Se paro frente al espejo, y despacio empezó a desprenderse de las prendas que cubrían su cuerpo. Sus ojos comenzaron a viajar por cada centímetro de su piel, deteniéndose allí donde creía apreciar una imperfección bastante destacada. Se detuvo en las estrías de sus piernas y glúteos, las observo durante horas esperando que aquellas marcas desaparecieran. Sus ojos continuaron más allá, hasta el abdomen, y ahí ya no pudo evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos, con la esperanza de que este se aplanara.
El viaje se reanudó y cuando sus ojos encontraron los de su reflejo, la tristeza miraba a aquella joven devastada y cansada de tanto sufrir; ella, miraba detenidamente cada rasgo de su piel, observando cada una de las marcas de acné que habían marcado aquel delicado rostro. Aquella mujer, no se veía para nada hermosa y la rabia la llevo a destruir el espejo en miles de trozos de cristal; Cayó de rodillas sobre ellos y dejo que las lágrimas empaparan su rostro.
No saben lo que dolía ver a mi hermana allí de rodillas, en los huesos y tan ligera como una pluma, mientras ella creía ver en el espejo una mujer de gran de peso. Las palabras, la habían matado; los desamores, la habían destrozado...
Supe desde aquel día que empezó a medir sus calorías que nunca más volvería a reír con mi hermana. Que las noches de películas y chucherías habían terminado, siendo sustituidas por inagotables horas de hospitales y centros de rehabilitación. Había perdido a mi hermana. Había perdido la esperanza de recuperarla, pues cada día la sentía mas lejana, como si su esencia se estuviera desvaneciendo. Sabía que su cuerpo estaba allí, pero su alma, su espíritu, ya había volado a miles de millones de año luz de aquella habitación.
A las noches, lloraba en mi habitación rogándole a Dios que obrase un milagro. Pero con el paso de los días, meses y años, me fui haciendo a la idea de que mi hermana nunca más regresaría; que ya no volvería a ver su radiante sonrisa, ni a escuchar la suave melodía de su risa. Y, ¿saben?, me odio por no haberme dado cuenta antes, por no haber descubierto a tiempo que mi hermana se estaba matando lentamente. Siento una inmensa rabia por no haber sido la hermana que necesitaba, por no haber estado allí presente en los momentos en los que el mundo caía sobre sus hombros y terminaba derrumbándola.
Siempre creí que mi hermana era la fuerte de las dos, que ella siempre tenía todo bajo control, pero ahora, viéndola allí de rodillas, creyendo que su cuerpo cada día se estaba agrandando, me doy cuenta de lo equivocada que estaba. Mi hermana no contaba las calorías de la comida, ni dejaba de comer durante días por querer llevar una dieta saludable, si no para sentirse aceptada en una sociedad que claramente no la merecía.
Me acerque a ella y la tome por sus brazos para llevarla hacia la cama y una vez logre acostarla, me tumbe a su lado y la abrace. Mientras, acariciaba su lacio cabello negro. Intentaba reprimir mis ganas de gritar, de llorar, de salir corriendo y nunca mirar atrás. A veces, en sueños, cuándo tenía a mi hermana frente a mí, la culpaba de haberme arrebatado la oportunidad de tener una hermana con quien compartir las experiencias de mi día a día. Le exigía explicaciones que me hicieran entender por qué lo había hecho, por qué había decidido acabar con su vida sin pensar en el daño que iba a provocarnos.
Pero aquel espejismo de mi hermana siempre guardaba silencio, mientras sus ojos miraban fijamente los míos. En ellos, solo veía una profunda tristeza que no sabría describir con palabras, pues era tan compleja, que no existen suficientes términos para definirla. Creo, que el espíritu de mi hermana aparecía en mis sueños con el fin de que de yo me desahogara, pues sabía que en aquel cuerpo recostado en mi pecho ya no existía vida alguna.
Sin embargo, para que comprendan esta historia, debería de empezar por el principio. Ese en el que mi familia y yo fuimos verdaderamente felices. Así que, les invito a tomar asiento y a adentrarse en esta historia que espero llegue al corazón de muchos de ustedes.
Erase una vez, en la ciudad de Rotten Hill, vivían dos hermanas que se amaban con locura. Eran dos mitades perfectamente unidas, las cuáles siempre se reían de cada uno de los sucesos que ocurrían a lo largo de su vida. Lily era la mayor, con 20 años, la pelinegra de ojos marrones estaba viviendo una de las etapas más emocionantes de su vida; Iba a la universidad con su novio Tom, vivía con su mejor amiga y siempre salía a cualquier lugar de aquella ciudad con su querida hermana menor Natalie. La pequeña de 16 años, tenía el pelo negro al igual que su hermana, pero sus ojos eran de un hermoso color avellana; ella admiraba a su hermana, la creía su heroína y deseaba ser como ella de mayor.
Pues sí, amaba a mi hermana, ella era mi inspiración y ejemplo a seguir. Me encantaba verla reír, porque se la veía tan fresca y libre, que cualquiera se quedaba embobado observándola. Siempre creí que había sido muy afortunada de tenerla, pues con ella siempre hablábamos de miles de temas, y nunca nos cansábamos, pues siempre había algo diferente.
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Doble Realidad
RandomSe paro frente al espejo, y despacio empezó a desprenderse de las prendas que cubrían su cuerpo. Sus ojos comenzaron a viajar por cada centímetro de su piel, deteniéndose allí donde creía apreciar una imperfección bastante destacada. Se detuvo en la...