Una simple costumbre
Desperté feliz aquella mañana.
El colchón de mi nueva cama era incluso más suave que el anterior, tuve sexo hasta altas horas de la madrugada, dormí como un bebé y, efectivamente, gracias a la cafetería de enfrente toda la casa olía a café.
Siwon me daba la espalda recostado al lado de mí. Le acaricié con mi dedo índice la columna desde el cuello hasta la cintura. Se removió, pero no se despertó.
Solté una risita tonta y me levanté con cuidado de la cama.
Me puse unos jeans y una camiseta blanca de mangas largas que formaban parte del armario que ayer Siwon me ayudó a arreglar con la ropa nueva.
Mientras me ponía los zapatos en la sala, busqué con mi teléfono algún lugar cerca que enviara comida a domicilio. Encontré un restaurante italiano y pedí pasta para dos. Sabía que a él le gustaba mucho este tipo de platillos.
Decidí que mientras la comida llegaba iría al autoservicio de la esquina para comprarme un cepillo de dientes, pasta dental, jabón y shampoo. Todo lo necesario para darme una buena ducha, asearme completamente y sentirme como nuevo. Además, sabía que Siwon también tendría ganas de relajarse un poco.
Tomé mis llaves y guardé mi teléfono para salir y bajar hasta la calle.
La gente ya no me miraba tan raro como ayer y el clima estaba bastante bueno. Hacía calor, pero nada realmente insoportable. Por estas razones disfruté mi camino al autoservicio.
Compré rápidamente mis artículos y salí de ahí cargando una bolsa plástica.
De verdad que no buscaba entretenerme demasiado, pero al pasar frente la cafetería no pude ignorar el exquisito olor.
La campanilla replicó cuándo entré, pero nadie me prestó atención. Había mucha gente en las mesas y algunos meseros tomando órdenes, yendo de un lado a otro. Como yo no pensaba quedarme, me acerqué al mostrador para ordenar directamente ahí.
No había nadie, así que me paré pacientemente hasta que un chico salió por unas puertas que ponían "cocina".
Me miró y sonrío atrevido. Reconocí la sonrisa de encías que vi el día de ayer antes de dejar mi auto en el parking. Era el mismo rubio que fumaba y se reía con sus amigos.
Fruncí el ceño, aclaré mi garganta y fingí no recordarlo.
─Hola ─soltó simplemente. Levantó las cejas y apoyó los codos en el mostrador ─¿Qué tal? ¿Qué desayunarás hoy?
¿Por qué me hablaba tan confianzudamente? Estuve a punto de responderle que no le importaba, pero afortunadamente me di cuenta a tiempo de que esa era su extraña manera de pedirme la orden.
─Un café americano y un batido de chocolate, por favor ─dije sin prestar atención al tono profundo de su voz que se quedó grabado en mi mente, se repetía una y otra vez como cassette descompuesto. Me encontraba muy nervioso.
─Buena elección ─me guiñó un ojo ─¿Quieres tomar asiento mientras tanto? Yo mismo me encargaré de tu pedido.
─Okay ─me retiré rápidamente hasta un sillón rojo puesto en una esquina. Él se aseguró de ver donde me sentaba y solo entonces volvió a desaparecer tras las puertas de la cocina.
Observé el sitio, curioso. Mis ojos desembocaron en unas repisas puestas en la pared. Estaban llenas de libros y, sobre estos, un cartel que ponía:
"Acompañe su café con un buen libro.
Favor de regresarlos en buen estado antes de retirarse.
Recuerde que este servicio es para usted.
Att: Cafetería Primavera :D".
ESTÁS LEYENDO
•Aquello que pudimos ser [Eunhae]•
FanfictionÉsta es la historia que va acerca del peso de la perfección, de una sonrisa atrevida, de un chico insolente y otro harto de su vida. Ésta es la historia de poemas que no se recitan; de palabras clave que se ahogan en la garganta antes de haber sido...