01

1K 35 20
                                    


yo sé que algunas veces 
me equivoco, 
demasiado.

enero 23, 2018.
15:57 pm.

—Perdona Aida, lo siento por fallarte, de veras.—Tomándola del brazo suavemente, se disculpó por no haber podido estar junto a ella en cuanto lo necesitó.

—¿Piensas que soy tonta? Te has olvidado de mí cumpleaños, nadie de todos mis amigos me ha llamado, pero tú, me has sorprendido.—Espetó, soltándose de su agarre para posarse en la entrada de su casa, jugando con la llave de sus dedos.—Han pasado cosas ésta última semana, se me ha venido el mundo abajo, y realmente te necesité Javier.

Asintiendo cabizbajo a sus palabras, se encogió de hombros mirándola por el rabillo de su ojo con arrepentimiento, realmente se sentía apenado de no haber estado con ella, pero no podía discutir la verdad.

—Me he comportado cómo un idiota, entiendo si no quieres volverme a ver.—Admitió, jugando con sus manos.—Intentaré no volverte a lastimar, déjame enmendar mi error.

—No prometas cosas que ambos sabemos, no pasarán.—Vociferó, apoyando su brazo derecho sobre el picaporte negro de la puerta principal de su residencia.

—Cambiaré, por nuestro bien.

—No, debes cambiar por el tuyo.—Relamiendo sus labios indecisa, la castaña adoptó una expresión triste, rozando el color gris, que opacaba el suave labial carmín que traía.—No es cambiar por mi bien, es por tú propio bienestar, tendrás más problemas, créeme.

—Creo que debería irme, lo lamento enserio..—Haciendo silencio por unos segundos, suspiró débilmente.—Te quiero.

—Sí, deberías irte.

Y dicho ésto, la fémina giró sobre sus zapatillas blancas, entrando nuevamente en la casa.

Dejando a un madrileño con el corazón hecho un vuelo, y con las emociones latiendo a mil por hora, pues bien, sabía que ese sería el principio del fin de todo lo que él pensaba que podía sentir, y sería el comienzo de sentimientos desconocidos en toda su actual existencia, que terminarían matándolo por dentro.

























[🕊⌛🍂]

yo sé que estás cansada 
de mirarme, 
de costado.

septiembre 19, 2018.
03:47 am.

La camisa semi-celeste que la muchacha llevaba colgada en su cintura, gracias al calor que emanaba el centro de Madrid, aunque fuese de noche, era abruptamente asqueroso para tener demasiadas prendas.

Saliendo a dar un paseo por las manzanas cercanas a su casa, como solía hacer cada sábado u algún que otro domingo para combatir los problemas de ansiedad, la falta de sueño, o el infierno que pasaba en su casa noche tras noche, se había vuelto costumbre.

Cuando por fin sintió los primeros síntomas del sueño, llevándose una mano a su boca, cambió el rumbo de su nocturna caminata.

Encontrándose con algo que no debería haber visto.

Una figura sombría por la falta de luz en esa esquina pequeña de la plaza, se parecía demasiado a su mejor amigo, sí es que todavía podría llamarlo así.

Acercándose con demasiado sigilo, mirando de costado la situación, lo encontró en la escena del crimen que lo había dejado sobre una camilla por más de dos meses, estaba cayendo de nuevo.

Cuando el español se dió cuenta de la presencia femenina frente a sus ojos, se paró automáticamente sin dudar un segundo, pero cuando quiso darse cuenta ya no estaba, se había ido.

Dejando que el cigarrillo rubio se deslizara sobre sus manos, un poco sucias por las cenizas del mismo, comenzó a aumentar la velocidad hasta encontrarla en uno de los bancos del mismo lugar, con las manos tapando su cara.

—Vete.—Pronunció en un murmullo cargado de desesperación, y el miedo volvió a abatirla cuando su problema de respiración amenazó con aparecer.—No me obligues a tener que sacarte de aquí con un escándalo, haz las cosas bien..al menos una vez.

No había mucho que hacer un sábado en la madrugada por esos lados, así que el varón optó por sentarse a unos centímetros de ella, suspirando mientras tomaba aire en dirección al cielo.

—Te admiro, tienes valentía para salir sabiendo que, a la larga o a la corta, terminarás encontrándome así, o peor...—Paró de hablar, arrepintiéndose de decir la última palabra.
No era momento de nombrar a la muerte.

Pero tal vez, hubiese sido lo mejor antes 
de la despedida que vendría pronto.

—¿Me lo estás diciendo enserio? ¿De verdad Javier?—Dijo, en un tono de frialdad totalitario.—Nunca te has tomado la molestia de si quiera preguntarme porque tengo que salir a caminar.

Otra vez, el varón volvió a bajar su mirada apoyando sus palmas sobre sus piernas sin acatar palabra alguna, seguía sin lograr levantar su cabeza ante la verdad no vista, o ignorada por él. 

—No te lo imaginas, ¿verdad?—Preguntó de forma irónica.—Dos meses Javier, dos meses en que cada noche ha sido un completo desastre, no he dormido bien, he tenido ataques de ansiedad importantes, casi me muero, estuve internada por dos semanas.

—Y-Yo..lo siento Aida, no merezco que sigas aquí, eres libre de irte de una vez y dejar de sufrir por lo que no te doy.—Silabeó, carraspeando con su garganta en un afán de poder aguantar las lágrimas.

—No, no lo sientes..al menos no lo demuestras.

—El cielo, me recuerda a nosotro.—Comentó, para después callarse y corregirse.—A ti...porque después de la tormenta, siempre logras brillar.

—No cambies el tema de conversación, acabas de tirar dos putos meses en rehabilitación para que lo primero sea salir a fumar..¿Te das cuenta qué tuviste un bendito paro cardíaco y no te importó?.

—Mi vida ya no tiene sentido, no después de que mamá y papá hayan decidido irse, sólo acorto lo inevitable.

—La tuya quizá no, si es así como quieres verlo, pero nunca pensaste en como repercute en la gente que te quiere.

—No tengo a nadie más que a ti.

—¿Enserio?—Sorbió su nariz.—Porque ha sido espectacular que no me hayas incluido en tu confesión, realmente te estás dejando ir..y sabes, no estaré toda tu vida atrás de ti para salvarte.

por mil noches; bnet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora