Le journal

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Gabriel no estaba orgulloso de haber acabado encerrado en Gringotts. Ningún mago estaría orgulloso. Pero, en retrospectiva, esto no era su culpa. ¿Quién diría que sus ancestros eran tan paranoicos?

Cuando descubrió que los Noir tenían un par de bóvedas en las profundidades del banco mágico de Gran Bretaña pidió inmediatamente la transferencia hacia las bóvedas de la sagrada familia Noir. Por supuesto, los asquerosos duendes se manejan bajo sus propias normas, por lo que la única respuesta fue un traslador.

Gracioso fue terminar encerrado en la bóveda 712 porque debías demostrar tu valía para salir de ella. Vaya, ¿quizás los Noir eran unos dementes y él no sabía? De todas formas, superó las pruebas. Él no era cualquier sangre sucia inmunda, su talento mágico le había asegurado un puesto innato en las más prestigiosas academias mágicas de Europa. Cuando logró atravesar acertijos y runas encontró una bóveda de riquezas inimaginables, e inmediatamente comenzó a colocar objetos antiquísimos en su bolso sin fondo.

Cuando tomó el diario con el nombre de Ignacio Rubik pensó que era alguna clase de broma. Rubik, ese era un apellido muggle. ¿Cómo había terminado el diario de una sangre sucia en su preciada bóveda? Aun así, sin saber muy bien porque, lo guardó y continuó con la tarea que realizaba.

Cuando Gabriel llegó a Domme se apresuró a la mansión Noir

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Cuando Gabriel llegó a Domme se apresuró a la mansión Noir. Era 28 de agosto, por lo que el inicio de las clases no tardaba en comenzar y el aún necesitaba ir a comprar un nuevo uniforme y sus nuevos libros. Además, estaba seguro de que ya no tenía cuernos de unicornio. Mientras organizaba mentalmente su lista de útiles comenzó a retirar los artículos de su bolso. Cuando sus dedos encontraron el diario, una inquietante necesidad de abrirlo surgió en su mente, y lo hizo. Tomando una delicada pluma de thunderbird escribió, casi de forma inconsciente, "¿Quién demonios es Ignacio Rubik?

Casi inmediatamente soltó el diario, espantado por el escozor que sintió en la planta de su pie, pero el diario, burlonamente abierto sobre su cama dejaba ver un mensaje escrito en un brillante color carmesí que bien sabía Gabriel, era su sangre. "Podría preguntarte lo mismo". El mensaje seguía, pero ver su sangre escurriendo solo le provocó un mareo terrible. Aterrorizado, cerró el diario y lo encerró en las profundidades de su baúl.

Resultó que el deseo incontrolable que tenía de escribir en ese dichoso diario no era normal. Por supuesto, todas las señales lo indicaban. La cicatriz en su pie, grabada con el mismo mensaje del diario, el picor en sus dedos tan solo al ingresar a la habitación, la falta de sueño y de hambre por pensar en el diario. Todo indicaba que el diario era un objeto oscuro, un objeto maldito seguramente, entonces, ¿Por qué no se deshace de él?

De cierta forma, ese mismo deseo no le permitía desaparecerlo. Cuando quiso enviar una carta a Gringotts su mensaje no pudo ser redactado, su mano se quedó congelada, burlándose de él hasta que desistió. Cuando intentó hacerlo arder con un potente fiendfyre la magia desapareció de su cuerpo. Cuando intentó abandonarlo, su propia magia lo convocó a su mano.

De hecho, no le sorprendió cuando el 1° de Septiembre viajaba a Beauxbatons con el diario empacado en su baúl. Tampoco le sorprendió el sudor y la picazón en sus manos, anhelando ocultarse tras los doseles de su cama a escribir en el diario. Gabriel se avergonzaría de admitir que no prestó la más mínima atención a quienes terminaron en "la couronne", puesto que era la élite del prestigio entre las casas de Beauxbatons. Gabriel era el estudiante de mayor edad, con 18 años recién cumplidos, cursando su 8° y último año, y, además, un prestigioso sangre pura de una de las sagradas familias de Francia, no era de extrañar que fuese el encargado de dar la bienvenida a los nuevos miembros de su casa. Reconoció a una joven Delacour con descendencia veela y a el heredero de los Faure-Dumont, educado en el hogar hasta los 15 años. Inmediatamente supo que este sería un año interesante para su casa.

Tras las explicaciones correspondientes, el headboy se retiró apresuradamente, con la elegancia propia de su clase, y se encerró tras un muffliato en la seguridad de su habitación. Las ventajas de ser el estudiante con mejores notas es su habitación y baño privados, por lo que un hechizo ensordecedor debía bastar de oídos curiosos. Tomo el diario de su baúl y escribió apresuradamente "¿Qué tipo de libro maldito se supone que eres?". De nuevo, Gabriel sintió el escozor propio de una pluma de sangre, esta vez en su antebrazo, y observó su sangre brillando a la luz de las velas, "Perceptivo, pero no es una respuesta que me interese darte". Sintió que la molestia brotaba en su pecho, la herida de su pie aún no se curaba, y debía hechizarla contra el dolor de caminar. Estaba soportando más dolor porque quería respuestas, y ningún sangre sucia iba a decirle que no.

"Supongo que entonces puedo hacerte arder en un fuego maldito, de todas formas, no te importa", las amenazas pasivo agresivas, por supuesto, eran la especialidad de cualquier sangre pura, pero la respuesta que recibió solo aumentó su enojo. "Hazlo, pero quizás no encuentres la voluntad, he descubierto que soy bastante, digamos, envolvente".

Gabriel resistió el impulso de contestar, el diario era de un asqueroso sangre de barro descarado, y no se merecía ni un segundo de atención. Con el hormigueo constante en sus manos, el dolor en su antebrazo y la angustia en su pecho, abandonó al libro en un bolsillo oculto de su baúl.

A la madrugada, aún dormido, su cuerpo impulsado por magia se levantaba para recoger el diario y colocarlo bajo su almohada, bajo la atenta mirada de un castaño recostado a su lado. 

Sang [Shadoune & Rubik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora