Dennis
Haroldo por fin se había dado por vencido conmigo y se fue a bailar con una de las chicas que había estado coqueteando con nosotros desde que entramos al club. Él había venido aquí por un poco de diversión y yo necesitaba la distracción, pero ahora que estaba aquí, sólo quería irme. Tomando un trago de mi cerveza, traté de no hacer contacto visual con nadie. Mantuve la cabeza baja y el ceño fruncido. No fue difícil hacerlo.
Las palabras de Gibran siguieron repitiéndose en mi cabeza. Tenía miedo… No, estaba aterrorizado de permitirme creer que ella volvería. Había visto su cara aquella noche en la habitación del motel. Estaba vacía. La emoción en sus ojos había desaparecido. Había acabado, conmigo, con su padre, con todo. El amor era cruel. Tan malditamente cruel.
El taburete junto a mí chirrió contra el suelo mientras era movido hacia atrás. No lo miré. No quería que nadie me hablara.
—Por favor, dime que esa fea mueca en tu bonita cara no es por una chica. Podrías romper mi corazón. —La suave voz femenina me era familiar.
Incliné la cabeza hacia un lado lo suficiente como para ver su cara. Aunque ahora era mayor, la reconocí de inmediato. Hay algunas cosas que un hombre no olvida en la vida y la chica con quien perdió la virginidad es una de ellas. Sandy. Había sido tres años mayor que yo y estaba visitando a su abuela el verano que cumplí catorce años. No había sido una relación amorosa. Más bien una lección de vida.
—Sandy —contesté, aliviado de que no era otra mujer desconocida que estaba aquí para arrojarse sobre mí.
—Y recuerdas mi nombre. Estoy impresionada —dijo ella y luego miró al camarero y le sonrió—. Jack con Coca-cola, por favor.
—Un chico no olvida a su primera.
Se movió en su taburete, cruzando las piernas e inclinando la cabeza para mirarme haciendo que su largo cabello cayera sobre un hombro. Todavía lo llevaba largo. En aquel entonces me había fascinado.
—La mayoría de los chicos no, pero tú has llevado una vida diferente a la de la mayoría de los chicos. La fama ha tenido que cambiarte a lo largo de los años.
—Mi padre es famoso, no yo —espeté, odiaba cuando las mujeres querían hablar de algo sobre lo que no sabían nada. Sandy y yo habíamos tenido sexo un par de veces, pero no sabía mucho acerca de mí en aquel entonces.
—Umm, lo que sea. Entonces, ¿por qué estás tan triste?
No estaba triste. Yo era un desastre. Pero ella no era alguien con la que pretendía desahogarme.
—Estoy bien —contesté y miré a la pista de baile con la esperanza de captar la atención de Haroldo. Estaba listo para irme.
—Te ves como si tuvieras el corazón roto y no supieras qué hacer con él—dijo ella alcanzando su Jack con Cola.
—No voy a hablar contigo de mi vida personal, Sandy. —Dejé que el borde de advertencia en mi voz es escuchara alto y claro.
—Para ahí, guapo. No intento molestarte. Solo tenemos una pequeña charla.
Mi vida personal no era una pequeña charla. —Entonces, pregúntame sobre el jodido clima —dije con un gruñido.
No respondió y me alegré. Tal vez se iría. Me dejaría en paz.
—Estoy en la ciudad cuidando a mi abuela. Está enferma y yo necesitaba hacer algo con mi vida. Acabo de pasar por un divorcio problemático. Necesitaba un cambio de escenario. Estaré aquí por lo menos durante seis meses. ¿Crees que serás intratable todo el tiempo que yo esté aquí o vas a volverte más agradable en un futuro próximo?
Quería verme. No. No estaba preparado para eso. Empecé a responder cuando mi teléfono me alertó de un mensaje de texto. Aliviado de tener una interrupción para poder pensar cómo iba a responderle, lo saqué de mi bolsillo.
No reconocí el número. Pero el “Hola, soy Fran” me llamó la atención y dejé de respirar cuando abrí el mensaje para leer todo el asunto.
Hola, soy Fran. Si no eres un estúpido cabrón, entonces te despertarás y seguirás el plan.
¿Qué demonios significaba eso? ¿Qué me estaba perdiendo? ¿Angie estaba en Guatemala? ¿Eso es lo que significaba? Me puse de pie y dejé suficiente dinero en la barra para pagar mi cerveza y la bebida de Sandy.
—Me tengo que ir. Fue agradable verte. Cuídate —le dije como un pensamiento tardío mientras acechaba a través de la multitud hasta que encontré a Haroldo casi follando con alguna pelirroja en la pista de baile.
Sus ojos se encontraron con los míos y asentí hacia la puerta.
—Ahora —dije, y me volví para dirigirme hacia la puerta. Lo dejaría aquí si no me había alcanzado para cuando llegase a mi Range Rover. Ella podría estar aquí. Iba a averiguarlo. Preguntarle a Fran que quería decir con ese jodido mensaje era inútil.
Confirmamos que nuestra querida Fran es nuestro ángel del la guarda ¿verdad?. Ahora será turno de Dennis y hacer su mejor esfuerzo.
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Nunca demasiado lejos
Fanfiction(Segunda parte de la adaptación Demasiado Lejos). Él guardaba un secreto que destrozó su mundo. Todo lo que ella sabía ya no era cierto. Angie no podía dejar de amarlo, pero sabía que nunca podría perdonarlo. Ahora estaba de vuelta en casa y aprend...