Si alguna vez dudan de lo peligrosa que puede llegar a ser una broma inocente mejor pregúntenle a mi amigo David quien terminó reventando algunas tuberías luego de un juego con mangueras y globos de agua; no pregunten como lo hizo, ni siquiera yo logro entenderlo. Aunque por suerte no hubo ningún herido, una parte del orfanato donde nosotros vivíamos quedó hecha un desastre.
Creo que este el punto donde me presento. Mi nombre es Nicolas, soy un chico huérfano que vive en una casa hogar al este de Estados Unidos. Mi mejor amigo es David, un tipo bastante genial y alocado que disfruta mucho de hacer bromas. Todos dicen que somos muy diferentes, yo soy alguien un poco más serio y menos problemático que él, pero ya que ambos somos los dos más grandes del lugar nos volvimos muy cercanos. La mayoría tiene apenas 9 o diez años, en cambio, yo tengo ya casi 15 años y David es apenas unos meses menor que yo. A esta edad las probabilidades de que alguna familia se interese en ti son casi nulas, por lo que perdí esa esperanza hace mucho, David por su parte siempre habla de lo genial que será tener una familia. Verlo tan feliz me hace desear que no termine desilusionado como yo.
Gracias al incidente de las tuberías, las habitaciones de algunos de los chicos quedaron inhabitables y sin espacio suficiente en el resto del edificio algunos tuvimos que ser reubicados en otras partes.
David y otros fueron enviados a otro orfanato al sur de la ciudad. El área sur era considerada la más peligrosa de la ciudad, yo solo esperaba que David no la pasara mal en lo que duraba esto. Por mi parte, escuche que yo y otros seríamos enviados con algunas familias temporales.
Luego de que el autobús que transportaba a los que iban al sur partiera, algunas trabajadoras sociales comenzaron a llevarse a los que quedábamos. Yo iba con la señora Esmeralda, una mujer de entre 30 y 40 años bastante guapa. La verdad es que ella me agradaba demasiado, era muy amable y siempre nos visitaba al menos una vez al mes para asegurarse que todo estuviera bien. Parecía que realmente se preocupaba por nosotros, a diferencia del resto de personas que nos cuidaban, incluso a veces nos llevaba regalos, sobre todo a David y a mí.
Íbamos tres chicos contándome a mí. Esmeralda nos hablaba y nos trataba de hacer reír, creo que lo que más quería era calmarnos, especialmente a los más jóvenes de apenas 8 y 9 años a quienes se les veía un poco nerviosos. Les dejamos a ambos con sus respectivas familias de acogida y emprendimos rumbo al último destino.
Todo el trayecto Esmeralda me preguntaba sobre mí, sobre lo que me gustaba y sobre lo que quería. Aunque sus intenciones eran buenas yo me sentía un poco incómodo hablando al respecto. Finalmente, me contó que ella era amiga del tipo con el que viviría.
Al llegar, bajé del auto tomando mi mochila donde cargaba con todas mis pertenencias y quedé perplejo ante lo que veía.
Pensé que debía de ser un error y que se había equivocado de dirección, puesto que aquello no era una casa como tal. Más bien la describiría como una gran mansión. Las paredes eran blancas con muchas ventanas y luces que la iluminaban, tenía un gran jardín delantero, cochera y un camino de piedra que daba a parar hasta el portón que estaba frente a mí. Miré a Esmeralda quien entró por el portón que parecía estar abierto y me decía que la siguiera.
Llegamos hasta la puerta de la casa y Esmeralda presiono el botón que supongo que era el timbre. Esperamos durante unos segundos hasta que un tipo abrió la puerta. Era un chico joven, más o menos de mi edad, de cabello oscuro, ojos cafés y un tono de piel ligeramente moreno, pero que contrastaba bastante con mi piel completamente pálida y mis ojos azules.
–Hola Zeque, ¿cómo has estado? – preguntó Esmeralda al tipo con una sonrisa
–Bien – respondió sin ganas –¿Vienes a ver a mi papá? – Esmeralda afirmó y él se apartó dejando la puerta para que nosotros entráramos. Yo ingresé de último y pude sentir que aquel tipo me miraba lo que me hizo sentir nervioso. –Él ya viene – mencionó antes de irse.
Yo miraba por todos lados, la casa era tan bonita por dentro como lo era por fuera. Esta gente sin duda debería tener mucho dinero, la casa entera debía de ser igual o incluso más grande que mi edificio entero. Me preguntaba cuántas personas vivirían ahí hasta que un hombre apareció bajando por las grandes escaleras al centro de la habitación.
Daba una pinta muy... juvenil, tenía cabello oscuro, una barba recortada y se le veía en forma. Parecía de esos tipos que aparentan varios años menos.
–Esme que alegría verte – dijo aquel hombre con una gran sonrisa mientras se acercaba a abrazar a Esmeralda.
–Hola Alex, siempre es bueno verte también – le respondió ella con el mismo entusiasmo –Este es el chico del que te hablé – decía ella señalándome –Él es el señor Cowell – esta vez me hablaba a mí.
El hombre me miró y se acercó hasta mi mientras me extendía la mano. –Nicolas ¿verdad? – asentí en silencio ante su pregunta y le correspondí el saludo.
Ambos adultos continuaron hablando por un rato más, yo por mi parte me mantuve en silencio. No tenía mucho que decir así que me límite a observar todo lo que podía.
–De verdad muchas gracias por aceptar esto, y prometo que solo serán un par de semanas hasta que...
–No te preocupes – la interrumpió el señor Cowell –Cualquier cosa por una amiga – le dijo sonriendo
–Bueno tengo que irme
–¿Te vas tan pronto?
–Aún tengo muchas cosas que hacer.
–Avísame si puedo hacer algo más. Si necesitas dinero para las reparaciones pued...
–Oh no te preocupes, ya ayudas suficiente. Volveré en un par de días para ver cómo está todo – esto último lo dijo dirigiéndose a mi antes de despedirse y marcharse.
El señor Cowell me hablo durante un rato más, era bastante amable la verdad. Después paso a mostrarme las partes más importantes de la casa. Me mostró la cocina, la sala y principalmente la habitación de invitados que había preparado para mí.
–Si necesitas algo solo házmelo saber – terminó por decir antes de dejarme solo en aquel lugar.
El cuarto era bastante simple. Tenía una cama de gran tamaño con su respectivo juego de ropa.
Miré al inmenso ropero que ahí estaba y no pude reír internamente mientras sujetaba mi pequeña mochila con todas mis pertenencias.
Lo primero que hice fue pensar en David, de verdad deseaba demasiado que él estuviera bien. Seguro que se sentiría demasiado feliz de poder vivir en un lugar así. A mi en cambio, solo me hacia sentir vacío...
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Una nueva vida
Teen FictionNicolas es un chico huérfano de 15 años, reservado y bastante amable. Su vida parecía estar estancada cuando por diversas circunstancias termina viviendo con una familia temporal. Las cosas cambian para él y para los que le rodean mientras emprende...