Un viento silencioso abrumado de emociones atravesó mi cuerpo cuándo me quedé observando el final del pasillo, gracias al tragaluz de la cocina a mitad del pasillo la iluminación le daba una esencia extrañamente tranquilizante. A mi derecha; el comedor de muebles oscuros, casi negros, decorados con un mantel banco largo con un florero de cristal y flores largas, a mi izquierda; los sillones negros y ordenados, con la mesa de infantes roja, y todos éstos apuntando al mueble con ventanillas en sus cajones, encima de éste el televisor... no tan apegado al estilo de la casa. Todo estaba tan ordenado que daba una perfecta satisfacción.
Atravesé el pasillo con cierto temor de que algo saltaría a mi cara desde una esquina, pero logré llegar al otro lado, ahora el pasillo doblaba en "L" en un nuevo pasillo más corto y más oscuro, pero con nuevas habitaciones, una de ellas era una pieza matrimonial ordenada e iluminada mágicamente. La mueblería, los colores y la luz hacían que fuera una habitación de destacable belleza:
Las paredes eran de color crema o un amarillo pastel opaco y hacía juego con la cortina lila de la ventana, la cama con sábanas blandas y cojines duros, pero insólitamente cómodos, y a los pies de ésta y apoyado en la esquina un mueble ancho con un televisor de eso antiguos-recientes, cómo de los 2000.
Sentí paz y me eché en la cama mirando hacia arriba, el cielo del techo era de madera y tenía esas graciosas y algo tenebrosas manchas que aparentaban ser surreales rostros.
Empezó a sonar la máquina del refrigerador, haciendo un sonido vibrante pero soportable.
No recordaba que la casa vacía fuera tan inquietante y a la vez tan pacífica, pero esa es una de las cosas que pasan cuándo vuelves a esos lugares que marcan tu infancia.
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Práctica de Redacción
RandomPequeños cortos sin mucha profundidad, los cuales pongo a prueba mi manera de escribir y redactar