Alba Manteiga
Te levantas teniendo esa sensación de vacío, queriendo volver a meterte en la cama y que sea un nuevo día con la esperanza de que pasen cosas nuevas, tener experiencias diferentes, pero sabes que eso no va a pasar. Aún así piensas dos veces si poner un pie fuera de la cama o no. Tu vida se basa en despertarte, tomar la misma taza de café de siempre, vestirte, ir al trabajo, sentarte en un cubículo escribiendo durante cuatro horas sin parar, ir a tu descanso, platicar con las mismas dos personas, regresar a las oficinas, pasar otras cuatro horas en juntas donde siempre dicen lo mismo, ir a casa, arreglarse, ir a cenar con los mismos amigos desde la universidad, pagar la cuenta, ir a casa y dormir viendo algo en la tele. Siempre es lo mismo, no importa si tratas de hacer algo diferente todo termina igual, las cosas vuelven a su camino.
Estás harto de pasar por esta cotidianidad todos los días y hay días que hasta una catástrofe suena bien con tal de darle la vuelta a la rutina, pero llevas 5 años y nada a cambiado, sabes que si te vas es muy arriesgado, dejarías todo, tu familia, tu departamento, el dinero, tus amigos, tus colegas, todo. Te levantas otra vez con la misma sensación de ayer, pero ahora también con una profunda tristeza. Vives tu día como cualquier otro, la cena se canceló así que decides dormir temprano porque no sabes que más hacer. Estás a punto de cerrar los ojos y una descarga de adrenalina llega a tu cuerpo con una determinación increíble para dejar todo e irte corriendo.
Tomas la computadora, pero tu cuerpo se controla solo, estás lleno de ansiedad, pero por alguna razón se siente bien este nerviosismo. Sin percatarte de lo que escribes llegas a una página de viajes y tu subconsciente hace que elijas el primer vuelo que es a Reykjavik, Islandia. Sin pensarlo compras un boleto únicamente de ida que sale mañana en la tarde. Te paralizas porque no entiendes por qué acaba de pasar todo esto, pero te vas a dormir porque tienes mucho en que pensar mañana.
Te despiertas sobresaltado y revisas tu computadora para ver si todo había sido solo un sueño, pero no lo fue. Te duchas y te arreglas hoy te saltaste el café. Decides ir al trabajo un poco antes para pedir un día libre y ver como vas a poder recuperar el dinero con la aerolínea. Llegas al edificio y en elevador coincides con tu jefe, pero está hablando por teléfono. Vamos en el piso cinco y solo habla de los planes que tiene para aumentar las jornadas con uno de los inversores, esto te hace pensar en que tu vida se volverá aún más aburrida y triste de lo que ya es.
Vas en el piso diez y una sensación extraña, la misma de ayer recorre tu cuerpo como si fuera sangre. En eso sin tu pensarlo le dices a tu jefe que renuncias, interrumpiéndolo en su llamada. Él se queda callado viéndote fijamente a los ojos y pone una cara de confusión. Repites la palabra "renuncio" con mucha determinación. Llegan al piso diecinueve y se abre la puerta, tu jefe sale del elevador atónito y no para de verte. Te quedas firme dentro del elevador, aprietas el botón a la planta baja y le dices por última vez "renuncio", las puertas se cierran.
El elevador empieza a bajar y tú puedes sentir como un gran peso deja tu cuerpo. Llegas a la planta baja y sales del elevador, sigues sorprendido por todo lo que acaba de pasar y un poco preocupado, sin embargo, dejas que tu cuerpo tome total control de ti. Vas a la recepción del edificio dejas tu gafete y le pides a la recepcionista un papel y una hoja. Te sientas y empiezas a escribir una carta para tus amigos en la cual explicas que te vas y que no piensas volver por un tiempo. Dejas la pluma y te vas del edificio dirigiéndote al mismo bar donde cenan siempre. Le pides a la camarera que ya los conoce que les de esta carta cuando lleguen todos y sin ninguna explicación tú te vas a casa. Preparas una maleta con toda tu ropa y otra con las pocas cosas que quieres recordar de este lugar.
Faltan cuatro horas para tu vuelo así que te diriges al aeropuerto. Llegando pasas por todos los procesos de seguridad y vas a la puerta de embarque para sentarte y esperar. Pasan la primera llamada, la segunda, pero no decides entrar hasta la tercera. Le das tu boleto al de seguridad, volteas por última vez para despedirte de la vida que estás dejando y te vas. Ya estás en el avión, nervioso porque no sabes que pasará después. El avión se empieza a mover y quince minutos después ya estás en el aire camino a Islandia un país desconocido para ti. La azafata pasa para ofrecer bebidas y en eso recuerdas que no tomaste café esta mañana así que pides uno, dejas que se enfríe un poco, mientras tanto volteas a la ventana y observas por última vez la ciudad que estás dejando.
En la pantalla del avión se muestra una imagen de un paisaje islandés y decides apreciarla mientras tomas el café, pero en el primer sorbo el café sabe muy diferente, le das otro trago y efectivamente, el café es completamente diferente. En este día tu vida cambio tanto que no te habías detenido a pensar que a partir de este momento todo iba a ser distinto, cada día iba a ser diferente, vas a pasar por muchas experiencias nuevas, todo lo que pase ahora es impredecible. Y en algún punto la vida debe ser así, porque si todo estuviera planeado no lucharíamos, pero como nada se planea tratamos cada día de crecer y cambiar las cosas para ser felices. Pero ¿cómo cambiarías algo de tu vida si todo era una rutina? Pues a veces el verdadero cambió empieza cuando no tomas la misma taza de café.
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La misma taza de café
Short StoryLa vida puede ser muy aburrida y monótona, pero a veces el cambio más mínimo es señal de cosas aún mayores que pueden ocurrir a lo largo de la existencia.