ARIEL (CAPITULO SEIS)

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El lugar en cuestión estaba, sorpresivamente, iluminado con una intensa luz blanca que invadía el recinto completo. En el centro yacía una piedra celeste turquesa brillante tan grande como una pelota de tenis, flotaba en el aire rodeada por un escudo celeste que la protegía y la mantenía en suspensión.

Las sombras que los estuvieron siguiendo se fueron deteniendo alrededor de la joya en cuestión para tomar formas de personas, en pocos minutos había ocho guardianes protegiéndola.

Todos tenían la forma que ellos vieron desde las alturas, cuerpo de persona con escamas de dragón, cabeza de águila, brazos, piernas manos y pies de humanos y cola de león. Una voz retumbo en el lugar:

-Sean bienvenidos extraños - era la voz de una persona joven- Pasaron todos los obstáculos que rodean al palacio oscuro con éxito pero todavía no puedo permitirles adueñarse de la joya del agua y del poder que en ella yace.

-¿Quién eres? - quiso saber el príncipe dragón
-El guardián del lugar...jóven príncipe

-¿Me conoces?
- Por supuesto y sé que si eres digno conseguirás obtenerla pero tu amigo tengo mis dudas al respecto

- Él también es digno - se apresuró a decir el príncipe dragón
- No necesito que me defiendas principito - dijo despectivamente Ariel - Ya no.

- Vaya, vaya - dijo la voz - ¿Estás molesto por algo extranjero? De ser así no podrás aclarar tu mente y es el único camino que tienes para conseguir lo que deseas

- Ya estoy harto de todo este discurso - dijo Ariel - ¿Qué sigue ahora? Podré vencer cualquier obstáculo que coloques enfrente de mí - exclamó con arrogancia
Ariel.
- No es el mejor camino ese que estás tomando - intervino su amigo.

-Cállate - rugió éste - ¿Ahora me dirás lo que necesito saber? ¿Ahora que ya es tarde por que no me importa?
-Estás cargado de ira muchacho - comentó la voz - Veremos hasta dónde llegas en semejante estado.

Sin decir nada más se desvaneció su presencia quedando solos con los guardianes que los miraban con cara de pocos amigos.

Suspirando hondo el príncipe dragón se colocó en guardia:
- No debiste ser tan arrogante Ariel, solo conseguiste enojar al espíritu guardián.

-¿Y recién me lo dices? Cuando te pregunté solo soltabas monosílabos
- Estaba preocupado
- ¿Preocupado?
- Por tí

-¿Por mí?
- Después de ver lo que la oscuridad te obliga a hacer...me alarmé bastante.

- No es asunto tuyo principito
- Lo se pero igual...no pude evitarlo
-¿Por qué?
- Porque eres mi amigo

Ariel lo miró a los ojos sorprendido al oírlo decir esto último ¿cómo era posible que hayan llegado tan lejos en tan poco tiempo? Pero los ojos del príncipe dragón eran sinceros, sonrió con cierto pesar mientras revoloteaba sus negros cabellos

- Es peligroso ser amigo mío muchacho, no deberías arriesgarte así

- Sin embargo lo haré
Ante semejante respuesta Ariel rió feliz pero los guardianes se hicieron notar haciéndoles saber que aquello no era un salón de fiestas donde podrían ponerse a charlar despreocupadamente. Y los dos captaron el mensaje.
- Pero ahora no es el momento de discutir aquello ¿cierto Ariel?- dijo mirando a los guardianes
- Así es muchacho

Sin esperar un instante más se lanzaron a ellos iniciándose la batalla, espalda contra espalda los dos enfrentaban la furia de aquellos extraños seres con sus habilidades sobrenaturales.

Destellos azules, verdes y negros invadieron el salón durante varios minutos mientras el enfrentamiento duró. Uno a uno los guardianes fueron cayendo y a medida que lo hacían sus cuerpos se desvanecían en el aire hasta que no quedó ninguno en el recinto.

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