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«Niños»
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-Oigan, regresen aquí! -llamó Derek Hale yendo detrás de sus dos hermanos menores, quienes habían salido corriendo lejos de él.

Como Erica había pedido, todos se volvieron a reunir en la feria el fin de semana, pero los Hale iban con dos pequeños torbellinos. Talia les había pedido a sus hijos más grandes que esa vez llevarán a los pequeños y obviamente, Derek era quien se estaba haciendo cargo de todo mientras los demás desaparecieron.

Era tarde, el clima comenzaba a ponerse frío y estaba nublado. En cualquier momento llovería y por eso había propuesto a los niños irse antes de eso, pero ellos simplemente se negaron y corrieron lejos.

Detrás de ellos, el mayor de los Hale les ve correr detrás de la carpa del circo y se apresura. No hay ningún cartel, pero está seguro de que es una zona a la que no pueden pasar, y además de no querer meterse en problemas, no quiere que sus hermanitos se lastimen.

Cuando pasa la curva para terminar detrás de la carpa, Derek se detiene de golpe, escuchando a sus hermanitos reír mientras les ve hablando con él; el chico castaño, el trapecista que vio por primera vez en el supermercado.

Está agachado frente a los niños, sonriendo mientras habla con ellos en el espacio de tierra que hay entre la carpa de circo y los trailer pintados de forma colorida detrás de ellos. Cada uno tiene un diseño diferente, incluso nombres. Derek se pregunta cuál podría ser el de aquel chico.

-Tú debes ser el hermano mayor. - la voz le sorprende, haciéndole fijarse en la persona que habla. Cuando se da cuenta, el chico está de pie nuevamente viendo en su dirección.

Derek se acerca, con sus manos en los bolsillos del pantalón y un ceño fruncido en dirección a sus hermanos pequeños, que se ríen y esconden detrás de las piernas del chico.

-Me topé con estos polizones mientras practicaba. -dice sonriendo de manera suave, mientras su voz expresaba humor. Había estado practicando sus volteretas cuando vio a dos niños correr en su dirección, tropezando con él y haciendo que cayeran al suelo.

Fue peligroso y les advirtió a los pequeños que debían ver por dónde iban, para luego preguntar que estaban haciendo corriendo por allí.

-Escapamos de nuestro amargado hermano mayor. -habían dicho mientras reían.

-Me disculpo, no debieron escapar y correr hasta aquí. Pudo ser peligroso- ahora regañó Derek, mirando a sus hermanos con enfado.

Los pequeños niños de seis y siete años le sacaron la lengua.

-Está bien, aquí en el circo estamos acostumbrados a tratar con niños rebeldes. -mencionó el castaño, despeinado al par de revoltosos.

El mayor de los Hale no dice nada, sino que se queda viendo al chico de mallas negras y ajustadas, analizándolo de arriba a abajo sin ninguna discreción. Era bastante atípico que alguien le llamará tanto la atención.

Ahora que estaba cerca, podía notar esos pequeños detalles que antes no, como la nariz respingada, el semi pronunciado arco de cupido de su labio superior. Tentativo. Pensó inesperadamente.

También estaban los hoyuelos al sonreír y las pecas que adornaban su cara de forma perfecta; parecían, tan cursi como sonaba al pensarlo, pequeñas constelaciones.

Un fuerte relámpago les hizo estremecer a todos, haciéndoles subir la mirada al nublado cielo. - Deberíamos irnos ya. -Derek aviso a sus hermanos. -Vamos.

Sin embargo, ellos, testarudos como sólo los Hale podían ser, se negaban a irse sin ver la presentación del circo.

-Vamos, Derek, no seas un amargado. -atacó la pequeña niña que tanto se parecía a Laura.

-¡Si! Seguro no nos dejarás venir más contigo. -en vez de parecerse a él, el pequeño azabache era idéntico a su tío Peter cuando tenía esa edad.

-Vamos, Derek, déjalos ver la presentación. -apoyó el castaño, haciendo puchero para que le dejará a los niños quedarse.

El escuchar su nombre pronunciado por aquel chico, hizo a Derek sentir un escalofrío. Pero, en vez de desagradarle, se sentía agradable. El sentimiento de querer volver a escucharlo decir su nombre se apoderó de él.

-Está bien. -susurra el azabache, testarudo pero no tan enojado por quedarse un poco más.

Los niños celebran saltando y corriendo hacia Derek para abrazar sus piernas.

-¡Genial! -también se acerca el castaño dejando una mano en el hombro de Derek, causando un pequeño estremecimiento de su parte. De cerca, podía ver mejor ese color whisky caramelo de sus ojos. Eran hermosos.

Entonces, gracias a una pequeña y traviesa ráfaga de viento que los golpea, el olfato de hombre lobo del azabache lo huele; limón, el bosque cuando la primavera llegaba y el cálido aroma a hogar. Todo eso disfrazado por el olor a sudor y talco para las manos.

Derek queda aturdido, porque con eso no tiene dudas de que su tanta curiosidad por el chico, es porque no sólo a él le gusta, sino a su lobo.

-Daré mi mayor esfuerzo por ustedes. -El trapecista se aleja, despidiéndose cuando los niños jalan de su hermano mayor para irse de allí.

-¿"Daré mi mayor esfuerzo por ustedes"? -alguien repite en tono burlón, haciendo al castaño girar los ojos y voltearse a ver a la persona que habla.

-¿Qué quieres, Jackson? -pregunta con fastidio, estirando un poco ahora que no está entretenido en algo más.

-Me mandaron a buscarte, el show empezará en unos minutos y todos deben estar en sus lugares.

Asintiendo, ambos chicos comienzan su caminata dentro de la carpa, listos para el espectáculo.

Por otro lado, Cora y los demás se encontraban con un aún aturdido Derek.

-¿Qué tienes? -pregunta Cora sacudiendo ligeramente a su hermano.

Regresando en si, el azabache frunce su ceño de forma típica y responde con un aburrido "nada", sin embargo, todo dentro de él parece un caos. Le atrae el chico del trapecio, quiere realmente conocerle, quiere salir con él. Pero ¡Ni siquiera pregunto su nombre! Era tan patético.

-Entonces, vamos, la presentación ya va a comenzar. -Erica empuja a todos dentro de la carpa.

A diferencia de la vez anterior, en esa ocasión todos se sientan en la primera fila por los niños.

La chica pelirroja de la primera vez vuelve a presentar, las luces se apagan y sólo una apunta a la salida al otro lado de las gradas. La música comienza y un chico se acerca haciendo piruetas hasta quedar en el centro de la arena, saludando a todos.

Es el niño castaño del trapecio, que cuando se fija en las personas de la primera fila, saluda con más ánimos y guiña un ojo al azabache cuando sus miradas se encuentran. Los niños están emocionados y saludan, mientras que Derek siente a su corazón saltar por el pequeño gesto que no pasa desapercibido por sus amigos.

Del techo sobre un aro de metal, baja alguien con las mismas prendas que el chico en el centro del área, tomando al castaño para que el aro vuelva a subir un poco más y empiecen con su rutina.

Derek no deja de sorprenderse por la habilidad de las personas del circo.

CircoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora