ARIEL (CAPITULO DOS)

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Desde hacía más de dos meses Ariel y su gemelo pudieron conocer otro tipo de inmortales, los llamados Plateados.

Eran tan crueles como las dos especies de los vampiros. Los Plateados podían andar bajo la luz del sol y alimentarse como lo hacían los humanos pero sus poderes eran muy superiores a la mayoría de los vampiros energéticos.

Se deleitaban con el dolor ajeno, al menos así eran los Plateados que Ariel y Uriel habían visto hasta el momento, y aunque habían escuchado que existían varios de esa raza de inmortales que eran buenas personas, lo cierto era que hasta el momento no habían visto ninguno así.

Esto comenzaba a dificultarles la labor a ambos hermanos ya que este nuevo tipo de enemigo tenían súbditos humanos que colaboraban gustosos debido a la sed de poder que tenían los mortales.

Durante estos meses transcurridos estuvieron sumergidos en una sangrienta batalla con un grupo de plateados que eran familia, y que deseaban obtener mayor control sobre los demás inmortales del lugar y por supuesto sobre los humanos también.

Era la primera vez, desde que llegaron a la tierra, que les resultaba difícil ganar una batalla.

Tan así que al derrotar al líder del grupo de Plateados Ariel sintió que se merecían unas vacaciones.

Los humanos que habían sido subyugados por esos inmortales, respiraron paz y alivio al fin pero los inmortales y humanos que se le unieron encontraron la muerte a manos de ambos hermanos.

Ariel se acercó a una de las víctimas con el fin de darle calma y paz, era un joven de veinte años de edad que había sido encerrado por otro humano súbdito de los

Plateados solo por enfrentarlos y negarse a inclinarse ante ellos. El joven miraba a Ariel con cierto recelo ya que no confiaba en ningún inmortal después de lo vivido.

Por su parte, Ariel lo entendía muy bien por tal razón se empeñó en darle su tiempo para aceptarlo.

Cuando el jóven humano reflejó confianza en su mirada, recién Ariel sonriendo se le aproximó:

— ¿Mejor? — le preguntó a lo que el humano asintió con la cabeza— Me gusta que así sea.
— ¿Puedes...aceptar esto? — el humano lo miró tímidamente mientras le entregaba un medallón negro y dorado — Es...en agradecimiento...a lo que hiciste...hoy...por nosotros...¿puedes? — Ariel contempló el objeto en cuestión con cierto recelo, luego miró al muchacho que lo veía esperando ansioso su reacción.

—¿Por qué? —preguntó Ariel — No necesitas darme nada - decía mientras Uriel finalizaba los últimos detalles en el lugar antes de partir definitivamente de allí.
— Por favor, tómelo por favor — insistió el humano.

Suspirando profundo Ariel deslizó su mano derecha al obsequio mientras sonreía al humano que se lo daba. Pero cuando posó sus dedos sobre él, Ariel sintió como si un fuego interno comenzara a extenderse por sus venas quemándolo vivo.

Dejó de respirar y cayó al suelo retorciéndose. Todos allí lo contemplaron asorados menos el jóven que le hubo dado el medallón ya que se deslizó fuera para sumergirse entre las sombras y desaparecer.

—¡Ariel! — gritó Uriel acercándose — ¡Contestame! — al tocarlo se quemó al instante — ¡¿Qué demonios...?!

No pudo terminar la fase ya que Ariel lo miró con furia y odio, en sus ojos verdes aparecía destellos negros y dorados.

Uriel lo observó estupefacto ya que comprendía lo que le sucedía, buscó con su cabeza el objeto que lo hubo infestado para destruirlo pero fue tarde. Ariel lo sujetaba con fuerza en sus manos.

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