El primo de mi padre...

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      Furiosos por el mensaje de Shisui, entré a Susanoo Corporation, y fui directamente a mi oficina en el octavo piso. Llegando me encontré con dos personas en sus lugares, concentrados en su trabajo. El sonido del aire acondicionado y los dedos pegando contra el teclado de las computadoras, se podía oír en mi camino hacia mi oficina en donde me encierre a terminar con el trabajo pendiente. Una hora transcurrió, y me percaté que necesitaba imprimir unos papeles, pero la máquina imprimidora estaba fallando. No contaba con otra opción que usar la que se encuentra disponible para todo el piso. Me incorporó de mi asiento y antes de salir de mi pequeña oficina, revisé mi celular en busca de un mensaje de Shisui, pero nada. La ansiedad me domino, necesitaba enviar un mensaje de texto y reclamarle sobre Kurenai, con el pretexto de escuchar su voz para calmarme, pero mejor opté por salir de mi oficina.

Fuera de mi oficina me encontré con el piso vacío, las dos personas que se encontraban haciendo lo suyo, no están más, han de haber ido a almorzar. Sigo con lo mío, y mientras avanzó por el pasillo puedo oír la voz de Kizame y Obito, conversando cosas triviales. No quiero llamar su atención, porque no tengo el ánimo de conversar con el idiota de Obito, que solo le gusta molestarme con sus comentarios sarcásticos.

—Itachi, iba a tu oficina —dice Kizame.

No tengo de otra, me detengo al centro de la puerta de la pequeña cocina en donde nos servimos café, ahí se encuentran tomando café y comiendo donas. Obito no tarda en poner cara de que huele a mierda y se acomoda en su silla como si la empresa fuera suya.

—Voy por unos documentos a la impresora, luego regreso —digo, saludando con la cabeza.

—Quiero invitarte a almorzar —dijo Kizame —. Obito nos acompañara.

—No tengo pensado salir a almorzar, desayune bien en casa, solo voy a comer después de medio día.

No siento hambre por lo que pasó con mi esposo. Mi apetito desvanece cuando mi mente solo piensa en Shisui, y que algún día se aburra de mí.

—Que lástima, será para la otra —dijo Kizame.

Al parecer Obito no tiene nada que decir, allí sigue silenciosos y viéndome. Cuando estoy por seguir avanzando hacia el cuarto de papelería, me dice:

—Itachi, Madara Uchiha, quiere verte personalmente en su oficina a la una.

—¿Dónde está su oficina? —pregunté. Desde que estoy trabajando en Susanoo Corporation, no he ido más allá del piso doce.

—En el último piso. Avisas a su secretaria, ella te dejará pasar. —La mirada de Obito me dice que el primo de mi padre tiene algo serio que consultar conmigo, pero yo sé que ese hombre lo hace por quedar bien con la familia, no porque quiera conocerme.

Se llegaron las 12:45 del medio día, y yo me preparé para ver por primera vez al hombre más importante de este edificio. Cierro mi computadora portátil, me levantó de mi silla giratoria, y tomé mi celular y cartera para abandonar mi oficina. Otros en mis zapatos estarían nerviosos por verse con el dueño de la compañía, ya que no es común que él quiera verte, porque es extraño que se encuentre en el edificio. Muchos dicen que trabaja desde casa, que es un hombre solitario, y otros dicen que sí asiste todos los días, pero no deja que lo sepamos, porque se la pasa vigilando a todos por video cámaras. Lo que sea cierto no quita que es quien manda aquí y lo que él diga a sí se hacen las cosas.

Llegué al último piso y me envontré con un piso estrecho con un piso brillante de color negro, paredes de color vino, muchos ventanales con el panorama que deja ver a más edificios alrededor y el emblema de los Uchiha en una pared al centro en donde se encuentra la secretaría. Una pelirroja de lentes es la secretaria que me ve salir del elevador.

Mi esposo, mi amante y mi puta YAOI [Terminada/ ANTI ROMÁNTICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora