Caprichos innecesarios. O no tanto...

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-Ig.. Ignacio. Ven. Por.. Por favor. Te... Te necesito.

-¿Cariño? ¿Dónde estás?-Su voz... Necesito verla.

-No... No importa. Ve a mi casa. Voy allí. Cuando puedas. Te... Te quiero amor...-cuelga.

Corro hacia la barra.

-Debo irme Luis. Lo siento.

-Nacho, sabes que si es por una chica otra vez te despido...

-Ella es diferente. Y tiene problemas. Debo ir. Por favor.

-Te dejo esta vez. Pero ni una más.

Corro hacia la moto y voy hasta la casa de Kira. La encuentro en la calle tirada, intentado levantarse.

-¡Kira! ¡Kira!- dejo la moto y corro hacia ella.-Amor... Amor ven.-La cojo en mis brazos y quedamos abrazados en el suelo.

Ella llora y no sé que hacer. La acaricio la cara, el costado, la cintura... Intentando que se calme. Ralentiza su respiración. El miedo que siento es inexplicable. No sé como en dos días he sentido más cosas que en toda mi vida.

-Pequeña, ven, vamos a ir a tu habitación, vamos a tumbarte en la cama y estarás mucho mejor.

-Va... Vale.

La levanto, consiguiendo que se mantenga en peluches. Paso un brazo por su cintura y ella se apoya en mis hombros. Me da su llave y, una vez está abierto, la cojo de las rodillas para llevarla en alto (como en la playa). Subo las dos escaleras según me indica, entrando al techo del anterior piso y a la habitación de Kira. Es impresionante. El techo tiene una parte inclinada, que es de cristal y en frente de la ventana que ocupa la pared inclinada se encuentra la cama, llena de cojines y peluches. La tumbo en la cama y le quito los zapatos. Se acurruca en posición fetal y la observo. Su mirada está perdida y su esencia ha desaparecido. Cada centímetro de su cuerpo parece llevar una carga.

-Ignacio... Ven conmigo. Por favor...

-Siempre, Kira, siempre...

Me quito los zapatos y me tumbo con ella, abrazándola mientras ella se acomoda en mi cuerpo. Y juntos observamos el atardecer.

-¿Sabes, pequeña? El cielo no me da miedo. Tiene muchos colores. Azules oscuros casi morados, azules verdosos, azules pastel, rosas rojizos, rojos anaranjados, naranjas melocotón, amarillos anaranjados y muchos más. Y a veces hay nubes que te impiden verlo a veces. Pero tu sabes que esos colores siguen detrás, a pesar de no verlo, ¿verdad?

-Sí...

- Pues entonces sabes que detrás de la razón que te duele, hay muchas otras razones, a cada cual distinta, que vale la pena ver. Me tienes aquí, Kira. Tienes a tu familia. Tienes a Steisy. Y a Alex.

-¡No! A Alex no. ¡Él tiene la culpa de todo esto! ¡De todo, Ignacio! Él me hizo daño... Y nadie me lo dijo...-Dice llorando.- Todo es una gran mentira. Todos son una gran mentira... ¡No sé por qué coño me vine aquí! Ojalá no hubiese venido nunca a este sitio de mierda...

Sus últimas frases me rompen. Sin embargo, la dejo llorar. Sé que no piensa así. Lo sé.

-Lo siento... No quería decir eso.

-Te quiero Kira. Te quería ayer y te querré mañana.

*****

-Te quiero Kira. Te quería ayer y te querré mañana.

Siento ganas de él. Le beso en los labios y paso una pierna encima de él. Se gira hacia mí. Pongo sus manos en mi cadera y continuo besándole, agarrándole del pelo. Se sitúa encima de mí y le quito la camiseta. Nos besamos mientras le desato el cinturón y ,a continuación, me quito mi camiseta. Entonces él me agarra las muñecas y las pega a la cama, al lado de mi cabeza, dejándome acorralada.

Noto su tristeza. ¿Qué haces, Kira? No puedo creer que le esté utilizando así. Y él tampoco. Le quiero. Pero esto no funciona así. No puedo hacer esto por un momento de desesperación. No se lo merece.

*****

Me besa en los labios y pasa una pierna encima de mí. Me giro hacia ella, cayendo en la tentación. Pone mis manos en su cadera y continua besándome, agarrándome del pelo. Dios, que ganas. Me pongo encima de ella y me quita la camiseta. Nos besamos mientras me desata el cinturón y ,a continuación, se quita su camiseta. Es preciosa.

Esto no está bien. No puedo seguirla. No.

Entonces la agarro las muñecas y se las pego a la cama, al lado de su cabeza, inmovilizándola. Entonces se da cuenta de por qué ha hecho esto.

-Lo siento... Soy una idiota, Ignacio. Una idiota y una zorra. No me merezco que estés conmigo. No merezco nada de todo lo que me estás dando inconscientemente. Lo siento...- Sus ojos se enrojecen, amenazando con otra tormenta.

*****

-No, no, no... No digas eso...Kira, es normal. Tu vida es como la ruleta de la suerte. Siempre gira y nunca sabes dónde va a caer. No importa, amor. No importa.- Me besa dulce en los labios y se tira a un lado, mientras me abrazo a él.

Entonces me doy cuenta de un detalle mientras observamos la ventana. En toda mi vida, he estado rodeada de gente. Pero solo una persona ha soportado mis tormentas y ha abierto su mundo a mi voluntad en tan poco tiempo. Me quiere sin prejuicios. Y yo me doy cuenta de que esto es lo que estaba buscando. Que todo lo demás da igual.

Ahora Ignacio es imprescindible para mí.

Pero, ¿cuál es tu historia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora