31• Por favor ven por mí.

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"El universo no tiene la obligación de tener sentido para ti."

Especial Park Jinyoung 2/2.

—¿Matt?

La voz de Cian suena incrédula, rota, en un pequeño hilo de voz.

Los ojos de Yugyeom se posan en el chico que había dado por muerto durante tanto tiempo, sin poder ocultar la sorpresa de verlo frente a todos nosotros ahora. Sin embargo, parece temeroso y asustado ante aquella presencia; rapidamente busca dar con la atención de Cian, pero ella no parece corresponderle, ya que su siguente movimiento es tomar a su favor mi momento mental de debilidad, donde todavía estoy procesando todo lo que está pasando, y empujarme para retomar su libertad.

Doy unos cuántos pasos hacia atrás al tambalearme, chocando de espaldas con el cuerpo tieso de Cian, en seguida, ella reacciona ante el contacto sintiéndose amenazada, pero sus ojos se hacen enormes al cruzarse con los míos.

—¿Jinyoung? —articula con culpa, sin entrarle en la cabeza todo lo que está pasando.

Yo trago saliva. ¿No lo sabía?

En seguida, observa con terror el filo de su cuchilla, el cual hace pocos segundos se encontraba lista para perforar mi yugular, luego niega con la cabeza, me mira y luego a Matthew. Después otra vez a mí, a Yugyeom, a su navaja y otra vez a Matt.

—¿Qué significa esto? —pronuncia Pattien sin poder moverse del lugar.

Nuestras miradas hacen contacto durante un pequeño segundo, la inestabilidad de la situación me tiene demasiado atento y lamento el momento en el que ese chico soltó el arma.

Me saca de mis cabales el hecho de que Yugyeom tironee del brazo de Cian para apartarla de mí, mientras tanto, ella balbucea inconsistencias sin poder quitarle los ojos de encima a quien estuvo oculto durante tanto tiempo.

Y entonces, una voz ajena al grupo rompe el silencio, captando mi atención, la de Yugyeom y Cian, pero no la de Matt.

—Vaya, vaya, vaya... —estira de forma grave, divertida y con un acento algo forzado.

Al voltear, un hombre de buen porte, rozando los cincuenta años, de traje gris oscuro y corbata roja, tiene una sonrisa dibujada en los labios, acompañado por tres que parecen ser sus guardaespaldas, cargando con un arma cada uno a excepción del líder.

¿Quién es este?

Él, quien pasea sus pupilas por cada uno de nosotros, se siente un ganador al tener tantas víctimas frente a sus ojos, y flexiona ambos brazos a los costados de su rostro para deslizar doblar los bordes de la manga de la camisa que sobre sale del saco.

—Entonces —continúa—, ¿quién debo asumir que es Devan Bélanger aquí?

¿Qué?

—Si nadie es capaz de contestar, entonces...

Sus hombros se encogen y acompaña la expresión con un ligero movimiento de mano que descarta cualquier posibilidad, dándole a entender a sus acompañantes que no está dispuesto a perder el tiempo.

El simple panorama de ver a tres tipos listos para apuntarnos a la cabeza a cada uno de nosotros, me hace pudrir en impaciencia, así que levanto el cañón de mi revólver listo para disparar, sorprendido por el impacto del puño de Yugyeom en mi cara un segundo más tarde, que aprovecha el movimiento para arrancarme el arma de las manos y empujarme con fuerza hacia el piso. El chico se jacta de sus habilidades haciendo girar la pistola entre sus dedos y sonreír como si nada ante el cuarteto de mafiosos que está más que dispuesto a eliminarnos en un segundo, pero él, luce como si manejara todo el tiempo del mundo.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora