Capitulo 1

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3 de Diciembre del 2020.

Abrio con cuidado sus ojos cansados, dejando que lentamente su iris se pudiese acostumbrar a la luz que trataba de enfocar, sus pestañas revolotearon un par de veces para relajar ese leve ardor que sientes cada vez que despiertas de golpe, sus ojos entristecidos y sin vida como cada día después de lo que sucedió.
Observo con lentitud el reloj blanco encima de la cajonera izquierda, resonar con esos pequeños tic tac, esos pequeños ecos que le decian que era bastante temprano.
Mientras el frío causado por el día lluvioso y nublado se colaba sin permiso por las ventanas del pequeño apartamento.

Elevo la mirada con detenimiento al notar las gotas de agua helada pegar contra los cristales y bajar hasta tocar la orilla de estos, como cuando no puedes controlar las lagrimas de tu rostro.... y bajan hasta tocar el limite de tu cara.

Cada día...dolía un poco menos.

Se levanto estirando los brazos hacia el cielo pues su cuerpo le pedía a gritos relajarse un poco pero simplemente no podía, le dolía la cabeza, la espalda, desde ese día le dolía.... todo, desde ese día aprendió a vivir con el dolor y la culpa por encima de sus hombros.

Se levanto por fin después de una lucha mental entre quedarse en la cama todo el dia o hacer algo realmente productivo y con pasos cansados camino hasta el baño, tomando el frasco que reposaba en la parte derecha del lavamanos y de el salieron dos pastillas amarillentas con olor a hospital. Ese olor que tanto odiaba, asqueroso y nauseabundo que le causaba unas extremas ganas de vomitar.

De mala gana las colocó en la palma de su mano y se las trago para después observar su reflejo en el espejo, tenía ojeras marcadas de todas esas noches que no pudo dormir, esas noches que se quedo despierto tratando de convencerse de que realmente estaba pasando, pero no podía, enserio no podía dejar de verlo, no podia dejar de ver ese espejismo pasear por la casa, con el cabello gris desordenado....cantando con su voz desafinada por todo el lugar mientras le sonreía con amor y dulzura.
Y Jin, cansado de sentirse culpable solo podía pensar en que realmente se lo merecía, que debía sufrir aun más y entonces como una primicia, se le hizo un nudo en la garganta.

Kim Seokjin era un precioso joven de 25 años con un cabello castaño y piel clara, de preciosos ojitos claros que, ya estaban al igual que el, cansados de llorar.
Se recordó a si mismo hace 4 años y con un poco de nostalgia se dio cuenta que ya casi no se reconocía, ya no tenia las mismas energías, la misma felicidad, la misma tranquilidad... lo único que seguía completamente igual era el amor que sentía y sabía que eso jamás iba a cambiar.
Habían pasado 4 años ya y seguía necesitando las pastillas.

¿Vaya mierda no?.

Bostezo al tiempo que arrastraba los pies sobre la madera lustrada, paso al área de la cocina para servirse un vaso con agua, pues tenia la boca seca ya que la noche anterior al llegar del trabajo no se tomo siquiera la molestia de cenar algo.

Regresó con pasos lentos a la habitación para cambiarse de ropa por algo más cálido pues el frio era intenso y pensaba salir a la calle para comprar algunas cosas, rellenar su refrigerador era la principal misión ese dia y también conseguir una planta para decorar su nuevo apartamento; Una costilla de Adán.

Era su favorita.

Bajo al estacionamiento del condominio donde acababa de mudarse hace 4 días , topándose en el camino de escaleras abajo con la encantadora dueña Eun gi, quien le había regalado un precioso jarrón de cristal el dia que se mudo para adornar la mesa de su comedor, la tierna señora lo miro alegre mientras cargaba entre sus manos unas enormes bolsas de compras.

— ¡Buenos días cariño!.

— Señora Eun gi, buenos días — dijo levantando la mano en señal de saludo.

— Espérame un momento que tengo algo para ti, no te muevas, ¡ya vengo! — la observo caminar hasta el interior del primer piso donde se situaba su apartamento, el cual compartía con su esposo.

"No te vayas, quédate, se educado, no te muevas".
Pensaba Jin mientras metía una mano al bolsillo de su pantalón y con la otra giraba las llaves de su auto, juguetonamente.

Entonces la adorable señora Eun gi salió corriendo lo mas rápido que podía al tiempo que mostraba una enorme sonrisa y entonces se detuvo frente a el, con las dos manos detrás de su espalda.

— Cierra tus ojos Jinnie — Dijo con los ojos entrecerrados.

— Vale — Cedió el de cabello oscuro sonriendo un poco.

Entonces cuando le pidió amablemente que los abriera había frente a el un precioso pastel de chocolate, pequeño.

— ¡Bienvenido al condominio! — Soltó enérgicamente — Nos encanta tenerte como nuevo inquilino pequeño Jinnie.

Jin sintió una ternura enorme al ver a la señora  con un pastel entre sus manos.

— Señora Eun gi, no debió molestarse no era necesario un pastel — Dijo sintiendo su carita ruborizada.

— Tranquilo es un pequeño detalle de parte mía y de mi esposo.

Miro el pastel y al final lo tomo despacio mientras le mostraba una diminuta sonrisa.

— Gracias señora Eun gi...

— No es nada cariño, ¡espero tengas un magnífico dia! — Agrego con júbilo mientras lentamente regresaba a su apartamento.

Seokjin caminó hacia su auto y lo encendió para salir del estacionamiento con dirección a las calles de Seúl, observo el pastel en el asiento con detenimiento y se dio cuenta que era parecido al que... una vez él le había regalado...el que le regaló ese dia.
Sintió unas enormes ganas de vomitar y lanzo la caja hacia los asientos de atrás.

Jin pensaba en lo increíble de como era que el tiempo pasaba, como tu propio corazón y mente se acomodaban a tu realidad, como tu alma se recuperaba pero no totalmente, como la vida podía enseñarte sus lecciones de manera tan cruel e irónicamente, eficaz.
Cuatro años habían pasado desde que se alejo, cuatro años de dolor, cuatro años de "sanación", cuatro años desde que se fue de Seúl, y hace 4 días había regresado después de tanto....el tiempo pasaba rápido....

¿Verdad Nam?

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Y en mis dos vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora