Only fools do what I do...

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Te amo...

Mark terminó de escribir su mensaje de texto, lo envió y miró la pantalla, suspirando. ¿Qué tal si el destinatario ni siquiera veía aquel corto pero, para él, significativo mensaje? Podría pasar, tranquilamente podría ser ignorado, y lo merecía, por supuesto que lo merecía. Él se fue, desapareció sin explicación, y aunque para él tenía mucho sentido, quizás para quien quedó atrás, era una actitud infantil, porque de una u otra forma el huyó, incluso cuando él no lo viera de esa forma.

Era uno de los últimos días de julio y él estaba solo, mirando el techo de la habitación en Seúl, donde se había hospedado sin decirle nada a nadie, porque era una sorpresa, aunque ni él sabía por qué lo hacía, quizás se debía a su fe ciega.

Él debía estar en Canadá con su familia, como cualquier día, y en cambio viajó a un país que no pisaba hacía casi dos años, cuando se fue sólo, alegando su necesidad de estudiar y el hecho de extrañar su hogar, cuando la realidad era otra. Él no podía soportar estar lejos de alguien que posiblemente lo olvidó, porque él jamás pudo hacerlo.

Miró a la cama con pereza, sus valijas apenas armadas con prisa, casi como si estuviera huyendo, y quizás así era, pero él necesitaba regresar, volver a ver los ojos chispeantes del joven que tanto le gustaba, oír su risa, cuando lo último que oyó de él fue llanto, y estaba seguro que era su culpa, aún cuando este no le dijo nada.

Al contrario de su humor habitual, Mark se encontraba más que desesperanzado, frustrado y triste, porque nada estaba bien, y lo sabía. Su pequeño chico, por quien recorrió miles de kilómetros aún no respondía su mensaje y estaba seguro de que lo leyó, podría casi jurarlo, y lo entendía, más odiaba hacerlo, porque sabía que tendría toda la razón del mundo para no contestar tan abrupto mensaje. Fue su culpa después de todo, porque usó su país natal como una escusa para fugarse y no afrontar lo que sabía que venía contra él. Quizás, si se hubiera quedado… pero eso no ocurrió, se odiaba por ello, y quería enmendar su error, aunque no sabía si tendría la oportunidad.

Un simple mensaje con un corto texto no recuperarían a su pequeño, lo sabía, pero quería creer que si recibía una respuesta sería señal de que, quizás, tenía una oportunidad de enmendar, aunque sea levemente, su enorme error.

Cuando el joven se fue Mark no pudo entenderlo, ¿por qué Renjun escogería estudiar en China cuando habían prometido quedarse juntos en la Universidad hasta que él terminara su carrera? Ese fue su detonante, porque sin Renjun ya no tenía sentido seguir en Corea, cuando sabía que en Canadá tenía una oferta prometedora en una universidad de la cual ni siquiera le había hablado al menor, creyendo que se quedarían juntos, pero eso no pasó, y si no decidía rápido, la perdería.
Lo hizo, escogió regresar a Canadá y, siendo sincero, no se arrepentía de aquello, había sido una decisión madura, pero luego las cosas se hicieron cuesta arriba, y peor cada día. Renjun sonaba cortante en sus llamados, apenas respondía los textos y siempre daba la misma respuesta “lo siento, tengo que estudiar”, y en un principio lo entendía, era normal, pero luego fue tan constante que carecía de sentido, ya no tenía tiempo para él, y sabía que no sólo se debía al estudio, algo estaba ocurriendo en su vida y él ya no era parte de esta.

El texto en su pantalla parecía reírse de él, de su pequeño destello de esperanza, el cuál se opacaba a cada minuto que pasaba sin una respuesta. Optó por simplemente ahogarse en su miseria, puesto que sabía que era probable que realmente Renjun ya no iba a responderle.

[...]

Mark caminaba desganado por la desconocida habitación que había pagado para él tras no saber exactamente que estaba haciendo cuando tan abruptamente decidió regresar a un país que no pisaba hacia meses, y sabía que no sería bienvenido en ningún sitio, porque Renjun no fue al único que dejó atrás cuando decidió abandonar ese país.

Only fools [fall's for you] | markren「ⁿᶜᵗ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora