Tiempo pasó, todo seguía igual que antes
Dos semanas. Había pasado dos semanas. Nada, absolutamente nada había cambiado con el sueño.
Seguía trasparente, seguía cansado, seguía apagándose. Casi como una vela, el tiempo consumía su llama.
Dejé que el sueño se acurrucara en mis piernas mientras usaba la laptop para hacer trabajo pendiente, la musica suave parecía que lo mantenía sereno. A veces ronroneaba cual gato, de alguna manera era adorable.
Seguía escribiendo en el computador, acomodando una que otra vez mis lentes porque se me estaban cayendo, también paraba para tomar de mi chocolate caliente.
Media hora después por fin había terminado, aunque la inquietud de seguir escribiendo seguía dentro mío. Algo en mi me decía que tenía que contar algo, expresar las tormentas de mi mente.
Escribí sobre mi día, lo que me preocupa y mis miedos. Vomité todo de mi en palabras y más palabras, garabatos sin sentido para llenar el silencio incómodo de una página en blanco.
Otra media hora después estaba inspirada. Recuerdos pasados tocaron mi mente, como si hubieran sido historias enterradas en la caja de las memorias.
Escribí más y más hasta que, al final, lo único que quedó entre yo y la pantalla era un sueño que despertó más vivo que nunca.
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Los sueños que nos persiguen
FantasyY sin darnos cuenta, los sueños nos perseguían como si nosotros los pudiéramos hacer realidad.