Capítulo 9 - Tropiezo.

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¡Qué capullo más ruin! ¿Cómo se le ocurre ponerme a bailar ahora con el príncipe? Ni de coña. Ni sé bailar, ni puedo con el tobillo así. Que se olvide.

Intentó retirarse poco a poco sin llamar la atención, pero la gente que rodeaba la pista de baile ejercían de jaula. Era imposible salir de ahí.

El príncipe ya se encontraba delante suya, no muy dispuesto a bailar, pero la obligación contaba más que su opinión.

Se inclinó ligeramente ante la señorita, como una reverencia, esperando que ella hiciese lo mismo. Pero Owen andaba algo perdido, además de que no sabía la etiqueta básica de los nobles. Ni se dio cuenta de que el príncipe le estaba esperando. Los invitados sí que se dieron cuenta de que algo extraño pasaba, pero el príncipe se irguió de nuevo pronto, ya que parecía que su compañera de baile no quería ofrecerle una reverencia. Pasó a lo siguiente, la postura. Se puso rígido, y le ofreció su mano izquierda.

¿Eh? ¿Quiere que le sujete la mano? Aunque haya escuchado hablar del vals alguna vez, no sé cómo es realmente. Bueno, me dejaré llevar.

La señorita agarró la mano izquierda como si fuese a dar un apretón de manos. El príncipe alzó sus manos a la altura de sus hombros, y posó su mano derecha en la espalda de Owen, que cada segundo se encontraba más confundido. Leonardo acercó su figura contra la suya.

¡Oye, oye! No sabía que el vals consistía en bailar tan agarrados. Aunque me da cierto repelús estar tan cerca de otro hombre, he de admitir que la idea del baile es original, aunque no me convenza del todo. Veamos cómo continúa esto.

El príncipe, algo desconcertado por la pasividad de su acompañante, empezó a moverse al ritmo de la canción de los músicos, que se habían instalado cerca de ellos. Comenzó con algunos pasos lentos para saber con certeza que ella podía seguirle.

¿Qué hace? Un paso para delante, ahora gira, da otro paso para atrás, uno en diagonal... No entiendo muy bien el orden de esto. ¿Qué tengo que hacer yo?

Owen miraba concentrado los pies del príncipe, sin mover ni un músculo. Éste, aún más desconcertado, acercó su cabeza para susurrarle:

—¿Lady Drummond? ¿Se encuentra bien?

—S-sí, solo que estoy un poco despistada... Y también agradecería que te apartases un poco, Sir Leonardo— el que los enormes ojos azules de ese "chico" le taladraran los suyos a unos escasos centímetros de su cara solo contribuía aún más a su incomodidad.

—Ah, por supuesto, lo siento— el príncipe no podía ocultar un ápice de asombro cada vez que lady Drummond le llamaba "Sir Leonardo", o le tuteaba. ¿Por qué le llamaría así ahora? Desde que se conocieron por primera vez a los cuatro años siempre le había llamado "alteza" o "príncipe". ¿Por qué ahora?

Owen seguía analizando el patrón de movimiento de los pies, a la vez que hacía lo que podía intentando seguir el baile. Según había entendido por los gestos, cada vez que Leonardo se movía hacia atrás un paso con uno de sus pies, el debía de hacerlo hacia adelante, y viceversa. Lo mismo si sus pies giraban hacia la izquierda; el debería de girar los suyos hacia la derecha. Solo había que repetir los mismos movimientos que él, pero al revés. Al verlo de esa manera, le pareció fácil.

Vale, creo que le estoy pillando el tranquillo. Si es así todo el rato, no hay ninguna dificultad. De hecho, incluso se podría decir que es diverti...

Desde hace unos momentos, el público parecía algo decepcionado, y Leonardo lo notó. Se vio presionado a hacer el paso estrella de la coreografía. Elevó su mano izquierda, que sujetaba la mano de Vivienne, por encima de su cabeza, soltó el agarre de su mano derecha en su espalda, e hizo el amago de girar la muñeca izquierda. Su pareja de baile parecía no saber hacia dónde quería llegar, por lo que tuvo que poner un poco más de esfuerzo. Con algo más de movimiento de su mano, el cuerpo liviano de "lady Vivienne" giró sobre sí misma con una elegante vuelta de pies que la hizo resplandecer ante todos los invitados. Sin embargo, la realidad de Owen no era tan maravillosa, porque dejó escapar una disimulada queja de dolor.

La luna es una acosadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora