y mucho.

Me entregaba a los hombres que amaba, no tenía nada de malo - así no estuviera bien nuestra relación poco común - pero eran ellos y no a cualquier hombre extraño.

Eran Hans y William.

Decidida solté mi cabello y pasé mis manos sobre la fantasía para calmar mi ansiedad. Me acerqué a la mesita de noche a ver la hora, y el reloj marcó las 09:46 pm.

Sonreí, ¿será bueno llegar antes de la hora prevista?

Lo será...

Abrí la puerta y saqué la cabeza reparando en el oscuro pasillo a estas tardes horas de la noche, sintiendo mi corazón palpitar a mil, la sensación extraña en mi estómago tomar posesión de mi cordura, y la emoción correr por cada parte de mi cuerpo.

Al oir el recondortante silencio, me apresuré a caminar a la puerta de a lado y me quedé mirando el pomo de la puerta de su habitación, tomé una respiración profunda y entré cerrándola detrás de mi.

Mi sorpresa fue encontrarlos en dos sillones de cuero platicando y sonriendo, pero cuando sus miradas cayeron en mí, sus expresiones se neutralizaron. De pronto me sentí expuesta e indefensa antes los dos pares de ojos oscuros llenos de poder.

Bajé la vista al suelo llevando las hebras molestas de mi rostro, atrás de mi oreja.

— Buenas noches — los miré levantarse de los sillones al mismo tiempo y acercarse a mí con suma lentitud sin despegar sus miradas de deseo y hambre hacia mí.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora