11. The old woman.

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Ir al supermercado no era divertido, al menos no para Huening Kai.

Una compañía lo haría un poco más entretenido, pero lamentablemente hoy solo eran él y un estante lleno de jarrones que llevaba adelante. Debía reemplazar el de su casa.

Observó algunos con determinación. Aunque su cabeza no estaba centrada del todo en los coloridos objetos de barro.

Pudo escuchar con claridad el sonido de una vajilla destrozada. Instintivamente observó a su derecha. Absolutamente nada.

Por un momento pensé que había alguien...

Una mujer de avanzada edad y humilde apariencia apareció tras él haciéndole sobresaltar levemente.

—Joven... ¿Usted sería tan amable de darme algo para comer?

Esa frase le hizo sentir tan exageradamente miserable. Desde la partida de su padre, su "familia", si así se le podía llamar, se hallaba con inmensos problemas económicos pero nunca le faltó un techo o el plato de comida diario ¿Cómo aquel que se hace llamar Dios permitía tal cosa? ¿Por qué no prestaba atención a personas como esta?

Con un corazón hundido y unos ojos a punto de llorar sacó su billetera y le extendió un barato pero aceptable billete.

—Gracias, joven.

—No es nada señora, y si volvemos a encontrarnos no sería un problema que me llamase de otra manera, solo soy un chico ¿para qué tanto respeto? —Sonrió a la vez apenado por el aspecto de la mujer de baja estatura.

Y luego de aquella pequeña pero significativa conversación para el -a veces sentimental- muchacho, la mucho mayor se alejó a paso lento.

Cuando su vista volvió al estante a su delantera el sonido se repitió. Esta vez se echó a correr antes de que la pieza, esta vez real, de cerámica se impactara con el suelo.

Rió al levantarse y colocarla en su respectivo sitio nuevamente. Miró a la señora con su canoso cabello descuidado.

—Debería de tener un poco más de cuidado o se vería obligada a pagar por eso.

—No te importa, niño.

Las cejas del castaño se alzaron.

— ¿Cómo me llamó?

—La próxima vez que te viese no haría falta tanto respeto. Tú lo dijiste, joven.

Su primera reacción a la mirada de la ahora sonriente y astuta anciana fue soltar unas carcajadas, estaba sorprendido del rápido cambio de personalidad de aquella persona. Hasta que algo invadió su mente.

"Tú lo dijiste"

Eso sonaba horriblemente familiar.

"No es que me alegre, tú lo dijis... "

¡Puta madre! ¡Sé que yo lo dije! No hacía falta que respondieras tan secamente... ¡Ah! —Sus gritos parecían del mismísimo demonio en falda.

—Joven ¿Está usted bien?

—No, no lo estoy. —respondió cabizbajo.

Huening era sincero; no, no lo estaba.

Flashback.

—Mamá, puedo explicarlo...

Desde los ojos del angel | Sookai.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora