URIEL ( CAPITULO CATORCE)

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Habían transcurrido más de setecientos años desde que Luna se llevó a Uriel lejos de todo, permanecieron solos durante todo ese tiempo y de tanto en tanto ella se presentaba en su castillo para supervisar lo que ocurría y dar nuevas indicaciones. Sin embargo no se quedaba más de unas cuantas horas y luego volvía donde él la aguardaba.

Uriel se había transformado, ya ni siquiera se negaba a todo lo que ella decía y quería. En muy pocas ocasiones abandonaba el dormitorio  ya que ese era el sitio donde ella prefería tenerlo. No existía en su mente otra forma de vida, el mismo tiempo dejó de correr para él.
Cuando ella volvió él salía de ducharse y preparaba el ambiente. A Luna la complacía tanto verlo tan fiel y sumiso que no podía entender cómo existió un tiempo en el cual él fue su enemigo. Su poder lo usaba solo para brindarle mayor placer hecho que la colmaba de felicidad. Pero Uriel no se entregaba realmente a ella, su alma, sus deseos, sus sentimientos, su amor seguían en su propio ser íntegros, lejos del alcance de Luna.  Él se limitaba a decirle lo que ella quería escuchar.
- ¿Me extrañaste?
Ya sabes la respuesta– contestó él abrazándola con pasión – Pero ya estás aquí de nuevo...
- ¿Planeaste algo especial? Recuerda que si no me complaces como es debido me iré de nuevo.

Uriel la besó con tanta pasión que la dejó sin aliento. Solo la oscuridad lo rodeaba, ni un solo destello de luz sentía.  Se sabía atrapado pero ya no le importaba ni intentaba liberarse ni esquivar a Luna. Por el contrario, detectó cierto alegría en obedecer a sus caprichos y se centró en ese punto, ya que no quería pensar en lo que había perdido. Ahora, luego de tantos años transcurridos a su lado, no concebía la idea de vivir lejos suyo. Y únicamente existía para complacerla. Ese pensamiento ya no sabía si era suyo o de ella quien se lo había introducido.

Estaba confundido y perdido, no sabía ni recordaba nada
- Te amo Luna – ahora lo  decía abiertamente y sin esfuerzo - ¿Y tú? - No le importaba estar esclavizado ya.
- Lo mismo – le dijo ella feliz – Te amo
- No vuelvas a irte ¿de acuerdo? – le pidió él
- Haré lo que me plazca Uriel – contestó ella desafiante – Tú nada tienes que ver en ello
- ¿En serio? – él la abrazó con más fuerza estrechándola entre sus brazos – En ese caso yo también me iré y tú nada podrás decir al respecto
- No, eres mío – dijo ella abrazándolo – Completa y absolutamente mío
- No, sabes que aún no es asi 
- Si lo es,  me perteneces solo a mí
- No - eran esas ocasiones en las cuales afloraba su luz interior con mayor poder para hacerle frente
- Uriel métetelo muy bien en esa dura cabeza – ella estaba muy seria – Tú me perteneces solo a mí

Uriel la beso con intensidad sin contestarle nada. No supieron cuánto tiempo transcurrió ni tampoco les importó ya que solo estaban ellos y ese momento.  Pero más tarde Luna y Uriel empezaron nuevamente su cacería sin piedad por los distintos lugares de esa dimensión, a todo aquel que no reconocía la autoridad de ella le esperaba un horrendo futuro. Caótico y desastroso debido a que el espíritu del destino hilvanaba nuevos destinos oscuros para aquellos sin piedad. Por tal razón nadie se animaba a oponerse a ella, si antes se doblegaban ahora directamente se convertían en sus leales súbditos sin opinión ni voluntad propia.

El problema empezaba cuando detectaban a algún extraño en la dimensión oscura; nada los complacía más que capturar y torturar a los extranjeros que llegaban allí tras perderse entre las dimensiones o que fueron arrojados allí para que desaparezcan para siempre.
El frío congelante que sentía Uriel emergía desde su interior provocándole un escalofrío corporal que sabía disimular muy bien, su mirada había perdido aquel brillo peculiar que solía tener y casi parecía un autómata.

La palidez de su cuerpo empezando por su rostro le daba un singular rasgo vampírico. 
Luna deambulaba por las calles de uno de los tantos lugares de esa oscura dimensión con un andar arrogante, mucho más altanero que el que habitualmente tenía. Miraba a los demás con repugnancia y sentía un siniestro placer al verlos suplicar por sus vidas o tan solo hacerle reverencia, le fascinaba ver el miedo que reflejaHabía planeado extender su reinado del terror hacia otras dimensiones fusionándolas con esa y así extender aquella oscura dimensión aún más.  La maldad se convertía en sumisión cuando ella transitaba sus desoladas y siniestras calles.
Cuando llegaron al sitio deseado solo estaban ellos dos y un moribundo bosque, aquel era la puerta para ir a otra dimensión. Algo en Uriel comenzó a vibrar en su interior, aquella luz volvía a quemarlo encendiéndose al completo. El anhelo de libertad renacía en su moribundo cuerpo liberando su aprisionado espíritu.  El recuerdo de Ariel lo golpeó atormentándolo intensamente pero el lazo de oscuridad que envolvía su cuerpo volvió a aprisionar aquel sentimiento asfixiándolo.  Hizo un gran esfuerzo para evitar que su carcelera se diese cuenta de aquel cambio y su renovado interés por liberarse. 

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