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Desde que tenía diecisiete años que alucinaba con vivir en Italia, me encantaba todo de aquí, su historia, arquitectura y los monumentos a lo largo del país. Si bien no tenía el dinero suficiente para recorrer todo lo que quería, sabía que dentro de algunos meses podría hacerlo con lo que ganara.

Mis primeros días aquí no habían sido tan difíciles como pensé en un principio. El idioma se me hizo extremadamente fácil, lo llevaba practicando desde los veintidós, siempre pensé que el curso que hice solamente sería un gasto innecesario porque de verdad veía lejos esto de vivir en Italia.

Había conseguido un puesto de trabajo importante en La Gazzetta dello Sport, hoy tenía que ir a una conferencia de prensa que tendría la Fiorentina para presentar a uno de sus últimos refuerzos de la temporada. Debía admitir que no me gustaba para nada trabajar en el ambiente del fútbol, después de lo qué pasó con Lucas, como que todos los futbolistas me causaban rechazo, pero no podía darme el lujo de de rechazar un empleo con una paga tan buena, sería una completa tonta. Ni siquiera sabía que futbolista era, mi compañero me había dicho que si bien era un futbolista de mi nacionalidad y que había tenido una campaña espectacular en la pasada copa América, no tenía idea quién era.

El estadio Artemio Franchi me quedaba a solo veinte minutos de mi casa y me encontraría allí con Enzo, el camarógrafo que iría conmigo y el que tenía mi pass para poder entrar... Me bajé afuera del estadio y quedé deslumbrada por lo grande que era. Miré por todos lados hasta que finalmente di con Enzo.

—Hola, ¿estás lista?

—Hola, sí. Estoy un poco nerviosa.

—Solamente son un par de preguntas, no tienes de que preocuparte.

Me dio una sonrisa tranquilizadora. Llegamos a lo que yo suponía que era la entrada, ahí habían casi siete periodistas más. Tenía la libreta en mi mano, leí las preguntas un par de veces más, obviamente no podía bombardearlo con preguntas, solamente tenía que ser más rápida que la competencia y no repetirlas. Otra persona, vestida de terno, nos llevó hasta una sala.

—Instalaré mi equipo—avisó Enzo.

Asentí con la cabeza y tomé asiento en una de las sillas que habían ahí.

—Hola, ¿llevas mucho en esto?—le pregunté a la rubia que estaba sentada mi lado.

Me lanzó una mirada despectiva y después volvió a concentrarse en mirar hacia el frente.

—Mucho tiempo, años—contestó.

Lo bueno es que es súper simpática.

Cuando las cámaras estuvieron encendidas, salió un caballero a preguntar si estaba todo bien, los que estábamos en la sala respondimos que si y él avisó que en pocos minutos comenzaría. Los nervios me invadieron de pies a cabeza, el corazón casi no me latía y más encima me di cuenta que me había puesto en una posición súper mala, estaba al medio de todo y mis colegas eran mucho más grandes que yo, así jamás me tomarían en cuenta... Las cámaras comenzaron a sonar como locas cuando salieron tres personas y caminaron para sentarse en las sillas principales. Miré al hueón que estaba al medio, que suponía que era ese futbolista del que tanto hablaban, aún ni siquiera podía verle la cara. Se acomodó mejor y entonces pude reconocerlo en menos de cinco segundos.

Mi corazón comenzó a latir eufórico y mis ojos no daban crédito a lo que veían. Era él, el mismísimo Erick Pulgar, el único mejor amigo que había tenido en la vida... Su vista perdida entre los nervios se conectó con la mía por algunos segundos, podría jurar que no me había reconocido, yo había cambiado demasiado y me sorprendía que él siguiera igual, solamente cambiaba el peinado y para que decirlo, estaba increíblemente atractivo con ese terno negro.

Strade separate || Erick Pulgar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora