Capítulo 4

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Sirius lloró todo el camino mientras intentaba darse calor, sentía que estaba congelado, nunca se había sentido tan dolido, se sentía tan culpable, tan estúpido, tan miserable.

Quería estar solo, se odiaba, quería acabar con todo, pero a la vez no se atrevía, porque él era un cobarde, siempre terminaba huyendo, no atreviéndose a nada, seguía siendo la misma mierda de siempre.

Hacía frío, estaba seguro de que llovería en los siguientes días, pero le gustaba sentir dolor, estaba satisfecho de que el frío le hiciera doler el pecho, cada vez que respiraba era un absoluto dolor, pero de cierta forma sentía que era el mismo dolor de su corazón.

Le dio una calada a su cigarro, ni siquiera recordaba la cuenta, pero ya estaba por terminarse la cajetilla, su cabeza estaba doliendo y el clima amenazaba por ponerse a llover, sin pensarlo terminó en esa maldita casa de drogadictos y borrachos, pero el único lugar al cual podía llamar hogar.

Quizás no era mala idea ahogarse en alcohol y drogas, quizás así dejaría de sentir, lo que precisamente quería en ese jodido momento. Comenzó a beber sin control, pero la soledad y la tristeza lo acabó, lo estaba acechando, lo estaba asfixiando.

Huyo, se refugió en algún lugar recóndito de aquella maldita casa, su cabeza daba vueltas, a lo lejos escuchaba la música, los gritos y los gemidos, se abrazó a si mismo mientras le daba los últimos tragos a su bebida, quería dormir, quería dejar de pensar, quería que los malditos recuerdos dejaran de atormentar su cabeza.

Remus no lo podía creer, estaba derrotado, se sentía utilizado, se sentía un maldito estúpido. Por primera vez en años había sido abierto, luego de meses de total ostracismo se había atrevido a hablar de Peter, a mencionar su nombre, a explicar lo ocurrido, incluso le contó sus miedos, así se mostró de forma sincera ante un mocoso que no hizo más que jugar con él, más que burlarse y quizás cuantas cosas.

Soltó una fuerte carcajada, se sentía tan idiota, ni siquiera tenía ánimos de hablarlo con sus amigos como James, quería estar solo, si, volver a comportarse como un miserable, revolcarse en su dolor, pero al menos de esa forma se sentía en paz, se sentía tranquilo.

Se daría tiempo para llorar todo lo que no había llorado por su amigo Peter, de sufrir como se debía, ya estaba roto, deshecho, pero al fin sacaría todo, luego podría empezar de nuevo, porque el no se rendía, mucho menos por un maldito mocoso.

Ahora quería venganza, quizás era un demente o un inmaduro, pero una parte de él aún no estaba conforme, quería ver jodido a ese mocoso, acabado y quizás así su alma se tranquilizaría.

* * * * *

Sirius comió durante el fin de semana, estaba agotado, no paraba de llorar y sentirse mal por todo, estaba sufriendo de una forma que jamás pensó en sentir. Pero no se rendiría tan fácil, le explicaría a Remus lo que había ocurrido, rogaría por su perdón si era necesario, pero no lo quería perder, por primera vez estaba sintiendo algo de verdad por alguien, y por lo mismo, él no se echaría a morir. Le demostraría de que estaba hecho Sirius Black, pues él se había enfrentado a peores demonios y estaba seguro de que podía ganar.

El fin de semana pasó sin novedades, poco a poco Remus se fue calmando, dándose cuenta de su sobre reacción, ya no quería venganza, ya no quería nada, porque Sirius debía importarle tan poco que ni siquiera merecía su odio o que él tomara alguna acción, simplemente lo ignoraría.

Además, tampoco le quedaba tanto tiempo en la librería, ya había tomado la decisión de que no podía dejar su antigua vida de lado, que ya se había tomado el tiempo suficiente para llorar y autocompadecerse, por mucho que siguiera así, Peter no volvería. Y la mejor forma de honrar la vida de su gran amigo, era seguir haciendo lo que ellos amaban, y sobre todo, dar con el asesino de Peter, hacerlos pagar como la ley exigía, pues él no era ningún asesino, aunque no negaba que en más de una oportunidad había pasado por su cabeza la idea de matar a él o los asesinos de Peter, de acabar de con su vida o sus vidas de la mismo horrenda forma que había hecho con su gran amigo, no pudo evitar sentir nauseas al recordar la grotesca imagen que se había encontrado aquella mañana de un lejano sábado.

Encuentro Inesperado (Wolfstar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora