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Escuchar las cosas que ya nunca más me dirás. Y las que quedaban por decir. Verte marchar una vez más, sin despedirte. Tan solo un beso que resbala por mi cara. Qué se mezcla con las lágrimas que humedecen mis mejillas, y que mueren en la comisura de mis labios. Suspiro, y vuelvo a entrar en tu mirada, con la intención de quedarme a vivir allí en lo que tarda en consumirse un "para siempre ". Con inocencia hago inventario de las pecas de tu cara, que me dicen en silencio que la primavera se acerca. Y que tu vas a florecer de nuevo desnuda en mi cama. Con el café de mis ojos, y el hielo de los tuyos, preparados para desayunarnos a besos en tu boca las promesas que se quedaron en lamentos. Y después abrazarte tan fuerte, que sientas que alcanzo tu alma con la punta de mis dedos. Viviendo de esa cálida sensación otro invierno más. Qué sonrías al tenerme entre tus brazos, como si nunca quisieras que me marchase de ahí. Como si ese fuera mi sitio. Mientras que muero en la curva de felicidad latente que en tus labios se dibuja. Muero de amor. Resucito a diario en tus "te amo". Para llenarte de caricias la espalda, y de rosas blancas este mes de diciembre. Y toda una vida si me dejas. Volver a dormir juntos otra noche más. Tu acurrucada en mi pecho, junto a los recuerdos. Como si nunca nos hubiésemos odiado. Como si nunca me hubieras partido el corazón. Haciendo caso omiso al latido roto que emerge de mi pecho. Como un goteo incesante de cristales rompiéndose contra el suelo. Y callarnos. Callando hasta a el mismo silencio. Barriendo todos los recuerdos malos de nuestra historia, para llenar nuestros corazones de nuevos momentos. Para empezar de nuevo, o para rompernos definitivamente. Un nuevo comienzo, o un nuevo final. Que más dará.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora