Tetsutodo Week 2020

Día Festivo + Cultural

AU! Quirkless
Leve lenguaje vulgar.
Español coloquial/ modismos españoles.

Navidad estaba siendo una fecha difícil para Todoroki.

Más aún ese año, que había ido con su familia a España sin pensar en la posibilidad de que tendría una riña con su padre que lo obligara a abandonar su casa por Nochebuena.

Lo único que lo consolaba era que sabía que no se perdería nada importante. Su padre cantando villancicos a gritos acompañado de su madre con una pandereta —tal vez discutiendo sobre él y la riña que tuvo con Enji en algún momento de la cena—, Touya llegando al día siguiente de salir con sus amigos, Fuyumi hablando de sus planes a futuro para con sus estudios...

Lo normal en la casa de los Todoroki.

Sin embargo, estaba sin poder ir a su hogar, en un pueblo donde no conocía a nadie
—incluso el mayor de sus hermanos, que siempre se negaba a conocer gente nueva, tenía más conocidos que él— ...

Y para rematar, comiéndose la lluvia con patatas, pues se había dejado el paraguas en casa.

Ah, España se veía tan calurosa cuando se trasladaron en junio, ¡había días que llegaban a cuarenta y dos grados!, quién  diría que ahora no podía salir del pequeño espacio que el portal donde estaba le daba para protegerse de la lluvia, que aún no cesaba —y Todoroki no era en absoluto una persona optimista, sabía que no cesaría en toda esa noche—.

—¡Wooo! ¡Que me congelo, tú! —escuchó una voz a su lado, y le dejó un poco impresionado la velocidad con la que un chico de cabello gris corrió al portal. Probablemente era del pueblo, él sí llevaba paraguas.

El desconocido seguía apoyando sus manos en sus rodillas, cansado, cuando se percató de su presencia y levantó la cabeza para mirar al Todoroki con una sonrisa amigable.

—¡Hey!, ¿qué tal? Vaya una peazo lluvia, ¿no? ¡Como no vuelva a mi casa rápido, mañana despertaré con una fiebre del copón!

Todoroki nunca fue bueno con otros modismos, pero supuso que quería decir que si seguía en la calle no aguantaría, o algo así.

No contestó, y con eso le dio al contrario tiempo para darse cuenta por sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, que no tenía nada con lo que protegerse del mal tiempo.

—Oye, ¿es que te has olvidao el paraguas? —preguntó, y una leve mueca mientras se alzaba de hombros fue suficiente respuesta para saber que sí. —Pues qué faena. Oye, que no es por sonar raro, pero si quieres puedo acercarte a tu casa, no tengo problema. ¿Está muy lejos?